El fiasco de la Unión Europea sigue manteniéndose a toda costa, y la fe en ella se trata de mantener viva contra viento y marea. Italia ha dado una respuesta popular a las reformas pretendidas para la Constitución masivamente negativa, pero tras ese rechazo se escondía la rotunda oposición a la política comunitaria, al euro y a mantener la falsa. En 2.004 ya había datos suficientes para intuir que tarde o temprano se acabaría por desmembrar un artificio que no esconde sino la sumisión de todos los miembros a los intereses del país hegemónico, que un día se levantarían voces contra la cesión de soberanía en todas las naciones y la imposición de reglas hechas a la medida de los países económicamente más poderosos, países que han ido cayendo, perdiendo fuerza y peso. De los fundadores solo sigue pujante y poderoso la nueva Alemania, esto es, el Imperio Alemán resucitado. Francia e Italia viven inmersos en una crisis social y política profunda. Los países que se fueron incorporando después han ido adoptando posturas diferentes frente a unas directrices, unas normas imperativas, que siempre favorecieron los intereses de Alemania, aquel país que tras la II Guerra Mundial no se vio sometida a unas vejaciones como las del Tratado de Versalles sino potenciada y financiada por los vencedores para contrarrestar el influjo soviético, el Imperio Ruso, siempre imperio aunque en emperador de aquellos días se llamase Stalin y la nobleza de la corte imperial estuviese constituida por los jerarcas del Partido Comunista. Para frenar la influencia de aquella Rusia que había ayudado a salvar Europa se fortaleció a la Alemania vencida, alimentando así el renacer de sus ansias expansionistas.
Surgen movimientos de oposición que se tratan de reconducir a los distintos Estados hacia el distanciamiento de las imposiciones comunitarias, y son descalificados como ultraderechistas, racistas, fascistas el término fascista ha tomado carta de naturaleza desde la más profunda ignorancia de su significado, pero es lo recurrente. Y cualquier derrota de estos movimientos se vende como un triunfo de la democracia, porque ésta se ha identificado con ese europeísmo suicida que reina en el Viejo Continente. La voluntad de separarse expresada en las urnas por los británicos es, naturalmente, un error La crisis en Bulgaria, de la que nadie dice nada, debe ser también otro error causado por haber sido elegido presidente un General pro ruso, Polonia, Hungría la República Checa y Eslovaquia, los llamados el Cuarteto de Visegrado reaccionaron contra las imposiciones en materia de acogida de refugiados y han hecho valer su defensa por las identidades nacionales, valores y tradiciones, mostrándose más que reacios a admitir imposiciones comunitarias, lo que supone una ruptura cada vez mayor en el flanco norte, pero que se achaca a una peligrosa deriva antidemocrática en esos Estados ¡ya se sabe que democracia es lo que interpreten unos cuantos dirigentes ansiosos de extender sus dominios!. Polonia, dicho sea de paso, es un país de sólido crecimiento que conserva su moneda, el zloty, a pesar de pertenecer a la Unión Europea desde 2.004.
No se ha de olvidar que la cuestión de Grecia está a medio resolver y que los llamados populismos, avanzan. Estos, si resultan euroescépticos y defienden el nacionalismo tradicional, las identidades patrias y los valores de los países en los que se desarrollan son tildados de fascistas y de extrema derecha, pero si son internacionalistas, marxistoides trasnochados y alineados con el bananerismo tiránico de los sátrapas que quedan por América del Sur, se les consiente todo y se les ríe la gracia aunque minen la convivencia social y machaquen la convivencia. Ahora Italia se ha mostrado crítica con la Unión a pesar de ser país fundador de aquella Comunidad Económica Europea del Tratado de Roma, en 1.957, En Italia también se ha perdido la fe y se desconfía.
Y España es lo que es, lo que somos: El grito agónico de una sociedad moribunda, fragmentada, en la que se promete lo incumplible, como la creación de empleo sin tener posibilidad alguna de crecer industrialmente, en la que la presión fiscal aumenta día a día para satisfacer los dictados de Bruselas, obteniendo así que se nos pase la mano por el lomo por ser perritos fieles a sus amos, donde la propiedad privada sucumbe ante la ocupación bárbara e impune, la seguridad jurídica se aleja cada día más, donde la violencia aumenta imparablemente y se impone la barbarie, el crimen . ¡Cada día una o dos muertes violentas, atracos, robos!, cada día, también, menos libertades, más estado Policial!. Aquí no hay que temer ese ultraderechismo que tan temido es en el frágil imperio del IV Reich al que llaman Unión Europea, nos hemos hecho a aceptar lo que venga, más impuestos, menos libertad, más pérdida de valores culturales, más invasión. ¡Y nadie va a reaccionar!. Será conformismo, será resignación, será miedo a las represalias de los de al lado, será lo que quiera ser España y su gente, o lo que quede de España de aquí a nada, querrá seguir lamiendo los huesos que le den desde Bruselas, aunque esos huesos procedan de la carne dejada a girones por nosotros mismos a base de impuestos y sacrificios, esfuerzos exigidos por nuestros amos.
¿Cuánto tiempo resistirá la ciudadanía la presión fiscal?, ¿Es compatible con la creación de empleo?, ¿Se puede mantener la sangría que supone el maravilloso engendro de las Autonomías?… ¡Nadie lo va a saber o querer responder!, tampoco hay mucha gente que lo pregunte, al igual que tampoco se plantea la calle hasta que límite hemos de someternos a los designios e imperativos de las instituciones que nos oprimen desde Bruselas, cumpliendo las órdenes de Berlín. ¡Sigamos danzando, por lo tanto, en este macabro baile de máscaras!… ¡Por mucho que yo clame!