No sale uno de su asombro ante la proliferación de información y noticias en torno a los movimientos de oposición a Donald Trump, un señor que ha sido elegido Presidente de Estados Unidos del mismo modo que todos los anteriores, es decir, siguiendo el proceso electoral propio de aquel país. Si hubiese sido al revés y este señor fuese el perdedor, cualquiera se atrevería a organizar este tipo de circo.
Poner en duda el sistema norteamericano me parece legítimo, sobre todo porque yo pongo en duda y rechazo cualquier sistema de elección, pero este caso es sangrante porque determinada parte del mundo se erige en electora y salvadora de Estados Unidos y anima a la subversión. ¡Hasta de la chusma peliculera salió alguna voz pidiendo una declaración de Estado de Excepción que impidiese la toma de posesión, o lo que es lo mismo, un golpe de Estado!.
El mundo de los demócratas convencidos de charanga y pandereta, entre los que destacan los españolitos, quieren corregir el error de los norteamericanos que han votado a quien les promete cosas parecidas a lo que aquí y allá prometen todos, aunque parece ser que lo temido es que las promesas se cumplan allí y no se haga lo que aquí, es decir, que no se traicione al electorado, Cuando uno se acostumbra a la traición perenne en forma de pactos, coaliciones, contubernios para formar gobiernos, alegando mayorías falsas, sobre todo cuando los índices de abstención demuestran que un tercio del electorado está hastiado.
¡Qué magnifica muestra de respeto al sistema democrático se está dando con esas opiniones de los politicastros de vía estrecha y manga ancha que muestran su oposición, su rechazo e incluso su deseo de que a Donald Trump le parta un rayo!. Demuestran así que lo que creen y defienden es realmente lo contrario de lo que predican y que, instalados en el poder, cualquier medio vale para mantenerlo, diga lo que diga el electorado. Para mí, esto que está sucediendo es una muestra bastante significativa de que cada vez se va desvaneciendo más la credibilidad de un sistema que nunca fue ni perfecto, ni el mejor, ni el idílico
Los que vivimos en paraísos como la España del presente deberíamos reflexionar mucho sobre los aconteceres y para ello no hace falta demasiado esfuerzo. Con leer los titulares de las noticias de cualquier día: crímenes cotidianos de lo más variado, desde el enfrentamiento de bandas rivales de jóvenes latinos, esto es, de inmigrantes de países hispano que han trasplantado impunemente su sistema peculiar de relacionarse a nuestro país; hijos que matan a sus padres, mujeres asesinadas por sus parejas, madres o padres que matan a sus hijos
También contamos con toda una pléyade de delitos contra la propiedad que imponen nuevas conductas así el propietario de una vivienda, por la que paga impuestos en cantidades ingentes, tiene que evitar ser desposeído por ocupantes ilegales, y en el caso de que no haya podido conjurar del peligro se verá obligado a instar judicialmente su recuperación, aun a costa de ser injuriado, vejado y señalado por quienes defienden desde los cargos públicos, y facilitan en algunos casos, ese tipo de actitud delictiva. Hay que contratar seguridad privada para conjurar miedos, vivir acosado por cámaras, monitores, medidas que cuestan buenas sumas de dinero porque, sencillamente, los poderes públicos no garantizan los niveles óptimos de pacifica armonía aunque cada día se aumente el número de miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. ¡Vivimos en un Estado policial de dudosa efectividad!
Podemos leer con demasiada frecuencia que en tal operación policial, o en tal otra, han sido detenidos, entre otros, algunos miembros de esos cuerpos policiales . ¡Son excepciones!. Si, así es, pero empiezan a ser muchas excepciones También salen a la luz situaciones en las que se pone de manifiesto un irregular modo de actuar, como el reciente caso de un dispositivo antiterrorista que ha evidenciado, al parecer, un proceder de dudosa legalidad, por decirlo suavemente ¿Se siente seguro el ciudadano, confiado, respaldado? Dejo la pregunta ahí porque no quiero ahondar en el terreno de la memoria histórica y remontarme a tiempos pasados, ¡que quien me lea se tome esa molestia!
