Desde el recuerdo y la memoria, quien escribe, acostumbra a rememorar a aquellos que hace décadas escribieron significativas palabras que un buen día fueron monopolizadas por tendencias políticas muy determinadas cuando no fueron ellos mismos los que se significaron por sus propias ideologías, en tiempos en los que existían ideologías, claro está, y en los que había también ideas y valores intocables en los que unos y otros siempre estuvieron de acuerdo, y suenan en mi a estas horas estos versos:
“Nosotros somos quien somos.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.
Ni vivimos del pasado,
Ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.
Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto”.
Pertenecen a un poema de alguien tan comprometido como Gabriel Celaya que suenan presentes, frescas, vivas, en estas horas desafortunadas, el mismo poema en el que proclama:
“Españoles con futuro
Y españoles que, por serlo,
Aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.
Recuerdo nuestros errores
Con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.
Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.
No quiero justificarte
Como haría un leguleyo,
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso”.
¿Por qué, cual es la razón por la que nos hemos de negar tozudamente a que los muertos entierren a sus muertos y, sin dar por bueno el pasado, mirar de una vez y para siempre en el futuro?, ¿Cuál es el motivo que nos ata apasionadamente a revivir el pasado y revolvernos en el fango con obstinada satisfacción?
Junto a las palabras de los poetas resucitan en mi mente las de algunos políticos de tiempos pasados, palabras como estas: “La desafección de Cataluña (porque no es menos) se ha hecho palpable. Los abusos, rapacerías, locuras y fracasos de la Generalitat y consortes, aunque no en todos sus detalles de insolencia, han pasado al dominio público”, y no fueron pronunciadas por ningún líder de la derecha sino por D. Manuel Azaña, Presidente de la II República Española. Ortega y Gasset tenía una visión tan pesimista que le llevó a señalar que “el problema catalán no se puede resolver, sólo se puede conllevar; es un problema perpetuo y lo seguirá siendo mientras España subsista” ¿Será verdad?, ¿Tendrá que ser así?, ¿No podremos ser nunca españoles con futuro?.
Juan Negrín también clamaría en su momento: “A la victoria del primer día se mezcla la traición de los separatistas de la Generalitat” pero ya las izquierdas se han olvidado de quien era Negrín, solo se acuerdan de pasear a Franco, pero el PSOE debía recordar que el Dr. Negrín, médico canario, era el Presidente del Gobierno Español, antecesor pues del Sr. Sánchez, en plena Guerra Civil, siendo el ya nombrado Manuel Azaña Presidente de la República y palabras suyas también fueron estas:
“No estoy haciendo la guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. De ninguna manera. Estoy haciendo la guerra por España y para España. Por su grandeza y para su grandeza. Se equivocan gravemente los que otra cosa supongan. No hay más que una nación: ¡España! No se puede consentir esta sorda y persistente campaña separatista, y tiene que ser cortada de raíz. Nadie se interesa tanto como yo por las peculiaridades de su tierra; amo entrañablemente todas las que se refieren a Canarias y no desprecio sino que exalto las que poseen otras regiones, pero por encima de todas esas peculiaridades, España”.
Deberían de recordar, de haber recordado siempre, los socialistas, como todos los partidos políticos de la izquierda que jamás fueron ni regionalistas ni autonomistas y que sus líderes históricos tenían meridianamente claro la unidad de España. Tanto es así que el propio Juan Negrín rotundamente afirmaba:
“El que se oponga a la política de unidad nacional debe ser cesado de su puesto fulminantemente. Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones, que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco sin otra condición de la que se desprendiese de alemanes e italianos. En punto a la integridad de España soy irreductible y la defenderé de los de afuera y de los de adentro. Mi posición es absoluta y no consiente disminución”.
Y el Presidente de la República, Azaña, que impulsó a comienzo del régimen republicano el Estatuto Catalán quedaría tan frustrado y desengañado que también se pronunciaría en términos semejantes a su Jefe de Gobierno con respecto a los gobernantes catalanes:
«Yo nunca he sido patriotero. Pero ante estas cosas me indigno. Y si esas gentes van a descuartizar a España, prefiero a Franco. Con Franco ya nos entenderíamos nosotros, o nuestros hijos o quien fuere. Pero esos hombres son inaguantables. Acabarían por dar la razón a Franco. Y mientras, venga poderes, dinero y más dinero».
El propio Azaña le haría un inventario a Pi y Suñer, en una entrevista en Valencia, ya avanzada la Guerra Civil de todas las invasiones y asaltos de competencias de la República que la generalidad habia ido realizando aprovechando las circunstancias:
«Asaltaron la frontera, las aduanas, el Banco de España, Montjuic, los cuarteles, el parque, la Telefónica, la Campsa, el puerto, las minas de potasa, crearon la consejería de Defensa, se pusieron a dirigir su guerra que fue un modo de impedirla, quisieron conquistar Aragón, decretaron la insensata expedición a Baleares para construir la gran Cataluña de Prat de la Riba…»
¿Cómo explicarse esta situación a la que nos ha llevado toda la reciente historia sin sentido es nuestra España?. Quien no quiera creer que lea, que busque y que investigue. Ni socialistas, ni comunistas, ni los miembros de Izquierda Republicana, ni anarquistas, nadie apoyo las tentativas independentistas catalanas, mucho menos las que se realizaron a traición, aprovechando las circunstancias de la Guerra Civil. No se puede explicar que el PSOE, lo que resta del comunismo español, la izquierda que tanto se precia de serlo no defiendan eso que Negrín o Azaña defendieron al son de los cañones y el estallido de las bombas, que hacían la guerra por España y para España y que llegaban al extremo de preferir entregar a España a Franco antes de verla rota. ¿Qué estamos pensando y consintiendo? ¿Qué piensa usted, Sr. Sánchez?, ¿Qué piensan los Sres. Casado, Rivera, Iglesias, Errejón, todos los dirigentes políticos, si ni siquiera es viable el régimen de las Autonomías por motivos sociológicos, históricos y económicos?
Hoy debe de sorprender a muchos que alguien como yo, tan lejos de Azaña y de Negrín, y del propio Celaya, al que llegué a conocer, los evoque y asuma sus palabras plenamente en estas horas y quiera tener la esperanza de que somos:
“Españoles con futuro
Y españoles que, por serlo,
Aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.”
Manuel Alba
18 de octubre de 2019