El Ministro Principal de Gibraltar, Fabian Picardo, ha ofrecido un discurso en Nueva York ante el Comité Especial de los Veinticuatro de la Organización de Naciones Unidas. Se transcribe de forma íntegra a continuación:
Señor Presidente:
Antes de que entre de lleno en mi discurso de hoy, permítame decir que estoy hablando en público por primera vez después de la masacre de Orlando y quiero hacerme eco al igual que la nación de Gibraltar en su conjunto de las palabras de condolencia hacia el pueblo estadounidense y, en particular, hacia la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, que se han expresado desde todos los rincones del mundo.
Permítame empezar felicitándole por haber asumido la Presidencia de este Comité.
Pero no quiero que esto le lleve a pensar que debería sentirse satisfecho de haber logrado la presidencia.
Puede ver que lo que sufre nuestro pueblo hoy NO es el yugo del colonialismo, sino la supresión de sus inalienables derechos legales internacionales como consecuencia de la inacción deliberada de este Comité.
Seamos claros, señor Presidente.
Este comité se estableció con un claro propósito.
Su cometido es proteger y promover los intereses de los pueblos de los territorios no autónomos, una misión en la que está fracasando estrepitosamente.
También debe quedar claro que no se les nombra para actuar como árbitros o mediadores en las disputas territoriales o de otra índole que pudieran existir entre los distintos Estados.
El experimentado y distinguido Joe Bossano se lo recordó claramente en Nicaragua hace dos semanas.
Sin embargo, su predecesor, el Excmo. Sr. Xavier Lasso Mendoza, me aconsejó el año pasado que tuviera paciencia y comprendiera los límites de la competencia de este Comité.
Me dijo incluso que invitándole a visitar Gibraltar para que opinara sobre nuestro desarrollo constitucional, yo estaba pidiendo al Comité que llevara a cabo tareas para las que no estaba facultado.
Por supuesto, él estaba equivocado y sus respuestas demuestran por qué la inacción del Comité corroe tanto el orden jurídico internacional.
Sus facultades y obligaciones se establecen claramente en la Carta y en otros instrumentos.
Sin duda alguna, sí están facultados para llevar a cabo misiones visitadoras a los territorios incluidos en la lista.
Eso es lo que le pedí al Comité que hiciera el año pasado.
Que viniera a Gibraltar.
Que viera la realidad de nuestras vidas.
En paralelo a mi solicitud de visita, a principios de este año, escribí para invitar al Comité a celebrar su seminario anual en Gibraltar.
Quiero agradecerle, señor Presidente, la franqueza y la claridad de la carta que nos envió en respuesta, en la que explicaba los motivos por los que no vendría.
Nos dijo que la supuesta «disputa territorial» relativa a Gibraltar le impide celebrar el seminario en nuestro país.
Gracias por su inusitada franqueza, señor Presidente.
Ha confirmado lo que ya sabíamos: que, en realidad, se está permitiendo que las falaces reivindicaciones de España sobre la soberanía de nuestra tierra le influyan de una manera totalmente inapropiada.
Lo que el Comité debería preguntarse es:
Si España pensaba que venir a Gibraltar les convencería de la veracidad de sus argumentos, ¿no les instaría el embajador español a que visitaran nuestro territorio?
Así que, ¿no es obvio que España sabe que la realidad sobre el terreno en nuestra pequeña nación es totalmente contraria a su perniciosa y falaz retórica?
Si no es así, le pido al Excmo. Sr. Embajador de España que nos diga por qué pretenden impedir su visita.
Este Comité haría bien en leer la trascendente sentencia del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) en el caso planteado por la Asociación de Fútbol de Gibraltar (Gibraltar Football Association) contra la FIFA, que pronto se publicará.
Este distinguido tribunal internacional revocó recientemente las objeciones de España a nuestra entrada en la organización que rige el fútbol a nivel mundial.
El TAS consideró que no existía disputa legítima sobre la soberanía de Gibraltar y que, en materia de derecho internacional público, no existe ningún litigio pendiente.
De hecho, este año se cumplen cincuenta años desde que el Reino Unido desafió al Gobierno de España a poner a prueba su reivindicación sobre la soberanía de Gibraltar ante la Corte Internacional de Justicia.
Medio siglo más tarde, España todavía no ha sometido estas cuestiones a una evaluación objetiva.
