La simbiología del Belén
Por José Luis Yagüe
¿Porqué nos gusta tanto que en los hogares se haga un hueco estos días para montar “El Belén”?.
No es un hobby más, no es montar el Lego o el SCalectric y antiguamente los railes del tren que corría por entre las mesas del comedor o el salón, con el ulular de su maquinita, como tanto nos gustaba de niños. Un hobby que se perdió, como el del Scalectric.
Pero el Belén, no. No solamente es una costumbre familiar que no se pierde, sino que las nuevas generaciones se aficionan a dar vida, con lavanderas, con molinos que mueven sus aspas, con hornos de chispa destellante, con todo ese mundo que adorna o envuelve la magia del Portal, que la electrónica y los chinos están sabiendo dar realce y contribuir a su encanto donde no faltan los juegos de luces.
Y es que ahí, en el Portal de Belén es donde se irradia el mayor de los sentimientos para honrar y amar a Jesús, ya desde la ternura del Recién Nacido.
No hay que confundir nunca la sensibilidad que despierta con otras impuestas tradiciones navideñas, como la originalmente denominada “Santa” y hoy aceptada como Papá Nöel, ese personaje gordinflón y de barba blanca y grueso cinturón, todo vestido de rojo, que a veces irrumpe en las casas tocando una pesada campana al grito de “hop, ho, hoop”. Y que es muy bien venido, porque siempre algún regalillo trae o aunque sea un simple caramelo para hacer felices a los a veces asustados niños, que no saben de que va.
Esto del Papa Nöel ha sido una moda impuesta a la que no se sabe cómo, le hemos abierto paso dando un inesplicable protagonismo en la costumbre cristiana de celebración de la Navidad, como las hamburguesas de MacDonald, que al final si hay hambre terminan gustándote. Se mezcla la tradición de Papa Nöel con la de San Nicolás, de bastante arraigo en centro Europa y que también se acepta por que trae regalos a chicos y grandes.
Estos personajes se han adelantado a los bíblicos Reyes Magos que fueron hasta Belén para llevar al Niño Dios los regalos del Oro, el Incienso y la Mirra. Y que ahora llegan a nuestras casas, siempre de madrugada, siempre cuando los niños duermen, “aparcan” sus camellos y no se sabe con que clase de escalera trepan hasta llenar el suelo del salón y a los pies del Arbol y si pueden y encuentran sito, a los pies del Belén, que realmente, si se puede, es el mejor sitio posible para que pueda enlazarse el regalo navideño y de los Reyes Magos como un regalo al Dios Niño que ha nacido en el Portal de Belén.
¡Pero nos han ganado por la mano!! Los Reyes Magos llegan tarde con sus regalos, cuando ya están a punto de apagarse las luces de la Navidad y a punto de desmontarse “y hasta el año que viene” el laborioso trabajo que supuso, un mes antes, el montaje del Belén.
¡Pero no hay manera de cambiarle la fecha a los Reyes Magos! Ha de ser en la noche mágica del 5 al 6 de enero, cuando todo el encanto y la alegría está a punto de terminar.
Porque ha habido en casi todos los hogares, en casi todas las casas, con niños y sin niños, una gran actividad, un gran ajetreo, desde hasta dos meses antes, sacando cajas y cajas, planchas de corcho y casitas junto al gran Portal, para ir montando y dando forma al tradicional Belen. Suelen ser los cuatro o cinco fines de semana previos a la Navidad cuando se convoca a chicos y grandes a “montar el Belén”. Y se solicita la colaboración de los más pequeños: “Tú Guillermito, pon al pastor y coloca pastando a las ovejas procurando un poco de musgo verde verde a su alrededor” .
Macarena “saca la caja de los patitos y los vas poniendo en el rio junto al pescador y busca un lugar discreto para el “cagón”.
Y es que este simpático personaje que hace sus necesidades como todo el mundo, se ha convertido en el imprescindible en todo Belén que se precie.
Y todo se pone a punto, se ilumina y se da realce al siempre maravilloso conjunto del Belén. Eso si, en el Portal con o sin el Angel arriba con el mensaje “…Y Paz a los hombres de buena voluntad”, se colocan todas las figuras a punto. Pero el Niño Dios ha de reservarse y no colocarse hasta la Nochebuena, donde en la ceremonia de colocación o de “entronización” del
Niño en el pesebre, siempre deberia ir acompañada de una sencilla ceremonia: “Aleluya, aleluya!” Jesús ha nacido!! Cantando todos juntos, pandereta o zambomba en mano el mejor repertorio de tantos villancicos populares que de memoria sabemos, sin que falte, claro está el “beben y beben los peces en el rio, beben y beben por ver a Dios Nacido”.
Por eso el Belén, es algo mucho más entrañable, mucho más bonito, mucho más didáctico, para enseñar, ya de pequeños que Dios ha nacido humilde en un Portal y desde lejanas tierras y guiados por la Estrella, Reyes vinieron a adorarlo como Dios, como Rey de Reyes.
Que no se pierda la tradición de montar en cada casa el Belén y si no se puede, al menos que no falte el Portal con el Niño, San José y la Virgen Maria acompañados de la burrita y la vaca como símbolos.
Que el Belén y su magia y su encanto nos acompañe muchos años y nos recuerde la esencia de nuestra fe cristiana. Sin que falte en ella el Amor al prójimo, la Caridad y la Confraternidad.
José Luis Yagüe es el periodista en ejercicio decano de los de Marbella, el Campo de Gibraltar y la Costa del Sol
(Artículo de libre reproducción, respetando la esencia cristiana del mismo)