Hay ocasiones que nos pasamos la vida entre incertidumbres y falsas alarmas, gritos de dolores y molestias que provocan alaridos desgarradores. Con los años y las canas descubrimos que todo es bueno con equilibrio y malo con exceso.
Sabemos que entre discusiones y controversias surgen polémicas y conflictos que suelen terminar entre permisos y ocupaciones. Comprendemos, a veces demasiado tarde, que si hemos dejado algo sin hacer no podemos escudarnos bajo los argumentos vacíos, las falsas promesas y las mentiras.
La música auténtica, casi siempre nos llega, y provoca una emoción. Estábamos en la Lisboa vieja, llena de nostalgia, saudade y encanto y aquellos fados tradicionales sonaban en el epicentro de nuestros corazones trayéndonos aromas y compases de flamencos, sones irlandeses o canciones andalusíes.
Hay quienes se escandalizaran al leer estas líneas, pero será problema de su cortedad no de la expresión de mis vivencias y sentimientos. Quienes asistían a aquel espectáculo estaban predispuestos y dispuestos a llevarse la sorpresa más grande de sus vidas y disfrutar en toda su plenitud.
Aprendemos con el paso de las hojas del calendario la importancia de los pequeños detalles frente a los grandes y ampulosos gestos , a ser más cariñosos en lugar de presumir de nuestros afectos, a sumar y seguir , en lugar de restar y retroceder.
El peligro de ser sosos y aburridos frente a la pasión de servir a la gente. A veces nos fascinan las falsificaciones, porque admiramos su gran dosis de creatividad, pero más temprano que tarde nos convencemos que lo que prevalece es lo auténtico.
La vida nos enseña a ser prudentes y frenar las exigencias que consideramos excesivas. Los riesgos de la incoherencia entrañan más perjuicios que beneficios, por muy excitante que nos parezcan y lo sean las experiencias que nos asaltan en el camino.
Entre eclosiones, triunfos y fracasos, enriquecimientos y ruinas, lo bueno y lo grandioso, puede haber una gran diferencia. Recuperar el control de nuestras vidas, es tomar conciencia de nuestras limitaciones, que podemos hacer y hasta donde somos capaces de llegar.
Debemos ser respetuosos para permitir que los demás digan lo que digan sin importunarles ni interferirles. Tampoco debemos permitirnos renunciar a aquello que queremos conseguir, no podemos descuidarnos en ningún momento ni permitirnos bajar los brazos.
A veces, nosotros mismos nos sorprendemos e incluso nos alarmamos con reacciones desmesuradas ante sucesos sin importancia, mientras la vida nos va dando señales que no debemos temer a que los demás nos juzguen o nos critiquen y que el cambio es posible.
Tal vez nos olvidamos con frecuencia, de ser prácticos y resolutivos, de hacer de cada día un regalo de nuestras vidas, de ignorar las críticas injustificadas y que no tratemos de convencer a nadie. Podíamos lanzar una pregunta al aire para saber si en el futuro tendríamos lo que necesitábamos.
A pesar de las dificultades, no debemos impacientarnos. Las respuestas van llegando a medida que vamos caminando y los obstáculos se van superando con optimismo., cuando contamos con todo lo necesario para darle la vuelta a la situación.
Con nuestros cinco sentidos debemos anular a los envidiosos y a los mediocres que intentan paralizar a las mentes más creativas, tal vez porque los ponen en evidencia.
Juan Antonio Palacios Escobar