Vuelvo a escribir después de haber pasado un término durante el cual me impuse el silencio como respuesta a las circunstancias que me rodeaban, a la vida cotidiana que he seguido observando, día a día, viendo, escuchando cada uno de sus latidos, pero evitando hacer el mínimo comentario. En el mundo moderno existe un temor absoluto al silencio, se vocifera, hay que hacerse oír, hay que hacerse ver, hay que hacerse notar, digamos que en el término silencio incorporo todos los aspectos que hacen al humano ostentosamente visible ante la masa de tal modo que no siendo sino masa, se haga marcadamente patente su presencia en la misma. El silencio, la ausencia de esa manifestación visual y sonora, o escrita, resulta cruel castigo para el humano, le introduce en el vacío de una soledad sin objeto ni por qué, porque su superficialidad no le permite encontrar beneficio ni sentido a tal estado que jamás alcanzará por deseo o voluntad propios.
Deje de opinar, deje de escribir en unos momentos en los que también mi salud me asestaba un duro golpe, otro más, aunque hubo quien lo interpretó como muestra de que me rendía y me integraba en el redil de lo correcto, pero, realmente, cuando he señalado que volvía a escribir no me he expresado con suficiente corrección puesto que he seguido siempre con mi libretilla de tapas negras y mi libro a cuestas, y así se me ha visto en las terrazas de los cafés, en las esperas del turno del juicio que me toque celebrar, en la consulta del médico, y tomando mis notas, tomando mis apuntes, mis reflexiones. Muchas veces hasta produciendo cierta perplejidad por verme leer materias tan supuestamente alejadas de mi campo como la Arquitectura, la Física o la Botánica
En estos meses no ha habido, desde mi punto de vista, ningún tipo de cambio trascendente en los acontecimientos, a pesar de lo mucho que parezca a los demás que España y Europa, el Mundo incluso, nada han cambiado. ¿Una opinión estrafalaria, verdad?…¡ Depende de cómo se mire y cual sea el objetivo marcado!. Si se razona desde la perspectiva de quien ve desde fuera, desde lo más fuera posible, el panorama, el objetivo que en la Sociedad tiene marcado el conjunto de sus miembros agrupados en torno a los partido políticos es el Poder: alcanzarlo, mantenerlo, no perderlo, evitar que otro lo obtenga. El Poder que se ejerce desde el Estado, que representa el interés general, algo en lo que los que se llaman de derechas y los que se dicen de izquierdas, incluidos los de las extremas y ese centro de ambas partes, extensible y elástico como el chicle, es en lo único que están de acuerdo, no porque se lo crean sino porque si no convencen y sugestionan a la gente con la idea de que hay un interés general y que este solo lo puede generar el Estado, no se justifica el direccionismo del Poder.
Nuevos o clásicos, los Partidos se sitúan en el plano político a la caza del Poder, a preferir de todo, y si no puede ser, pues de una porción. En España se han visto en estos dos últimos años las mayores aberraciones al margen de la Sociedad, la fractura social, la dispersión de criterios y la imposición de la falsedad y la mentira, la vulneración de derechos constitucionales y la consagración de la desigualdad de los españoles con la concesión de diferente trato a unos u otros según convenga a la obtención y mantenimiento del Poderque según dicen emana del pueblo
¿de que pueblo?… ¡Yo solo observo y veo! ¿Qué es lo que veo?: ¡Que no queda títere con cabeza?
¿Y la Sociedad?. Hubo un suizo muy humanitario, paradigma de bondad y consagrada divinidad de la pedagogía y la convivencia, tenía como compañera sentimental, a la Sra. Levasseur, a quien sometió durante treinta años a las mayores vejaciones y malos tratos . Los cinco hijos que tuvieron fueron entregados al hospicio nada más nacer, sin consentimiento de ella porque la sola idea de que le perturbaran, le molestaran en sus meditaciones le aterraba, se llamaba Jean Jacques Rousseau y fue el creador de la idea de la existencia de una voluntad general del pueblo de un interés general que se corporizaba en el Estado, genialidad que crea en su famoso Contrato Social . Ni que decir que las refutaciones a tal principio, hoy axioma, dogma, pocos las conocen, pero como uno lee tanto, puede indicar que si leen Contrato Social observarán, leyendo después que en un repaso a La Libertad y su Traición del profesor Isaiah Berlin, que ahí está el germen de todos los totalitarismos que después se conocerían. La Sociedad no tiene ningún interés propio, independiente del de los individuos que la formán, es una suma de intereses individuales, lo demás es una entelequia, una mística laica y ese supuesto interés general coarta la libertad hasta el punto que se vice en el presente: libertad condicionada a una voluntad general del pueblo que no es, ni voluntad general, porque se muestra dispersa entre las diversas sugestiones de los aspirantes a detentar el Poder, ni es del pueblo, porque se ve sometida a los pactos y componendas post electorales.
