Cometí el error de ver un poquito el telediario, y como ustedes imaginarán, acabé apagando el aparato, más desequilibrado aún de lo que estoy, y con las tendencias suicidas acentuadas, por el lenguaje que utilizan los políticos de uno u otro signo, que es lo único, además de lo que cobran, que parecen saber.
El mundo se ha vuelto irremediablemente loco -pensé- y la sensatez ha cedido, alarmantemente, pasos hacia el poder de los miserables, que muestran ufanos sus desvergüenzas ante unas instituciones que premian a los delincuentes de guante blanco y castigan al precarista, al desempleado, al que hereda, a las PYMES y a los desheredados en general
pero ellos no lo dicen así, sino que utilizan una verborrea carente de sentido para el que analice un poquito sus frases. Ellos han inventado un lenguaje para lerdos, intentando pronunciar frases carentes de sentido pero que suenen bien, frases huecas para con los paganinis, con los honrados en general, con los inmigrantes, etc. Y a mi esa verborrea me sumerge en una parodia de mentecatos a la que asisto como espectador obligado, pero asombrado por tamañas estupideces, ya que lo esencial lo sabemos todos
por intuición, porque lo estamos pagando con mucho sacrificio, y las generaciones futuras, que son las que más los aplauden, lo pagarán con más dureza, mientas que ellos, los políticos, están dando ayuda financiera -con el nombre que sea- a quienes nos están estafando en nuestro trabajo, en nuestros ahorros, en nuestras hipotecas, en nuestros salarios y en nuestras pensiones.
Vivimos en estado permanente de shock, -un sin vivir-, ante un espectáculo absurdo, con figurantes de tercera, que emiten discursos vacuos adornados de sonrisas estúpidas mientras fanfarronean con memorias históricas -solo de una parte-, con masacrar el diccionario de nuestra Lengua, con diálogo con los independentistas, con decretazos, con exhumaciones, con las cifras por exceso o por defecto, que nunca sabemos si son ciertas
porque quizá esos figurantes tampoco las conocen… ellos se limitan a seguir el guion, a cobrar a costa nuestra, y mañana será otro día, mientras nosotros no pegamos ojo pensando en las nuevas maldades que nos esperarán mañana.
En medio de este maremágnum, buscamos bálsamos ante tanto asalto incondicional e institucional dotados de descarada impunidad y solamente me queda pensar en la conveniencia de interpelar: a esos guiñoles ¿por qué no los rescatan? Que se lleven a los políticos, hombre. Seguramente que peor no podríamos ir.
Antonio Poyatos Galián.