Los hijos del radicalismo son en parte los del hartazgo, los que predican las imposiciones desde sufrirlas y les ha caducado la paciencia. En unas Elecciones democráticas cada cual vota o no, lo que le da la real gana. Cierto es, que la incursión del populismo de ultraderecha o de ultraizquierda en el panorama político resultan preocupantes, ya que ambos extremos además de tocarse no resuelven nada, salvo provocar mayor tensión y crispación.
Si nos asomamos al balcón de la actualidad, si paseamos por nuestras calles, si escuchamos, vemos las noticias o abrimos los periódicos, observaremos lo agradecidos que se muestran que hablemos de ellos y de la inquietud que nos crean, quienes intentan poner en crisis el Estado de Derecho.
Entre imposiciones y caducidades, la sociedad en estos momentos está llena de contradicciones, en la que nos indignamos cuando vemos que pretenden presentar como culpables a quienes son violadas, o cuando seguimos promoviendo la caridad en lugar de exigir derechos y repartimos las migajas que se caen de la mesa grande.
Fácil resulta demostrar que es mucho mejor trabajar en equipo, que intentar arreglar el mundo, solos… De nada vale recurrir al te lo dije o conmigo ya estaría resuelto, para demostrar lo mucho que sabemos y como arreglar las cosas a toro pasado.
Cada situación que se nos presenta, exige otros mimbres y otros artesanos, solos o acompañados, sanos o equilibrados, felices o desgraciados, solemos preferir los originales a las copias y descubrimos aspectos inéditos de las personas más cercanas y conocidas.
Si buscamos mil cosas en las que pensar y trabajamos en nuevas ideas, debemos estar preparados para las sorpresas. Ante este torbellino debemos mantener la calma, y no dejar que los demás nos juzguen y nos quieran imponer y manejar su manera de ver las cosas.
No debemos obsesionarnos por impresionar a los demás, y no dudar en expresar nuestras propias opiniones, desde el respeto y la coherencia. Hemos de aceptar con alegría y gratitud los regalos que nos hace la vida, liberarnos de prejuicios y no dejarnos llevar por condicionamientos pasados.
Tenemos que aprender a priorizar y no empeñarnos en abordar las cosas difíciles cuando estemos espesos y agobiados. Disfrutemos con cada momento y no nos empeñemos en cerrarnos o blindarnos a lo mucho que podemos aprender de los demás.
Por mucho que nos empeñemos las falsedades son un engaño, y no es mejor como creen algunos una buena mentira que una mala verdad… Más temprano que tarde hacerle trampas a la vida nos pone frente al espejo y concluye en un fracaso sin remedio.
. Con el tiempo relativizamos algunas cosas y comprobamos que no llevan más razones los que más gritos pegan, ni son menos culpables los que presumen su inocencia, ni tal vez más inteligentes los que parecen más preparados y que toda tormenta amaina por muy perfecta que nos parezca.
En definitiva hay victorias que nos llevan a ninguna parte y derrotas que pueden ser bien administradas para convertirlas en pactos de intereses… A veces el futuro se encarga de destapar con toda la crueldad lo que el presente oculta con razones que no se sostienen.
Toda imposición no puede mantenerse permanentemente y tiene su fecha de caducidad, en el que manifestamos nuestra rebeldía, cansancio y hartazgo con determinadas actuaciones y comportamientos.
Juan Antonio Palacios Escobar