María Jesús Corrales (Madrid, 1973) estará este miércoles día 2 en la biblioteca municipal José Riquelme de La Línea para firmar ejemplares de ‘Las Expulsadas’, la primera incursión literaria de esta periodista madrileña con orígenes extremeños, aunque afincada en el municipio linense desde hace años, y especializada en temas transfronterizos. ‘Las Expulsadas’, que quiere rendir tributo a las mujeres que perdieron su pase para trabajar en Gibraltar tres años antes del trágico cierre fronterizo por la dictadura franquista, también se podrá adquirir desde esta semana en el Peñón, en concreto en Eroski y en la sede de la Asociación del Patrimonio (Heritage Trust), situada en La Piazza.
‘Las Expulsadas’ es su primera novela. ¿Cómo valora esa experiencia creativa? ¿Cómo ha sido la acogida del público?
Una experiencia muy atractiva. Yo pensaba que era un sueño cuando los escritores decían que los personajes de sus libros les atrapaban, pero es la realidad. A veces parece que los personajes toman vida propia y que son ellos los que te llevan en lugar de ser tú la que diriges su destino. Es curioso eso. En cuanto a la acogida, estoy muy contenta. No esperaba que la reacción del público fuera a ser tan buena con mi primer libro. Es un tema muy sensible para ambos lados de la frontera, pero lo cierto es que, en apenas tres meses, ya hemos alcanzado la segunda edición. Aparte de las ventas, tengo que destacar lo bien que ha caído el libro entre la gente, cómo muchas personas se han sentido identificadas con su contenido. Eso me ha llenado de manera especial.
¿Por qué se decantó por este tema, el de las mujeres linenses sobre todo, pero también gibraltareñas, en los años previos al cierre de la frontera?
Como colaboradora del periódico Gibraltar Chronicle que dirige Brian Reyes, autor por cierto del prólogo de mi libro, tuve que hacer un reportaje sobre los 50 años del cierre fronterizo. Para ese trabajo busqué testimonios, información y documentación sobre aquel hecho histórico. Yo ya conocía la historia de las mujeres que habían perdido el pase de frontera en 1966, tres años antes que los hombres; sin embargo, no es algo muy conocido por el público, así que me decidí porque aquel reportaje se me quedó muy corto.
Contacté con mucha gente que me contó historias realmente interesantes y sentí la necesidad de aglutinarlas en una novela, no tanto para explicar el contencioso político, algo de sobra conocido, sino cómo lo vivió la gente en el terreno y desde una perspectiva de género que hasta ahora solo había sido tratada en reportajes, pero no en escritos, y a la que apenas se había prestado atención. Estas mujeres fueron sin duda las precursoras de todo lo que vino después y se anticiparon a muchas de las cosas que ocurrieron luego en 1969.
Por supuesto que ha influido mi conocimiento como periodista de los temas transfronterizos porque llevo muchos años trabajando en ellos y los conozco bien. Por eso no me interesaba tanto el conflicto político como esta historia particular que, en mi opinión, está muy vinculada a lo más profundo que une a La Línea y Gibraltar, que son las familias y las personas. De otra parte, aunque llevo mucho tiempo en el Campo, La Línea y sus temas siempre han sido mi debilidad.
Dice usted que el papel que jugaron las mujeres en aquella época a ambos lados de la frontera es uno de los grandes desconocidos…
Pues sí, incluso en el Campo de Gibraltar. No hay mucha gente que sepa que las mujeres tuvieron que dejar de entrar en Gibraltar tres años antes. Creo que es una historia que merecía ser contada porque, cuando se cerró la frontera, los hombres fueron indemnizados, se les proporcionaron empleos… La dictadura franquista les abrió puertas… Pero con las mujeres no ocurrió lo mismo. No es solo que sea un tema desconocido, es que no se actuó con justicia con ellas. Era importante restituir eso porque en esa época en España la presencia de las mujeres en el mundo laboral era escasa en general, pero aquí había miles de trabajadoras que jugaban un rol vital en la economía de sus familias, especialmente las viudas, como es el caso de Inmaculada, la protagonista de mi novela.
¿Cuáles han sido sus principales fuentes de documentación?
Testimonios de personas mayores, algunas muy mayores, que trabajaron en Gibraltar antes del cierre, sus familias y, sobre todo, fuentes muy importantes del Archivo Histórico Provincial de Cádiz, que tiene una documentación sindical excepcional. He tenido mucha suerte porque la gente ha estado muy dispuesta a contarme y mostrarme cosas. También he recurrido a libros de historia de la ciudad de La Línea, algunos de ellos del que fuera archivero Francisco Tornay, el diario Área por supuesto, periódicos gibraltareños… En fin, he tenido fuentes muy diversas que me han ayudado mucho, aparte del carácter literario que yo he aportado. Mucha gente me ha contado cómo eran entonces La Línea y Gibraltar… Recuerdo conversaciones que tuve en su momento con el que fuera director del Chronicle, ya fallecido tristemente, John Searle… Hablé mucho con él de aquellos días difíciles y también con gente de La Línea por la que siento un fuerte aprecio. Gracias a ellos he podido reconstruir cómo eran ambas poblaciones. Eso ha sido un auténtico placer.
Muchos de los que lean el libro y sean de la zona reconocerán a personas reales, lugares… Se sentirán como en casa al leerlo. Pero, ¿están los protagonistas del libro inspirados también en personas reales y concretas?
Como bien dice, hay muchas personas reales que aparecen en el libro, como el antes citado John Searle, el que fuera propietario de Área Antonio Gómez Rubio, el periodista Pepe Correa…, que ya no están entre nosotros. Por citar otro ejemplo, también aparecen las impulsoras de la Asociación de Amas de Casa de Gibraltar. Incluso la historia de la protagonista, Inmaculada, es real, aunque su nombre es ficticio. Pero luego hay personas y pasajes que marcan la novela y que no son reales, aunque sí el marco en el que están.
Inmaculada y Sister Florence son las grandes heroínas de esta novela llena de valientes por otra parte…
La historia de un tiempo tan difícil está repleta de personas con coraje que se resisten a aceptar la situación que puede derivarse de un cierre fronterizo, algo que piensan que va a ocurrir después de la retirada del pase a las mujeres en agosto de 1966. Inmaculada, la protagonista, es una mujer con mucho pundonor y fuerza, igual que Sister Florence, directora del colegio Loreto Convent. Son personas valientes, pero también lo son el médico que las ayuda y todos aquellos, hombres y mujeres, que se involucran en esa red que intenta burlar los progresivos bloqueos en la frontera; muchos ciudadanos humildes que ponen su granito de arena para rebelarse contra una situación que consideran injusta y que realmente lo fue.