Cada vez es más frecuente el dramático suicidio de una niña o un niño que pone fin a su existencia abrumado, anulado, pisoteado por el acoso de sus compañeros de colegio Es un maravilloso titular para los medios porque brinda una oportunidad perfecta para ¿para qué?. ¿Se ha de tener como algo normal, fruto de los tiempos, el suicidio de una niña o de un niño que no puede soportar más vivir en un clima de tensión y violencia?… ¿Qué solución ofrecen los poderes públicos a esta vergüenza colectiva?.
¿Y la invasión cultural y social que ni siquiera se puede decir que sufrimos?. Impuesta a fuerza de solidaridades farisaicas, la invasión es defendida por la progresía carnavalesca, subvencionada con fondos públicos y amparada por la legislación hasta el punto que la protesta puede ser reprimida con duras penas. ¡Delitos de odio, racismo, discriminación!. Tan asumido hemos de tener esta situación que lo único que podemos hacer, porque nadie lo puede impedir, es sentir miedo, zozobra, incertidumbre Algún día habrá alguien que preguntará si no hemos asumido algo así como la aceptación de una dinámica de lento suicidio colectivo, algún día alguien preguntará cuanta gente vive de la solidaridad pagada con dinero público, subvencionada con cargo a esos impuestos que cada día aumentan porque lo exige el guión
Todavía no he conocido a ningún dirigente de asociación, o un responsable de política social, o delegado de Organismo Internacional, que junto a la protesta porque no se acogen los suficientes refugiados, expatriados, desubicados, señalen cuanto aportan de su peculio para tales fines, o cuantas personas amparan bajo su techo . ¡Igual resulta monstruoso decir esto!. ¿Es disparatado?.
Y, ¡cómo no!, el desafío catalán Todos los días crece algo que se convirtió en conflicto sin tener por qué serlo Si cualquier ciudadano desafía el Ordenamiento Jurídico, ya puede ir preparándose para las consecuencias que le reportará su conducta, pero si el desafío a la Ley se institucionaliza y se pretende convertir en derecho, individual o colectivo, por parte de unos iluminados, ya estamos hablando de otra cosa. Así, dia tras día, mes a mes, año tras año, la bola crece en la medida que lo hace la cobardía del Estado. ¿Se puede tolerar el chantaje permanente?, ¿se puede admitir este desgaste?. Lamento tener que darle la razón a aquel sujeto que hoy se encuentra ascendido al cielo de los buenos oficiales que se llamó Manuel Azaña Que quien quiera se lea sus Diarios o los diálogos que constituyen La velada en Benicarló y podrá saber a que me estoy refiriendo. ¿Habrá alguien con los suficientes reaños para que, algún día, con la Ley en la mano, diga basta ya, hasta aquí hemos llegado?.
Y podemos seguir pero tampoco es necesario. ¡Seguramente todo lo que he escrito no es más que el fruto de mi insolidaria intolerancia, una apreciación individual y aislada de alguien anómico, un elemento aislado!, ¡seguramente soy el único!. ¡Un heterodoxo que se niega a admitir que vivimos en un paraíso que avanza y progresa, obstinándose en su visión negativa!. ¡Será eso!. Tal vez por eso no soy capaz de ver que estamos en unas condiciones sociales envidiables, gozamos de una estabilidad y una paz social consolidadas, en una democracia ejemplar, tan ejemplar como para legitimarnos poder censurar a los británicos por iniciar su abandono de la idílica Unión Europea, a los húngaros, o a los búlgaros, o a los polacos, por elegir gobernantes que se oponen a admitir ser invadidos por imperativo comunitarios, a los rusos por mantener a Vladimir Putin como dirigente y ahora a los norteamericanos, que no han aprendido de nosotros la manera de proceder y han elegido, tal vez por falta de experiencia y madurez democrática, al Sr. Trump, con lo bien que iba el mundo y la de conflictos que resolvió su antecesor, el Sr. Obama, un maravilloso prodigio de la naturaleza que tiene como gran mérito ser subsahariano del Estado de Hawái.
Manuel Alba