Cada día que transcurre, aumenta en mí la sorpresa y la indignación por la dejadez con que el Estado español sigue permitiendo la sinrazón, al margen de la ley, de los dirigentes políticos catalanes. Nuestros políticos nacionales olvidan, o quieren olvidar, su principal obligación por temor al que dirán pienso yo- y andan sumidos en un mar de palabras dentro de un desierto de ideas. Mucho bla, bla, bla, pero no determinan objetivos y actuaciones posibles y, sobre todo, concretas.
Mucha retórica eso sí- y mucha profusión variopinta de fines que, por la vía actual, jamás se conseguirán y eso lo sabemos todos. El problema es que ellos los políticos-, tienen miedo a aplicar el artículo 155 de la Constitución que nos hemos dado, ese que defiende y consagra la integridad y la unidad territorial de España y que ya fue aplicado cuando Companys proclamó la república catalana.
En cambio, solo veo a cuatro tipos que viven estupendamente, maullando en el callejón sin salida en que nos ponen los de la cuestión catalana: Rajoy insistiendo en que la ley lo prohíbe y nada más, Sánchez con su cantinela de nación federal multiloquesea y nada más, Rivera con su moralina irredenta esperando captar más votos, y los podemitas viviendo de aclamaciones asamblearias y televisivas y llenando sus bolsillos a base de mentir como bellacos en el mismo tono que Maduro.
Hace ya seis o siete años que la ·cuestión catalana había que haberla arreglado de una vez por todas tras la pasada de frenada de Zapatero, de infausto recuerdo para la Historia, y mientras más se tarde, peor y más traumática será la solución, y eso lo intuimos todos, aunque no se diga en voz alta por aquello de lo políticamente correcto que retrae a tanta gente. Pero hay que echarle coraje al asunto de una vez por todas, algo de lo que, al parecer, carece nuestra clase dirigente, preocupados solamente de sus votos y de sus asientos.
¡Qué añoranza del coraje de aquel alcalde de Móstoles, pueblecito de poco más de mil habitantes en aquella época, que, con sumo valor, dio el primer paso al frente, allá por 1808, y declaró, él solito, la guerra a Napoleón!
Antonio Poyatos Galián