En un pleno solemne, celebrado el sábado por la tarde en el Teatro Juan Luis Galiardo de San Roque, se han entregado los Honores y Distinciones con motivo del 311 aniversario de la Fundación de la Ciudad, donde reside la de Gibraltar. Todos los ediles de la Corporación, excepto Juan Manuel Ordoñez, han asistido a este Pleno Extraordinario, que estuvo presidido por el alcalde, Juan Carlos Ruiz Boix.
Durante dicho Pleno Institucional se nombraron dos Hijos Adoptivos y se entregaron ocho Menciones de Honor. Así, fueron nombrados Hijos Adoptivos Juan Pedro Varo Salguero, José Lara Menacho; y recibieron sendas Menciones de Honor Juan García Bernal, Francisca Duarte Coca Quica, Productos Antoñita, IES Escuela de Hostelería de San Roque, Andres Villena Rodriguez, Asociación Apoyo Mutuo, José Orihuela Guerrero y Patricia Gavira Collado.
Hay que recordar que la fecha oficial del cumpleaños de San Roque es el 21 de mayo, pero la Corporación aprobó por unanimidad adelantar esta sesión plenaria al 19. Mañana sábado, día 20, a las 20 horas se representará por las calles de San Roque la creación de la ciudad; y el domingo 21, en el Casino, el violinista house sanroqueño Miguel Lara ofrecerá un concierto.
El Pleno fue desarrollándose con la lectura, por parte de la secretaria General del Ayuntamiento, de los méritos de cada uno de los galardonados, a los que se entregó la distinción por ediles de la Corporación.
Tras los breves discursos de agradecimiento de la madre de Andrés Villena y del cura Juan Pedro Varo, el acto finalizó con la interpretación del Himno de Andalucía a cargo de alumnos de la Escuela Municipal de Música. Para finalizar, el alcalde de San Roque, Juan Carlos Ruiz Boix, invitó a los ciudadanos a participar mañana sábado, en la Recreación de la Fundación de la Ciudad.
Previamente el alcalde había felicitado personalmente a cada uno de los homenajeados, de los que nos sentimos orgullosos en un municipio en el que trabajamos por nuevo retos conociendo y valorando nuestra historia.
El alcalde, al finalizar el acto coincidió con uno de los homenajeados en afirmar que todos navegamos en el mismo barco, que se llama San Roque, y tenemos motivos para sentirnos orgullosos de ser sanroqueños. El futuro está por escribir, con sombras como el brexit o el fondeadero de buques, pero entre todos saldremos adelante.
Por último, el alcalde invitó a los actos programados para celebrar este aniversario: la recreación de la ciudad y el concierto de Miguel Lara.
Antes, en nombre de todos los premiados intervino José Orihuela Guerrero. La lectura la hizo su amiga y ex-concejal Mercedes Sánchez Pérez, por hallarse él convaleciente de una operación.
En el discurso, Orihuela opinó que pienso que la ciudadanía es la máxima magistratura a que se puede aspirar en las repúblicas humanas.
Una ciudadanía por tanto que nunca puede ser pasiva, sino activa, crítica e imaginativa, destinada a renovar más que a reproducir. El colectivo tiende siempre a anquilosarse en las formas heredadas, suele ser generalmente conservador. Pero el individuo tiene en sí mismo la semilla de lo revolucionario, de lo innovador, de lo nuevo. Ciudadanía por tanto para servir al grupo y contribuir a su crecimiento, para hacerlo un ente dinámico y no un mero aparato reproductor de lo añejo. Ciudadanía como promesa de futuro.
Es a esa concepción de la ciudadanía a la que han contribuido y contribuyen Francisca Duarte con su lucha social, Productos Antoñita con su dedicación empresarial, Andrés Villena y Patricia Gavira con su actividad deportiva, la Asociación de Apoyo Mutuo con su voluntariado, José Lara con su trabajo político, Juan Pedro Varo con su labor pastoral, Juan García con su actividad profesional y la Escuela de Hostelería con su trabajo docente; entidades y personas con las que me siento honrado de compartir este momento tan emotivo.
Igual de cierto que lo anterior es el hecho de que el sentimiento de pertenencia al lugar de origen se acrecienta con los años, sobre todo para aquellos que, como es mi caso, han desenvuelto su existencia desde la juventud en lugares alejados de aquel en el que nacimos. Porque, paradójicamente, cuanto más lejos estás de tu lugar natal más se fortalecen las raíces que te unen a él. Siempre he seguido paseando por esa Calle Larga en la que nací y tuve mi domicilio familiar, por esa Alameda, por todos los lugares de esta ciudad donde jugué, conocí amistades y amores, lágrimas y besos, forjando sueños y esperanzas.
