No siempre lo blanco es blanco. No siempre las enseñanzas de las escuelas son verdades imperiosas y, probablemente, uno de los grandes fallos del ser humano sea guiarse únicamente por la lógica, por lo razonable, dejando fuera uno de los mecanismos más increíbles del ser humano: la intuición
Porque, está demostrado, que el intelecto siempre tiene razón en sus planteamientos, pero la intuición nunca se equivoca. Así vemos que el intelecto de los agentes sociales falla estrepitosamente ya que por ejemplo, ni siquiera se olió venir la recesión de años anteriores y ahora no quieren ver la recesión que avecina .Ahora, tan obcecados como están nuestros políticos con hacernos creer que todo es normal, que todo vale, que no pasa nada, que esto es sostenible, que aquí cabe todo el mundo aunque no aporten nada, han dejado de lado ese factor humano que decía, ese factor humano que no entiende de mercados, ni de IBEX, pero que “intuye” que estamos entrando en una nueva ERA en la que perderemos gran parte de nuestros “lujos”, dando paso a un tiempo de grandes esfuerzos y sacrificios.
Si escuchamos con sinceridad a nuestra intuición, empezaremos a encajar las piezas del puzle que nos tiene descolocados, y a entender que varias generaciones de penosos individuos gobernantes -que apoyamos si son “de los nuestros”- han dejado un legado de esclavitud y desolación a las generaciones venideras.
Se deberían tomar medidas esenciales para apaciguar el ánimo de una ciudadanía que va acercándose peligrosamente hacia el suicidio mental y emocional… porque nuestra intuición nos dice que ya nada podrá ser lo mismo que antes, gracias a las “actuaciones” de los politicastros que digo.
El factor puramente humano -también la intuición- es luchar por cosas fundamentales vinculadas con la dignidad del ser humano, pero de lo primordial no quiere hablar nuestra lógica, porque no siempre el ser humano está dispuesto a asumir la responsabilidad de corregir los errores que nos han llevado a la situación en que nos encontramos, al borde del despeñadero, sosteniéndonos en pie a base de plegarias, de ansiolíticos y de maltrechas esperanzas saturadas de indignación.
Antonio Poyatos Galián.