¿Qué nombre se le puede dar a lo que está ocurriendo sin que ninguna susceptibilidad se sienta herida en este extraño sitio?. ¿Cómo calificar unos acontecimientos que muchos esperábamos que ocurriesen sin tener que recurrir a términos que redunden en los malos presagios que ya en alguna ocasión se anunciaron?. He oído en el transcurso de unas cuantas horas manifiestos y discursos, proclamas y alegatos de tirios y troyanos ante unos hechos que están consumándose jornada tras jornada.
“ Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,
humaredas perdidas, neblinas estampadas.
¡qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,
qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua!”
¿Lo recuerdan?, pertenece a un poema de Rafael Alberti titulado “Nocturno”, que termina diciendo “Siento esta noche heridas de muerte las palabras.” Si, las palabras están heridas de muerte porque de tanto usarlas en vano se han desgastado, de tanto abusar de ellas, de tanto vejarlas y hacer con ellas falsas promesas, discursos engañosos e instrumento de perverso chantaje las han herido de muerte.
Las imágenes frente a los discursos en un panorama de fracaso de un sistema, de un modelo de convivencia, de un volver a unos tiempos indeseables, y en el mismo poema el propio Alberti lo advertía, pues lo comenzaba así:
“Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre
se escucha que transita solamente la rabia,
que en los tuétanos tiembla despabilado el odio
y en las médulas arde continua la venganza,
las palabras entonces no sirven: son palabras”.
¿No tienen los acontecimientos del presente, los movimientos del presente, las ideas de lo que llaman progresía del presente mucho de esa rabia, de ese odio, de esa venganza que ya se ha desbordado y no es capaz de contenerse ni en la sangre , ni en los tuétanos, ni en las médulas…? Porque no solo en los sucesos que asolan una parte de mi querida España a base de fuego e insurgencia, cocteles molotov, ladrillos y sabotajes, coacciones y amenazas, promesas de continuar por los caminos de lo imposible y maltrato y desprecio a la mayoría de los españoles que son los que, al fin y al cabo, hicieron que aquel rincón patrio fuese rico y privilegiado, no, no solo por esos acontecimientos sino por el conjunto de hechos y circunstancias que nos rodean podemos evidenciar que vivimos asentados en el odio, en el rencor y en la revancha. Tratamos de compararnos a otros países del entorno pero es imposible, absolutamente imposible, porque mientras los demás consiguieron hacer el esfuerzo de cicatrizar sus heridas y superar las situaciones traumáticas que separaban a unos y otros para emprender tareas comunes y levantarse, aquí hemos ido almacenando y cebando iras y rencores. Franceses, alemanes, belgas, italianos, todos los que en la II Guerra Mundial vivieron también una Guerra Civil porque hubo de los unos y de los otros, no se olvide eso, supieron superar sus diferencias y reconstruirse reconciliados. Nosotros, muy al contrario, hemos esperado para vivir de la renta de la Guerra de nuestros abuelos, seguimos sacándole partido jugando a los buenos y a los malos, a las memorias de la historia que ya no mueven molinos sino muertos a los que no se dejan en paz sino que se sacan y pasean para que el odio, el resentimiento y el rencor aumente sus dosis y la mala leche crezca un poquito más entre los unos y los otros. ¡Mientras siempre hay quien saca provecho!. Cuanto gusta hablar de la Transición, y ya se ve que ha servido para poco en cuanto a cerrar definitivamente las páginas del pasado, y para mucho en cuanto para encender las hogueras que en estos días arden en las calles de algunas ciudades españolas… Sí, porque de aquellos privilegios para unos en base a unos argumentos “históricos” hoy gozamos de este magnífico espectáculo en unos momentos en los que los politicastros que no han sido capaces de poner en marcha un Gobierno durante tan prolongado espacio de tiempo, tampoco tienen la valentía de dar el paso adelante para cortar de raíz los sucesos a los que no sé qué nombre ponerle porque al Jefe de Gobierno “en funciones” no le parecen lo suficientemente graves como para actuar de manera contundente pues supongo que ha de esperarse a que haya algunos muertos, veinte o treinta no sé si serían bastantes, para decir ¡Caramba, hay que pensar que es hora de plantearse la posibilidad de intentar un acercamiento de posiciones de cara a obtener que el gobierno de la Autonomía Catalana imponga el cese de la violencia!. Los partidos de la oposición están más atentos al efectivísimo de cara a las elecciones, y la sociedad no catalana está en un estado de hartazgo que o se ha inmunizado con respecto a lo que pase allí o ha optado por sentir auténtica repugnancia por lo que otrora fuera un lugar tan querido por todos.