No es un aniversario digno de celebración para el Gobierno español.
Han pasado cinco décadas y ahora debe quedarles claro que España sabe que nunca podría imponerse a nosotros en un tribunal que aplica de forma justa y objetiva nuestros derechos en virtud de la Carta de la ONU y de los principios establecidos en el derecho internacional.
Como varios diplomáticos españoles han declarado después de jubilarse, las reivindicaciones españolas contra Gibraltar están totalmente viciadas.
Tras haber cedido Gibraltar por tratado hace más de 300 años, España depende ahora de la perniciosa colaboración de organismos como este Comité para hacer avanzar sigilosamente las reivindicaciones que no lleva ante un tribunal.
Porque al no actuar como deberían, no están siendo neutrales.
En efecto, están poniéndose del lado de España, contra nosotros.
Pero no se equivoquen:
España está objetiva, legal y moralmente equivocada en todas las afirmaciones que hace sobre la cuestión de Gibraltar.
Y por esa razón, nunca podrá imponer una reivindicación descabellada, ilegal e inmoral para hacerse con nuestro hogar en contra de nuestra voluntad.
Generaciones de dirigentes gibraltareños han surcado el océano para venir aquí en defensa de nuestros derechos.
Yo he vuelto a cruzar un océano este año para asistir a esta sesión y hablar durante diez minutos para mostrarles que nunca nos rendiremos.
Mi estimado compañero Joe Bossano también atravesó un océano nuevamente este año para refutar la manera en que se permite la distorsión de los informes de sus seminarios, puesto que no reflejan lo que se dijo en esas reuniones.
Estamos ante una prueba manifiesta de la manera en que este Comité está conspirando con España en contra de los intereses del pueblo de Gibraltar.
Nos aseguraremos de que quede constancia de estos fallos cada vez que ocurran.
Porque cada vez que este Comité actúa de esta manera, supone una traición a los derechos de los pueblos que deberían proteger pero que, sin embargo, tratan de socavar.
Y no permitiremos que esta traición pase desapercibida o que no se refute.
Por último, como usted sabe, señor Presidente, Gibraltar votará la próxima semana, junto con el Reino Unido, en el referéndum sobre la continuidad de la permanencia en la Unión Europea.
El Ministro de Asuntos Exteriores español en funciones ya está amenazando con cerrar nuestra frontera en caso de que el Reino Unido vote por salir de la UE.
El Sr. Margallo ha dicho que si queremos seguir teniendo acceso al mercado único europeo con posterioridad al Brexit, tendríamos que aceptar la soberanía compartida entre el Reino Unido y España.
Éste es un chantaje político infantil donde los haya.
Permítame ser claro con el Sr. Margallo, el Gobierno del Reino de España en su conjunto y este Comité, señor Presidente.
Queremos tener una relación de amistad y cooperación con el pueblo español.
Pero el pueblo de Gibraltar rechazó la soberanía compartida en el referéndum de 2002.
Entonces, rechazamos la soberanía conjunta con un 98% de los votos.
Pero es evidente que no lo dijimos lo suficientemente fuerte y claro.
Así que permítame ser inequívoco, de modo que no haya ningún malentendido ni vuelva a plantearse inútilmente esta noción distorsionada acerca de la transferencia de nuestra soberanía:
Gibraltar no está en venta.
Los gibraltareños no admitirán chantajes.
Los gibraltareños jamás se rendirán.
Nunca, jamás, seremos españoles.
España cedió Gibraltar «para siempre» en 1713 mediante el Tratado de Utrecht y nunca hemos cambiado ni cambiaremos de postura.
El Excmo. Embajador español debería conseguirles a sus responsables políticos un diccionario para que puedan consultar el significado de «nunca» y «siempre» y entender de una vez por todas nuestro mensaje.
Sé que mis palabras frustran las ambiciones expansionistas del Gobierno español de redibujar el mapa de Europa meridional.
También sé que las palabras que pronuncio hoy aquí se hacen eco de los deseos de todo el pueblo gibraltareño.
Y esos deseos son los que deberían primar si finalmente decidieran cumplir sus obligaciones para con el pueblo de Gibraltar como deben.
Para eso están aquí.
Eso es lo que la Carta les exige.
Eso es lo que esperamos.