Recibir -como es el caso de las personas y entidades de las que hoy os habéis acordado- una mención pública en la tierra a la que pertenecemos, unos por nacimiento y otros por adopción, constituye un inmenso honor y una gran responsabilidad. Un inmenso honor porque este acto público es la mayor medalla que alguien que aspira a ejercer una ciudadanía digna puede soñar recibir. Y una gran responsabilidad porque ello nos obliga a todos nosotros, desde hoy aún más si cabe, a ser dignos y demostrar con nuestra conducta que estamos a la altura de esa distinción que nos habéis otorgado.
Aprovecho este punto de la intervención para introducir otra idea que considero está asociada a la trayectoria de los hoy homenajeados. Es una palabra muy importante y designa la argamasa sobre la que se construye una sociedad decente. Esa palabra es solidaridad.
Conciudadanas y Conciudadanos, gracias por este reconocimiento que nos llena de satisfacción y orgullo. Lo entendemos como un mandato que trataremos de cumplir día a día hasta hacernos realmente dignos de tal honor, finalizó
MENCIÓN DE HONOR
JUAN GARCÍA BERNAL Nació en 1950 en la barriada de Puente Mayorga, perteneciente a la familia popularmente conocida como los guapos. Juan de la choza, como es conocido nuestro homenajeado, ha desarrollado una vida de dedicación a su barriada.
Tras dedicarse a la construcción, Juan García, decidió abrir un negocio, junto a su pareja, y luego esposa, Antonia. Aquel bar, situado en la Alameda San Pedro, fue construido con ladrillos, cañas y otros materiales, pues la economía familiar no permitía una mejor construcción.
A finales de los años 70 y principios de los 80 del pasado siglo, La Choza se convirtió en lugar de encuentro de muchos jóvenes de la barriada y de otros venidos de fuera. Con ello daba vida a la barriada. Tras una renovación total a finales de los 80, también cambió su clientela, pues pasó a ser un bar de familias. Un establecimiento muy concurrido por la calidad de su servicio y de sus conocidas tapas.
Con cerca de cuarenta años al frente de su negocio, en septiembre de 2015, Juan García Bernal, se jubiló, cerrando de manera definitiva un establecimiento que tanto había significado para Puente Mayorga.
Aunque la Choza cerró, Juan sigue en el cariño que le profesan sus vecinos, tanto por su trayectoria de profesional humilde como por su propio ser persona.
FRANCISCA DUARTE COCA QUICA. Nació en 1933 en la desparecida aldea de La Colonia, en Puente Mayorga. Con apenas ocho años perdió a su madre. El primer zarpazo de una vida incesante de lucha y de trabajo, de esfuerzo y de superación. Junto a sus hermanas Antonia y Rosario, le tocó vivir la España lacerante de la posguerra, la del tiempo de silencio y la cartilla de racionamiento.
Separada de sus hermanas y a cargo de su tía Andrea, contrajo matrimonio con el almeriense emigrado a las playas de La Colonia, José López. Primero vivieron en una humilde choza, para luego, con el paso del tiempo, poder convertirla en una casa.
Trabajó en el campo, en cuantas labores se presentaban y vendiendo por las calles. Todo para conseguir que sus tres hijos tuviesen las oportunidades que ella nunca tuvo.
Quica representa a toda una generación de mujeres, una generación que ha vivido bajo el signo de la desigualdad y la desconsideración social. A la que nadie preguntó si quería ser ama de casa, a las que nadie facilitó la universidad y una educación suficiente. A las que tenían que ir al banco con sus maridos porque si ellos no firmaban no había dinero que valiera. A las mujeres que criaban hijos, y cuidaban de los abuelos. A aquellas que después de no haber cotizado un solo día y trabajar como esclavas durante toda la vida, se quedan viudas, y con cortas pensiones, son pobres de solemnidad hasta el fin de sus días.
A todo ello, une Quica, el hecho de se haber sido toda su vida una mujer luchadora en cuestiones sociales. Miembro de la asociación de vecinos Los Palangreros, ha sido una activista en la lucha por el medio ambiente. Guarda el pueblo de La Colonia en su retina verla caminar al frente en cada manifestación, en cada acción por defender la justicia. Comprometida con el realojo de La Colonia y con todo aquello que significara pelear por el bien común. Ejemplo para mucha mujeres, y para todos los defensores del derecho a vivir dignas, libre y en igualdad.
PRODUCTOS ANTOÑITA
«Productos Antoñita» inició su andadura en Guadiaro en el año 1964. Este negocio familiar fue creado e impulsado por Jerónimo López Lobato y tomó el nombre de su mujer, Antoñita Gómez Rubio.
