En una sociedad democrática como la española, cada cual y cada quien, tiene perfecto derecho a expresar sus opiniones y a mantener sus posiciones, lo que nadie debe es tener la tentación de buscar enemigos fuera de sus criterios, e imponer sus ideas sobre todo aquel que no piense de la misma manera.
Y esto, que podría parecer ciencia ficción, está ocurriendo en la realidad, aquí y ahora, en el Estado Español. Concretamente en Cataluña, sin ir más lejos, que hasta que no se demuestre lo contrario, ni es una República Independiente .ni nada que se le parezca.
Señores del Govern, señor Puigdemont, omnipresente desde Waterloo ¿A qué juegan? ¿Se dan cuenta que están arruinando a Cataluña? Y que hagan ustedes lo que hagan, manden a los CDR a tirar piedras y adoquines a los Mossos, y a luchar contra el resto de la población, no lograrán imponer su GRAN MENTIRA.
Nos parece bien que la gente salga a manifestarse pacíficamente pero resulta reprobable , es un derecho que nos asiste a todos, pero a todas luces, cualquier atisbo o acto de violencia es además de ilegal e ilegitimo , muy peligroso , porque pone en peligro la convivencia.
Da pena ver Barcelona y otros muchos municipios catalanes”patas arriba”. Con la violencia, solo van a conseguir concentrar el rechazo de la inmensa mayoría de la población, que quiere hablar, dialogar, conseguir avanzar, pero no imponer sus sinrazones y destruir cualquier puente que se tienda, ni sembrar odios y discordias que vean como enemigos a todos los diferentes.
Estamos en la recta final de una extraña campaña electoral, tal vez la más corta de nuestra historia democrática, y con un serio problema encima de la mesa del País, Cataluña y su integración territorial dentro del Estado Español al que pertenece.
Entiendo, que va ha sido una campaña un tanto aburrida, y en la que los votos y escaños se han jugado en las televisiones, en las emociones y en la guerra sucia de todos contra todos. No nos podemos permitir, como demócratas y como españoles, que nadie desde sus posiciones tenga la tentación de imponernos nada.
Ni manipulaciones, ni fantasmas, ni mentiras, ni encubrimientos. Cada cual debe tener la valentía de defender sus posturas, sus ideas, sus proyectos y programas, sin complejos y asumir que los otros son sujetos con los que hay que hablar, desde la diferencia y la discrepancia.
Los grandes retos de nuestro presente y futuro, son una permanente resolución de conflictos, lo que no ocurre en una dictadura, ya que la única divergencia está en una permanente batalla entre el opresor y el pueblo soberano.
Podemos innovar y fomentar la accesibilidad a otros caminos y otros descubrimientos que nos hagan nuestras vidas más fáciles y agradables, volver a plantearnos la activación y reactivación de cosas que no existían o aquellas que teníamos olvidadas e invisibles.
Entre incertidumbres y confianzas, vamos asentando nuestras posiciones y no necesitando reafirmándonos con imposiciones indeseables, que desvirtúan y lo contaminan todo, disfrazando las realidades, y exagerando lo que debería ser contemplado como normal.
A veces los contentos y descontentos, no pueden ni deben reducirse a números y estadísticas, ya que hay matices que los cuadrantes no recogen. Son circunstancias y aspectos cualitativos difícilmente cuantificables.
Juan Antonio Palacios Escobar