A mi edad y con el camino recorrido en la política y profesionalmente, hay pocas cosas que me sorprendan, pero reconozco que todavía hay cuestiones que me indignan. El pasado domingo día 17, tuve la oportunidad de ver a través de la Sexta la entrevista que en el Programa “Salvados” le hizo Fernando González González, más conocido como Gonzo.
Era usted, el Vicepresidente Segundo del Gobierno de España y líder de PODEMOS, don Pablo Iglesias Turión, Ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, y doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid., uno de los fundadores de PODEMOS y por tanto le supongo que persona de izquierdas, y con una sensibilidad y visión humanista de la vida.
Con esa retórica entre arrogante y vacía que le caracteriza, estaba usted explicando que jamás compararía al señor Puigdemont que según su señoría se ha jodido la vida, siempre por sus ideas políticas, con un golpista como Tejero.
Señor Iglesias, yo tampoco los compararía, porque, aunque los dos quisieran quebrantar la Ley y el Orden Constitucional, no veo al Señor Puigdemont capaz de querer fusilarnos., aunque en muchas ocasiones hayan querido ignorarnos y declarar la independencia unilateralmente propagando fake news, bulos y engaños.
Lo que nos rebeló y provocó el mayor de los rechazos es cuando el periodista Gonzo, le preguntó ¿Considera realmente a Puigdemont un exiliado, como se exiliaron muchos republicanos durante la dictadura del franquismo? ¿Los puede comparar? Y usted en un gesto de frivolidad contestó, con un gesto displicente y sin ningún respeto “pues lo digo claramente, creo que SI.
No lo entendí. Debo ser muy torpe. Y aún hoy que han pasado más de diez días, confieso que, en mis diferentes responsabilidades políticas, no me he encontrado a nadie como usted, incapaz en su soberbia de ratificarse al día siguiente y no reconocer sus errores, Don Pablo Iglesias Turrión, SE EQUIVOCÓ.
Cuando alguien que ostenta una responsabilidad política se equivoca, tal y como le ocurrió a usted, no han de dolerles prendas de reconocer sus errores y pedir perdón, porque no me puedo creer que su contestación responda a alguna estrategia, “no le considero tan malvado e insensible políticamente”, más bien pienso que fue un daño ocasionado como consecuencia de su protagonismo estéril y su falta de reflexión política sobre la pregunta que le formulaban.
Señor Vicepresidente Segundo, SE EQUIVOCÓ, y ante su gran error, tenía dos salidas dignas, pedir perdón y dimitir. Usted que tanto exige responsabilidades políticas, debe comenzar por practicarlas cuando el afectado es su persona, y sobre todo no confundir algo tan claro y diáfano como es una DEMOCRACIA con una DICTADURA.
Créame don Pablo, con sus palabras me sentí muy dolido, me imagino que al igual que le ocurrió a muchos españoles y españolas, familiares de quienes sufrieron persecución, cárcel, penas de muertes y exilios por el régimen franquista y recordé a mi abuelo y a mi tío Antonio, a mi Suegro Ramón, a mi familia paterna y materna. ¿Qué dirían escuchándole a usted señor Iglesias?
Y recuerdo muchas imágenes, de cuando apenas era un crio de 6 o 7 años, pero que están ahí, como una lección de la represión de grito a la libertad y sufrimiento. La primera la vivía a menudo, cuando apresaron a mi tío Antonio y lo metieron en las cárceles del Hacho, tras torturarlo a lo largo de todos los presidios desde Valencia, donde fue apresado y en uno de aquellos juicios sumarísimos y sin ninguna garantía, lo condenaron a muerte, pena que afortunadamente no se consumó y fue conmutada por una cadena perpetua hasta la llegada de la amnistía.
Uno de esos días iba de la mano de mi madre a ver a mi tío, y llevado de esa insaciable curiosidad infantil le pregunté, poco antes de entrar en el Penal, ¿Tito por qué está ahí dentro encerrado? Y me contestó con un inmenso dolor y dos palabras “POR PENSAR”
La otra situación me la contaba mi familia, y era la visita que diariamente hacía a casa de mi abuela materna durante la posguerra, cuando mi madre, Carmen y mis tías Paca y María, eran apenas unas adolescentes y mi tío Pepe un niño; un falangista de los de correaje y camisa azul, que encañonando a mi abuela y delante de sus hijas, le preguntaba en el colmo de la crueldad humana ¿Dónde está el rojo de tu hijo?
