¡Sentirse raro! Esa sea, tal vez, la expresión que mejor defina el estado de ánimo de muchos españoles, que no suelen entenderme cuando digo que me veo afectado por una zangarriana, porque la zangarriana, ahí donde la ven existe, y es un término en desuso peno de gran contenido, pues significa tanto padecer una enfermedad leve, pero que se repite frecuénteme, como estados de melancolía, tristeza, incomodidad, disgusto . Por lo tanto, corrigiéndome, diré que una parte de los españoles se encuentran padeciendo de zangarriana.
¿Hay motivos para este estado colectivo de malestar, inquietud, tristeza que empieza a tocar la frontera de la depresión?. Pues si no se está atento a las noticias, o si se toma conocimiento de ellas de manera tangencial, sin hacer el mínimo análisis de su alcance, sin profundizar dándole el mínimo rasconcito en su epidermis o si se establece un orden de prioridades en el que lo fundamental para la sociedad resulta ser si una determinada señora que dicen que es, modelo, no sé yo de que, exactamente, se casa o se descasa, se ennovia o se desnovia, o si determinado equipo de futbol ha pagado por un jugador una cantidad inconmensurable de dinero, usando, por cierto un lenguaje propiamente esclavista que nadie censura, en definitiva, si se está en la corriente del pan y circo para el pueblo de la que hablaba Juvenal, no se debe correr peligro de sufrir malestar alguno.
Si, en España hay motivos para que se sienta ese estado de malestar, esa zangarriana, por parte de muchos, que lo venían sintiendo desde hacía mucho tiempo, años, pero a los que no se les hizo en menor caso, o se les descalificó, como se les sigue haciendo. Muchos fueron convertidos en marginados, apátridas en su tierra, otros se conformaron y callaron y así se generó este lugar ideal que lo ha llegado a ser hasta tal punto pocos son ya los que lo creen y lo sienten.
Me preguntaban hace unas horas cual podía ser el sentimiento de quienes se ven afectados por los escándalos constantes que surgen en el terreno político y que tocan a personas con las que no van esas guerras al filo de la vergüenza que supone los escándalos de las tesis doctorales. ¡ Mi opinión! Y este es un tema que me causa profundo malestar, pues en la corrupta y putrefacta España, ( que pena que el movimiento grupal de los putrefactos de la Residencia de Estudiantes quede tan lejos en el tiempo), siempre pensé que la Universidad se salvaría, pero no, no ha podido ser ..¡qué pena!, ¡y eso que ni el franquismo pudo con ella! y no me vengan con pamplinas porque a ver de donde salieron los líderes del pasado más reciente.
Por otra parte, solo a partir de la titulitis a la americana que entro en los tiempos modernos se masificó la pasión por los doctorados que en gran medida servían para garantizarse puestos en las nuevas Universidades a la carta. Quiero recordarle a los socialistas que Pablo Iglesias, el fundador, fue linotipista de imprenta, Largo Caballero, albañil, estuquista y vendedor de verduras, Indalecio Prieto fue taquígrafo y después periodista, y tuvieron papeles más que relevantes en la política española sin ser doctores en nada.
Estos escándalos, sean por parte de los unos o de los otros, degradan y avergüenzan a la Universidad española. Hoy mismo un Doctor arquitecto, otro, Doctor en Derecho e Historia, y alguno otro más ya han decidido quitar de sus tarjetas de visita su cualidad de doctores y decir a partir de ahora que son personas que estudian mucho. Si ya está tocada la Universidad, ¿Qué nos queda?
Manuel Alba