Me llaman amigos de fuera de España y me preguntan si es seguro venir aquí… incluso se preocupan por mi propia seguridad y es que las imágenes que se transmiten muestran algo que no parece que pueda ocurrir en un país de Europa. Ni Francia, ni Alemania, ni los ingleses, ningún lugar consentiría que esa situación caótica, propia de los conflictos bélicos que en su día asolaron los países balcánicos, que aquí se tolera por el complejo de inferioridad propio de la debilidad del sistema y la cobardía de un Estado inseguro. ¡Y ante la perspectiva de unas Elecciones, más inacción, y más efectos teatrales, como el célebre traslado de Franco, incluido el helicóptero!. ¿Se le ha preguntado a la gente, ya que son tan aficionados a las encuestas los politicastros de estas tierras? Habría que saber a cuantos españoles les resulta prioritario pasear a Franco a estas alturas, a un señor del que nadie se acordaba ya, y al que han resucitado con este circo, pues ya no quedaban, por el mero transcurrir del tiempo, ni nostálgicos. Con el paro, la inseguridad ciudadana, la delincuencia que ya sabemos que no se debe asociar por dogma de Ley de lo políticamente correcto a la inmigración ilegal e invasiva, y otros tantos problemas prioritarios, seguramente que a los españoles les traería sin cuidado el que a Franco lo desenterrasen o lo dejasen, o hicieran lo que quisieran, pero este Sr. Sánchez y sus muchachos lo han convertido en la máxima necesidad de los ciudadanos.
¿Cómo llamar a todo esto? Tal vez el gran desbarajuste nacional, la hecatombe patria, el desatino supremo, aunque, para mí esto tiene toda la pinta de un estado de guerra que tenderá a extenderse, y al que se atenderá cuando sea peor el remedio que la enfermedad, cuando los focos se reproduzcan en otras regiones por aquello de los agravios comparativos y empiecen a surgir por acá y por allá fenómenos similares.
Y he de seguir con el poema de Alberti, cuyas estrofas he desordenado deliberadamente .
“Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
lo desgraciado y muerto que tiene una garganta
cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar lo que no puede por imposible, y calla.”
Cierto es que en una España en la que nunca hubo tanta prohibición como ahora, tanta censura como ahora, tanta persecución como ahora, eso sí, ¡por el bien de todos!, se puede sufrir esa pobreza, esa mezquindad y esa tristeza que dice el poeta, al no poder gritar lo que se desea por ser imposible y callar, pero para mí es imposible lo contrario, ¡no gritar y callar!, y, por cierto, entre estrofa y estrofa, Rafael Alberti pone siempre dos palabras…. Les transcribo ahora el texto ordenado y completo:
Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre
se escucha que transita solamente la rabia,
que en los tuétanos tiembla despabilado el odio
y en las médulas arde continua la venganza,
Balas. Balas.
Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,
humaredas perdidas, neblinas estampadas.
¡qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,
qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua!
Balas. Balas.
Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
lo desgraciado y muerto que tiene una garganta
cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar lo que no puede por imposible, y calla.
Balas. Balas.
Siento esta noche heridas de muerte las palabras.
Manuel Alba 18 oct. 19
No pude leer toda tu parrafada, lo que se es:
1*) Que todos debemos estar unidos y no aceptar la chantages, ni la prohibición de nuestros pensamientos