La familia paterna padeció el exilio en Tánger, y ya de adulto y cuando se encontraban de nuevo en España, recuerdo una imagen que jamás olvidaré. Poco antes de las primeras Elecciones Generales de junio de 1977: Cuando nos enteramos de que íbamos a ir a votar, mi padre se encontraba muy mal y desde el lecho de muerte cantamos los dos juntos la Internacional con el puño izquierdo en alto, que es el que utilizamos los socialistas. El no pudo depositar su voto, falleció el 30 de abril de ese año, yo si lo hice por mi partido el PSOE.
Son recuerdos, que encierran pensamientos y emociones. Como los de tantas y tantas familias españolas represaliadas por la dictadura fascista y genocida del General Franco, como la mía o la suya don Pablo, por eso no lo entiendo. No deseo que usted criminalice a los independentistas, en absoluto, cada cual puede pensar lo que quiera.
Pero, reconozca usted, señor Iglesias, que no son situaciones comparables las de los perseguidos por la dictadura franquista y la del señor Puigdemont, que en una democracia no cumplió la Ley y está huido de la Justicia en una mansión en Waterloo ¿Hay diferencia?
Curiosamente el anterior presentador del programa Salvados, Jordi Évole también estaba viendo la entrevista y alucinaba, y no pudo contenerse, ya que la curiosidad le picaba y puso en su cuenta de twuiter, que no entendía como se gestionaba usted y se preguntaba ¿Cómo tenía usted tiempo para ver tantas series de televisión, teniendo en cuenta que tiene tres hijos pequeños y es Vicepresidente del Gobierno?
Recibió usted muchas críticas de todas las filas, de sus socios de Gobierno, los socialistas, incluso de muchos compañeros podemitas, aunque otros culparon a través de las redes de su respuesta al periodista Gonzo. Echarle la culpa al mensajero no es la solución, ni nadie le obligó a dar esa respuesta. Eso sí, quienes defendieron su posición con “respeto y agradecimiento, fueron el señor Puigdemont y Junts per Catalunya que respaldaron sus palabras.
Reconozco que fue usted trending topic durante toda la noche y al día siguiente , pero no debería usted mentir porque el trabajo de la memoria histórica no comenzó con usted, sino que empezó siendo Presidente del Gobierno, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
Señor Iglesias, su afán por acaparar cámaras y micrófonos, por ser protagonista, de manejar las redes sociales, le convierte más que un hombre de la política, en un astro del espectáculo. Confesó usted que no se fiaba de nadie, y lo creo, pero no puede usted pretender señor Iglesias Turión que confíen en usted.
Sus discursos e intervenciones son como los de esos malos actores, a los que se les nota demasiado la afectación, y están llenos de topicazos, porque en la mayoría de las veces, si no acudieran en su auxilio otros compañeros y compañeras de Gobierno, su gestión brilla por su ausencia.
Ya nadie se cree, que todo lo que hace el Gobierno de coalición es gracias a iniciativas suyas . Debería moderarse y ser menos compulsivo en el autobombo. No es propio de una persona progresista. Es usted un pozo de pegotes y contradicciones. No presuma usted de ganar la guerra sin haber combatido en una sola batalla.
Señor Iglesias, debería usted aprender a diferenciar lo grande de lo pequeño , y lo urgente de lo importante. Siendo usted profesor , su pedagogía desde el poder deja mucho que desear ,y sus comparaciones son odiosas e inadecuadas. No puede hablar del exilio y de los demás como quien cuenta una serie.
No intente infantilizarnos, los demócratas creemos en una sociedad en la que no sobra nadie, y usted es un especialista en crear narrativas de invenciones, fantásticas , cuentos y fabulaciones . Señor Iglesias, desde la posición de un militante socialista, le pediría con toda la humildad que rectificara, si no continuará EQIVOCÁNDOSE, y confundirá el poder del ejemplo con el ejemplo del poder.
Juan Antonio Palacios Escobar