Todos los días se emiten repetitivos anuncios publicitarios ofreciendo los productos más variados y apetecibles para esta sociedad consumista, y nos parece absolutamente normal que los medios de comunicación nos machaquen literalmente con esos mensajes de productos que se nos presentan como de absoluta necesidad.
Algunos me parecen terribles, especialmente los que ofrecen o sugieren que pongamos en cas una alarma, una que sea mejor que la del vecino, para conjurar el peligro de ser robados, incluso con un poco de mala pata, asesinados si nos pillan en casa los ladrones. ¿No es terrible ese tipo de anuncio?.
¡Para mi si, para los demás seguramente no! Para mí lo es porque me ratifica, me da la razón, me corrobora que el sistema político y su maquinaria es un fracaso que no tiene salida. Esos anuncios dan por sentados varios hechos. Uno de ellos es que robar y ser robado es lo más natural y lógico del mundo y que en la sociedad ideal en que se cree la mayoría que está viviendo, hay que convivir con esa contingencia.
El otro hecho incontestable que se deriva del anuncio es que los medios de defensa que tiene el ciudadano son escasos o nulos y que las instituciones no pueden garantizarle su seguridad ni la de su patrimonio . ¡Ponga usted una alarma porque además de que ser robado es algo normal, no puede usted esperar que las fuerzas de seguridad del Estado lo puedan evitar!
Y en caso de ser robado, tenga en cuenta, y esto no lo dice el anuncio sino que lo digo yo, que la denuncia no llegará al Juzgado hasta que no haya un sospechoso de haber cometido el robo, por lo que sería aconsejable que se vaya a denunciar con el presunto ladrón llevado atado con una soga, algo que podría ser una kafkiana solución pero que tiene el inconveniente de que, además de robado, se acabaría acusado de un delito de detención ilegal La denuncia dormirá hasta que se encuentre un presunto autor, por lo que no se contabilizará estadísticamente por la Justicia y así la fiscalía General del Estado y el Consejo General del Poder Judicial podrán dar en su memoria anual el dato positivo de la disminución de la delincuencia
Ponga una alarma mejor que la del vecino, porque al vecino, con alarma y todo, lo dejaron pelado Aunque, eso si, no vaya a caer en el derrotismo y mantenga su fe en el sistema, en la seguridad ciudadana, en el estado de normalidad ¡No me diga que no se siente seguro!…. Tal vez por vivir yo en otro mundo, a mi aire, no me doy cuenta de lo seguros que estamos. Quizá sea yo incapaz de darme cuenta que vivir en un Estado Policial es seguro, que tener un control policial en cada esquina garantiza la seguridad, que el sistema funciona perfectamente, ¡no sé porque me empeño en pensar que esos controles y esos alardes generan miedo!
¡Estaré, como siempre, equivocado!. Soy el único que ve en la calle, cada día, más grupos de jóvenes con actitudes agresivas y desafiantes que parecen exigir a los ciudadanos que les rindan pleitesía. Soy el único, al parecer, que se indigna porque los medios de comunicación, además de los anuncios de las alarmas, me aporten cada día una interminable nota de sucesos escalofriantes: padres que matan a hijos; hijos que matan a padres; hombres que matan a mujeres, mujeres que jamás, ¡Dios me libre de pensarlo, maltratan a los hombres; ancianos muertos a golpes por recriminar actitudes que cuando fueron jóvenes se tenían como incívicas; en definitiva, toda una constelación de conductas que por lo visto hay que asumirlas como normales en los tiempos en que vivimos.
Estamos muy seguros, segurísimos tanto que es impensable que cualquier día vaya uno por la calle y se encuentre en medio de una pelea de bandas de esas que llaman latinas, o de un ajuste de cuentas de esos que por aquí son también frecuentes. Y desde luego nadie, nadie menos yo, claro está, piensa que al ir a comprar el pan, o al trabajo, o al banco puede encontrarse por la acera con un camión o una furgoneta atropellando gente y rematándolas a tiros o cuchilladas. Que tontería, ¿verdad?, ¿a quién se le ocurre pensar que eso pueda pasar aquí? ¡ si eso solo ocurre en Londres, en Niza, en Bruselas!
