Llevamos ya siete meses de pandemia y vamos conociendo día a día las consecuencias de esta catástrofe sanitaria y económica a la que todavía le queda un largo camino para que podamos conseguir la vieja normalidad. De hecho seguimos estando ( lo digan o no) en un estado de emergencia del que no se si muchos tienen conciencia de ello.
Pero esta pandemia, además de toda la tragedia que nos conlleva, también produce un fuerte impacto psicológico por esta tensión constante en la que estamos inmersos. La angustia, la ansiedad y la depresión también son parte ya de nuestra vida.
El Coronavirus ha provocado y provoca un gran sufrimiento colectivo que es la suma de millones sufrimientos individuales y no podemos olvidar ese gran impacto psicológico por el terremoto que ha provocado en nuestro bienestar, en nuestros equilibrios, y en nuestras relaciones tanto personales como familiares.
Antes del Coronavirus, la salud mental ya era una de las áreas más desatendidas en la salud pública con unas cifras terribles que llegan a los 1000 millones de personas que viven con un trastorno mental en el mundo y 3 millones de personas que mueren cada año por el consumo nocivo de alcohol y una persona que se suicida cada 40 segundos. A todo esto le añades los efectos de la pandemia: el miedo, la preocupación, el estrés, los problemas de aislamiento, lo desconocido, el desempleo, la propia enfermedad y, por supuesto, las muertes.
No hay duda de que la crisis del Coronavirus está poniendo a prueba nuestra salud mental y nuestra capacidad de respuesta a este bicho desconocido. 47 millones de personas en España, hemos estado aislados, confinados durante tres meses en el Estado de Alarma. Según un estudio del Consejo General de la Psicología de España, más de diez millones de españoles pueden sufrir secuelas psicológicas derivadas de la pandemia. Y también los efectos de la cuarentena y los distanciamientos físicos pueden tener en unos meses sus efectos adversos.
Otros viven con el miedo a contraer el virus, el propio teletrabajo en hogares no acondicionados, el desempleo, la educación de los niños y las faltas de abrazos y besos con los seres queridos. Todo esto también pasa factura.
Por todo ello es necesario y fundamental que se invierta más en salud mental. Es un derecho no un capricho porque la salud no es sólo ausencia de enfermedades sino que es un estado de bienestar físico, mental y social. Y esto, en España, lo tienen olvidado. Ahí lo dejo.
Algeciras, 19 de octubre de 2020
Patricio González