Jerónimo, a quien todos conocían como «Momo», pertenecía a una de las familias con más raigambre en Guadiaro, los López, con una amplia trayectoria industrial y empresarial, ya que con anterioridad a la pastelería, la familia había implantado una fábrica de harina que cerró sus puertas con la llegada de la Guerra Civil. Posteriormente, esta actividad pasó a reconvertirse en panadería y años más tarde se diversificaría en pastelería.
«Momo» se caracterizaba por su carácter optimista y alegre, además de emprendedor y adelantado a su tiempo.
El nombre de la marca, Antoñita, procedía también de una de las familias con más tradición en Guadiaro. Antonia Gómez se había criado entre la Posada que regentaban sus padres y la barcaza que unía las dos orillas del río Guadiaro, que dirigía su abuelo. Antoñita era la encargada, en los primeros años, de elaborar de manera manual la mayoría de los productos hasta la llegada de las máquinas.
Los roscos, los mantecados, los cortadillos, los pastelitos de hojaldres, las magdalenas o los merengues, son los productos que han llevado el nombre de Guadiaro por toda la geografía nacional. En los años de mayor actividad y con una veintena de trabajadores en el obrador, los productos Antoñita se distribuían en Madrid, Barcelona, Galicia, Ceuta, Gibraltar y por toda Andalucía
El olor a mantecados recién sacados del horno y el reparto de los bordes que sobraban de algunos dulces, los conocidos como «recortes», entre los niños que se acercaban al obrador, forma parte de las imágenes y recuerdos más dulces que muchos de los vecinos de Guadiaro guardan de su infancia.
De Productos Antoñita conocemos los ingredientes: manteca de cerdo ibérico, azúcar, harina, ajonjolí, matalahuga, o lo que es lo mismo, anís en grano, clavo molido y vino dulce, este último desde los comienzos procedente de Bodegas Iglesias. La receta se mantiene como el gran secreto de la familia.
En la actualidad es el hijo de «Momo», Andrés, junto a su mujer Rita, los encargados de Productos Antoñita, un negocio en el que en diferentes momentos de su trayectoria también los nietos , Eva, Andrés y Rocío, han participado.
Tres generaciones que han unido la tradición pastelera de Productos Antoñita con el nombre de Guadiaro para la historia.
Productos Antoñita es un ejemplo de empresa familiar, de gente trabajadora. Ejemplo para emprendedores y orgullo para todos los sanroqueños.
IES ESCUELA DE HOSTELERÍA DE SAN ROQUE
El IES Escuela de Hostelería San Roque celebra este año el 50 aniversario: 50 años que reflejan el trabajo y labor del profesorado en la formación de los alumnos que representan a los profesionales del sector. Fue inaugura en 1967 por el misnistro de Informaión y Turismo de la época, Manuel Fraga, y poco después fue visitada por el rey Juan Carlos I.
La Escuela de Hostelería y la Residencia Escolar funcionaron conjuntamente hasta 1988, año en que se separaron, con gestión y directores diferentes.
Por sus aulas han pasado unos 12.000 alumnos de enseñanza oficial y unos 6.000 de enseñanza libre no escolarizada.
En cuanto a los estudios ofertados por la Escuela, durante estos 50 años ha habido grandes cambios. Comenzó con estudios de FP, la antigua formación profesional de primer y segundo grado, con ramas de administrativo, regiduría de pisos, cocina y servicio. Posteriormente con la entrada en vigor de la LOGSE se imparten los Ciclos formativos de FP específica y actualmente con la LOE los Ciclos de las familias profesionales de hostelería y turismo, e industrias alimentarias.
Así, tenemos que referirnos a tres ciclos formativos iniciales de grado medio: técnico en Cocina y gastronomía, técnico en Servicios en restauración y técnico en Panadería, repostería y confitería. Un ciclo formativo de grado superior para técnico en dirección de cocina.
Con una capacidad para 200 alumnos, cada año las listas de espera aumentan considerablemente.
La Escuela de Hostelería también cuenta con un Restaurante-escuela abierto al público, ofreciendo un menú degustación y jornadas gastronómicas, siendo estas actividades una práctica real para el alumnado.
También destaca la colaboración y actividades con entidades, asociaciones y empresas públicas y privadas de la comarca.
Pero para San Roque, la Escuela de Hostelería representa muchas cosas positivas que podríamos agrupar de la siguiente manera: referente andaluz en el sector de la hostelería, seña de identidad del municipio. prestigio por la formación de sus alumnos: ofreciendo una enseñanza de calidad e integral para preparar al alumnado para la inserción en el mundo laboral, reseña de calidad en la profesionalidad del sector; una madurez de 50 años que ratifican decenas de antiguos alumnos que hoy destacan como grandes profesionales del sector, así como los numerosos premios gastronómicos regionales y nacionales obtenidos por los alumnos, y, por supuesto, formar parte del desarrollo turístico e impulso económico de la comarca, aportando buenos profesionales de gastronomía y servicio.