Confiamos todos, menos yo, quede claro, en nuestra Justicia y en nuestros cuerpos de seguridad, por eso nos invaden noticias de irregularidades que se dicen excepcionales.(para mi demasiado abundantemente excepcionales) sobre conductas no precisamente ejemplares y si manifiestamente delictivas por parte de miembros de esos de cuerpos de seguridad que nos han de defender, elementos aislados, comportamientos también excepcionales y tal vez haya que tenerlos también por normales, como lo de poner la alarma en casa. Y en las últimas horas surge la noticia de que el titular del Ministerio del Interior va a hacer una auditoría de determinado grupo o cuerpo de investigación. Supongo que con el término auditoria se quiere decir un profundo examen de que es lo que pueda estar pasando, porque resulta que aquí, en el paraíso en el que vivimos, todo se da por bueno, y en la seguridad indiscutible en la que nos movemos, lo que dice un funcionario de un cuerpo policial, lo que pone ante los fiscales o ante los jueces son dogmas de fe . Los estudios, análisis, evidencias que se contienen en los atestados y que se transmiten a la opinión pública de una forma también habitual y normal, aunque aplasten derechos que se suponen inviolables de los ciudadanos. no se pueden cuestionar nunca. ¡Cómo se va a dudar de la objetividad y la independencia de quienes los hacen!
Se sentirán seguros de vivir seguros en un país seguro quienes vean normal cosas que no lo son Y no es de ahora. A este respecto, a este abogado marginal y desprovisto de razón, que ha tenido siempre la costumbre de tomar notas de las incidencias vividas, le ha venido a la memoria una incidencia en un Juzgado en tiempos ya de Maricastaña, allá por 1,985, y fue con ocasión de asistir a la declaración de unos detenidos por tráfico de drogas. ¡Era una hasta joven!, y el Juez también lo era, aunque seis meses mayor que yo, nos conocíamos desde la Universidad y manteníamos un trato cordial. A la vista del atestado me indigné y puse en duda vehementemente la confección del mismo, las aseveraciones que en él se contenían, la forma de haber efectuado las diversas actuaciones, lo hice, eso sí, dentro de mi talante civilizado, pero con firmeza. El Juez aquel me recriminó muy duramente por mantener aquellas dudas, aseverando que para él los contenidos de los atestados incriminatorios de la Policía y la Guardia Civil eran indubitados y que parecía mentira que yo, hijo de militar y con familiares directos en el Benemérito Instituto atacase ferozmente el contenido de las actuaciones y pusiera en duda la recta actitud de sus autores ¡la bronca fue de campeonato!.
Lo que pasaba es que entonces, en 1.985 yo tampoco veía claro lo de que se vivía seguro y me sonaba a música celestial todos los discursos políticamente interesados, porque ya entonces la violencia aumentaba, ya entonces había conductas poco ejemplares y excepcionales y se preveían a poco de que se fuese un poco lúcido que la cosa iría a peor. En definitiva, aquel rifirrafe pasó a la historia la relación entre aquel Juez y yo siguió siendo tan cordial como siempre, como lo era y lo es con tantos otros Jueces que he conocido y con los que mi trato ha sido y es lo suficientemente respetuoso como para no reconocer ante nadie la amistad que pudiera tener con ellos, ya que hay que contar entre mis rarezas en que jamás nadie me habrá oído decir que soy amigo de tal o cual Juez, algo que en mi oficio a veces ha resultado muy rentable para otros.
De aquel rifirrafe han pasado solo treinta y dos años . Ocurrió en Utrera, el Juez ocupó otras plazas y se apartó temporalmente de la Judicatura para entrar de lleno en la política Yo seguí siendo abogado, cada vez más escéptico, cada vez menos convencido hasta el punto de confesar mi falta de fe en la Justicia, aunque mantenga impecablemente las formas El Juez es hoy Ministro de Justicia y es el que ha anunciado esa auditoría, esa investigación del modo de proceder de gente que hoy están a sus órdenes, lo que me da a entender que aquella fe teológica en los atestados y sus autores que tuvo en otros tiempos se ha debilitado bastante.
El Ministro nos dirá que estamos seguros, que todo está bajo control y que, si se diera el caso de que se detectase alguna irregularidad en la dichosa auditoria, se tratará de otro caso aislado . ¡Cuánto proliferan los casos aislados y las conductas excepcionales en este sistema!
Día a día seguirán saliendo noticias de actos violentos y salvajes, cada día más porque la carga de tensión ambiental es manifiesta, seguirán los detalles morbosos de crímenes abrazados a algún detalle sentimentaloide y plañidero apareciendo en los programas televisivos y radiados . ¡Estamos tan seguros!
Manuel Alba