¡Me la has jugado!, ¡tú también!. Eras de esa colección de inmortales que os habéis empeñado en llevarme la contraria de un tiempo acá dejarme solo, desganado, dejándome Francia como la concha de un caracol vacío
Pero de algún modo de los otros me lo esperaba, ¡ hasta de Johnny Hallyday y de Mirieille Darc!, o incluso de mi adorada Jeanne Moreau, con la pude compartir tan buenos momentos, pero que me resultaba más terrena, más del mundo.
Confieso que me sentí frustrado cundo una mañana me llegó la noticia de la partida de Michelle Morgan. ¡ Me la había cruzado dos veces en mi vida, la última, muchos años antes de su marcha, en el Hall del American Hospital de Neuilly sur Seine!. Era mayor, muy mayor, pero portaba el manto de la eternidad
. Su elegancia, su distinción, su belleza respetada, venerada por los años, su manera de caminar, sus gestos la hacían una joven de no importa cuántos años
También cuando este año moría aquí en mi España María Dolores Pradera, que era como tú, imposible de pensar que fuese un ser mortal, quizá con la única que puedo compararte en lo profundo de mi alma
.
Pero estaba en mi amada Francia, donde nos ha dejado Jean Piat, el último de los grandes de la escena, el Caballero Lagardère, y la cineasta Marceline Loridan- Ivens, toda la vieja guardia, ¿pero tú?
. ¡Tú no podías morirte!. Y te lo tengo que reprochar, en nombre propio y en el de Francis, si, en el de Francis Scott Fitzgerald, y en el de Astor Piazzola y Horacio Ferrer porque l tango te gustó siempre.
Tú eras como en chiquilín de bachín:
Es un hombre extraño
niño de mil años
que por dentro le enreda el piolín
Eras como el Benjamín Button que rejuvenecía con los años hasta la eternidad y nos la has jugado a todos
. ¿Cómo has podido hacernos esto?
Pocos sabrán que te conocí gracias a la Moreau y a mi pariente de Melilla, y que tuve el privilegio de escucharte cantar, incluso en una de esas retiradas tuyas que no se las creía nadie porque a ti lo que te hubiese gustado es caer fulminado arropado por tu amado público y que muchas de tus canciones recogieron lo mal que te lo hicieron pasar los que oficialmente fueron tus amigos y protectores, después devotos admiradores
Muy pocos saben que cuando fui hace dos años y algo más a Cros, Avignon y Roquemoure, además de visitar a la viuda de mi amigo Ramón Leal Aragoncillo, cuyas cenizas reposan en la capilla de su finca, me di una vuelta por el parque de Arpilles para encontrarme con un olivarero preocupado por ver como venía la aceituna ese año en un pueblito llamado Mouriès, un tipo llamado Shanour Aznavourian y no sé qué más pero conocido como Charles Aznavourian y era algo así como patrimonio del pueblo, con quien di en un bar del lugar hablando con sus vecinos de lo normal, de los problemas de la aceituna.
El viernes, en casa de mi amiga Anne Marie hablábamos de tus recitales y de que si me encontraba más repuesto quería ir a verte cantar en uno próximo que estaba anunciado no sé si en Nantes o en París, comentamos que habías vuelto de Japón y me enteraba que esa misma noche tenías una entrevista en la televisión.
Hoy leo la prensa francesa y siento que cada vez me queda menos lugar y menos motivos para añorar un lugar que tanto amé. Mis ídolos se mueren y me dejan solo con la nostalgia de un mundo que se termina también para mi.
Manuel Alba