Como yo lo veo, sufridos lectores, uno de los peores ímpetus que nos ha traído esta nefasta forma de vida, ha sido dejar de lado toda espiritualidad y dejar que prevaleciera lo material, el egoísmo. Los Egos, en general, campan ahora a sus anchas por las arterias de esta sociedad crispada, hiriente y deshonrosamente arrodillada. En décadas pretéritas, nunca habíamos mirado tanto por nosotros mismos, quizá porque teníamos claro que para sobrevivir habíamos de caminar juntos.
Y, pienso yo, que el problema del egoísmo, sobre todo, es el problema de una humanidad enferma de pedantería, de modas, de costumbres y cánones absurdos, que ha estado viviendo durante décadas por y para el beneficio propio e inmediato… y no ha habido respeto, ni ética, ni normas morales, ni ganas de plantearse adonde acabaría toda esta locura, mientras alimentábamos a mayor abundancia nuestro Ego, siempre lejos de ese faro espiritual que nos guiara hacia cosas realmente importantes para nuestra supervivencia como seres humanos.
Esta ha sido la consecuencia de querer vivir aceleradamente, con pocas reglas morales, sin mirar por los retrovisores, y ahora, tan desvalidos como estamos, la única salida de esta crisis moral que padecemos pasa por dejar a un lado los egos, evitar que lo material lleve el mayor peso de nuestras preocupaciones y retomar lo espiritual que llevamos dentro pero que está “oxidado”.
El autor -Eckhart Tolle-, de un buen libro que me recomendó mi buen amigo, Antonio Luis -un gran tipo, por cierto-, nos enseña en ese libro, cómo actúa normalmente nuestro Ego y asevera: “El despertar espiritual no es ya una opción, sino una necesidad, si queremos que la humanidad y el planeta sobreviva”. Y deberíamos pensar sobre ese mensaje, sobre la espiritualidad, para que nos guíen en mayor medida esas normas morales y contrarrestar el impacto de las leyes que nos impusieron la sucesión de pésimos Gobiernos que nos han pastoreado los últimos cuarenta años y que dejaron la justicia y la ética en donde los fingidores dejaron la veracidad.
Lo he dicho en repetidas ocasiones desde este mismo espacio: por mucho que nos hablen de buenismos y de igualdades, yo pienso que jamás hubo en este país tanta doble moral, tantos discursos rancios, falsos y vacios de contenido por parte de unos políticos guiados por su Ego. Si leemos sus peroratas entre líneas, veremos que únicamente buscan su prosperidad personal y no el bienestar de todos y cada uno de nosotros, y ese mensaje ha calado, como agua fina, y desde las aulas, en la mayoría nuestros congéneres, y, claro está que, con ese cansino discurso, nuestro Ego sigue erre que erre: ande yo caliente…
Ególatras que nos intentan vender azufre por incienso, han logrado insuflar en los jóvenes de 5 generaciones, que Filosofía, Ética, Moralidad, Honestidad, etc. eran zarandajas que no eran aptas para esa clase de realización personal basada en “el triunfo”, según lo entienden ellos y según se ha predicado desde las escuelas – grandes colaboradores en esos adoctrinamientos- e institutos de nuestro mundo, centrados en la apariencia, en los envoltorios, en lo artificial, en el humo… y creo que es una urgente necesidad, desde las todas las Aulas, retomar lo esencial, lo espiritual, los valores éticos, en detrimento de lo material, para nuestra realización personal y nuestra evolución como seres humanos.
Hay que rebobinar amigos lectores. Soy consciente de que esto es como predicar en el desierto…pero he querido dejarlo escrito.
Antonio Poyatos Galián