Lo más cruel e inhumano y lo más silenciado de esta crisis del coronavirus que sufrimos es que hay mucha gente, demasiada, que al margen del coronavirus se está muriendo o se va a morir porque nuestro sistema sanitario no tiene sitio para ellos. Ni tiempo, ni espacio, ni misericordia.
Nos lo están diciendo los sanitarios desde el principio. Desde hace casi un año cuando se decía que el coronavirus era algo parecido a una gripe pero ya se hablaba de su posible mortalidad debido al colapso hospitalario. Ahora cuando estamos en la segunda( yo creo que es la tercera) , nos damos cuenta de que todo es finito: lo son las camas, los médicos, la inversión, la paciencia, o la misma ilusión. Pero, desde luego, deberíamos luchar por no perder también la esperanza porque ese día estaremos perdidos.
Si los recursos que tenemos son limitados es porque alguien los ha limitado. Salvar una vida, conceder la gracia de seguir viviendo que es la tarea primera de nuestra sanidad, de la que siempre se nos ha llenado la boca diciendo que es la mejor del mundo, depende en última instancia ( ahora mismo) no de que los mejores científicos encuentren por fin la vacuna contra el coronavirus, sino de que en cualquier rincón hospitalario haya un espacio lo suficientemente grande como para que quepa la cama de esa persona cuya salud depende de estar hospitalizada y cuidada por un equipo médico que, hoy por hoy, está dedicado al tema principal que es el coronavirus.
Y es por eso que, por toda esa gente que necesita un hospital, una cama , un equipo médico por la que tenemos la obligación moral de no enfermar porque sí, por descuido, por nuestra propia insolidaridad, por nuestra propia incapacidad para entender que no se puede ir por ahí diciendo que, a pesar de todo, hay que vivir.
Frente a esta frivolidad de tanta gente , hay que recordarles que vivir tiene que conjugarse siempre en plural. Tenemos que vivir.
Algeciras, 7 de noviembre de 2020
Patricio González