La Sociedad es marginal, está al margen de este juego, es evidente y ahora , en momentos como las elecciones de Andalucía, con el surgimiento de ese parido VOX se encienden las alarmas : ¡Fascismo, Fascismo!… En primer lugar, la gente no sabe que es fascismo, ni los líderes de pacotilla de los Partidos Políticos, porque el Fascismo no se desarrolló en sus términos estrictos en la época abominable de la primera mitad del siglo XX, y ¡ojo!, que nadie olvide quienes fueron sus principales puntos de apoyo, porque les convino hasta que se les fue de las manos, tensionar a Europa; en segundo lugar, porque han seguido las reglas del juego de todos y han hecho hasta ahora lo que todos, presentarse porque aspiran al sacrosanto poder del Estado.
El caramelo del llamado Estado del bienestar ya no vale en España, ni en Europa, es un viejo invento de Otto von Bismarck, su socialismo de Estado que tras la I Guerra Mundial se expandió haciendo de la Alemania de la República de Weimar un Estado de Bienestar sobrecargado, como dice David Crew en su Germans on Welfare. From Weimar to Hitler donde el autor constata que la crisis económica, la gran depresión y el desempleo masivo destruyeron el sistema y arrasaron el bienestar. La importancia de esta obra de Crew la ha convertido en un referente hasta el punto de ser citada por otros autores por ejemplo Jerònia Pons y Javier Silvestre en su Historia del Estado del Bienestar en España 1900 1945 , o Axel Káiser el La Tiranía de la Igualdad.
El Estado del Bienestar ha hecho aguas y a la vista está con la sobrecarga que sufren países como Italia, Grecia, España y Francia, principalmente, la solidaridad impuesta a base de criterios confiscatorios tarde o temprano estalla y nunca falla aquella que llamaba Adam Smith la espontanea generosidad del espíritu humano, y en el tiempo que he pasado viendo, observando en silencio todo lo que he contemplado es más de lo mismo.. Me reitero:¡En estos meses no ha habido, desde mi punto de vista, ningún tipo de cambio trascendente en los acontecimientos, nada ha cambiado!.
La lucha por el puro Poder, la degradación progresiva del valor de la excelencia, la devaluación de valores, la exaltación de la falsedad, la admisión de la mentida de los unos y los otros no como mal menor sino como incluso estrategia necesaria, el enfrentamiento y la violencia, el recurso a la algarada y a la movilización callejera si no salen las cosas como gustan a unos y a otros, cuando unos y otros responden al mismo patrón tipo, ¿Acaso no es igual que antes, tal vez con mayor grado de deriva? ¿Existe una perspectiva real, valida y creíble de regeneración europea con Francia en su situación presente, las discrepancias sobre la política de refugiados e inmigración aumentando entre los miembros de la UE, la crispación de Italia, la salida de Gran Bretaña.
Tal vez empiece a ser el momento de la España, la Europa del ciudadano, del individuo, del silencio, de no tenerle miedo al silencio y la soledad y que cada uno se dedique a si mismo su tiempo de pensar a un nivel, a su modo, si no es hora de decir ¡Basta ya y todos, absolutamente todos fuera! Es cuestión de no dejarse arrastrar, ni seducir, ni sugestionar, sino de imponerse. Cuando seamos capaces de darnos cuenta de que no existe ni derecha, ni izquierda, ni extremas de un lado ni de otro y mucho menos el famoso centro, sino un numeroso, más que excesivo grupo de personas que ejercen el poder sobre nosotros, los ciudadanos, que quieren el poder y que viven del poder, con el consentimiento de esa Sociedad que no tiene vida propia sino que somos cada uno de nosotros, igual el Mundo despierta con la vista el objetivos más elevados.
Manuel Alba