Tomaba un rico café que me habían servido en esa estupenda Cafetería K Rubio- a la que acudo casi a diario, con este espléndido sol de inicio de verano bañando mi rostro, solamente acompañado de mis desordenados pensamientos. Encendí mi puro y tras las primeras caladas, envuelto en las volutas de humo, me sobrevino ese ataque de tonta melancolía que suele aparecerme cuando me arañan el alma, como en estos días, sin que mi voluntad pueda ejercer su función. Tiré de memoria y sin saber por qué, recordé a los héroes de papel de mi niñez, ahora que tan escasos estamos de ellos, en el papel y en la realidad.
Les confieso que, en un rincón de mi alma, permanece anclada una colección de Tebeos de cuando yo era niño. El Capitán Trueno, Roberto Alcázar y Pedrín, Mortadelo y Filemón, El Jabato
yo crecí con todo ese muestrario de héroes patrios repartiendo mandobles por doquier a los enemigos de la Humanidad, y nunca he entendido por qué quedaron obsoletos y nos pasamos a Batman, Spiderman y otros héroes americanos del estilo, cuando aquellos héroes nuestros, mis héroes, desafiaban, cual quijotes, a las injusticias, a los malsines y a los tiranos en la búsqueda de un mundo más justo y mejor, lleno de valores innatos e inamovibles.
Con gesto noble y altivo, desafiando al futuro con brava mirada, esos preclaros héroes infantiles aún me acompañan. En una neurona de mi cerebro permanecen ancladas las viñetas de esos héroes, y sé que cuando malduermo, cuando las puñaladas desquician mi alma de Géminis, ellos se pasan a la neurona de al lado prestos a plantar cara a las circunstancias adversas. Y estoy convencido que los Tebeos formaron parte de los estratos que fueron conformando nuestra vida, son como capas de vida que fueron enterrando nuestras vivencias imaginativas, y la juventud actual, la misma que dice ir a su bola o que cuando tiene una idea dice que se le ha encendido la bombilla, ha descartado la palabra Tebeo de su precario vocabulario y la ha sustituido por comic porque suena progre, aunque carezca del significado de aquel Tebeo que era pura fábula moral y con el que aprendimos a soñar con el triunfo de los justos sobre los tiranos y de los generosos sobre los egoístas
En un rincón de mi alma, sí, permanecen ancladas esas viñetas de insubordinados personajes que anteponían el bien común a su bien personal, en contraposición a lo que ocurre actualmente y algún día tengo que ir a recuperar mi melancolía al sótano en donde, empaquetados, guardo algunos ejemplares de tan ejemplarizantes personajes.
Antonio Poyatos Galián