Coincidirán conmigo en que hay una psicosis colectiva en torno a la vacuna
británica Astrazeneca puesta de manifiesto por infinidad opiniones pero
ninguna de ellas es de origen científico. La psicosis existe pero tiene que ver
con la ignorancia de la población y con una guerra comercial salvaje en
torno a un negocio en el que se juegan billones de euros.
Disponer en tan sólo un año de varias vacunas altamente efectivas contra
el covid19 pasará a la historia como una de las hazañas científicas más
importantes en la historia de la humanidad. Algún día se estimará cuántas
muertes y cuánta ruina económica se habrían producido si hubiéramos
tenido que seguir combatiendo la pandemia a base de pcr, confinamientos
y paralización de la actividad económica.
Tal logro no habría sido posible sin el esfuerzo gigantesco de miles de
científicos de todo el mundo colaborando entre sí. Pero encontradas las
vacunas salvadoras y llegado el momento de producirlas y venderlas, se
acabó la tregua y regresó la ley implacable del mercado. La clave de esta
batalla está en el precio unitario de cada una de las vacunas. Se lee que cada
dosis de la vacuna Moderna cuesta 50 euros, la de Pfizer 35 y la de
AstraZeneca sólo 6 . En condiciones normales,una diferencia tan grande se
habría comido materialmente el mercado mundial siguiendo las prácticas
habituales del propio mercado. Sólo este dato explicaría en claves de
mercado el acoso brutal desplegado para sembrar el temor y la
desconfianza hacia Astrazeneca.
Acoso al que no están haciendo frente con fuerza y razones convincentes
quienes tienen poder y capacidad para ello que son las instituciones y
gobiernos de cualquier país empezando por el nuestro. Los prospectos de
cualquier medicamento tan conocidos como los antipiréticos, los
antibióticos ,antiinflamatorios o anticonceptivos avisan de su peligrosidad
de forma clara . Eso sí, nos advierten- para no crear psicosis- que son efectos
“ muy raros” porque solo afectan a una de cada 10.000 personas que tomen
dicho medicamento. La gente toma fármacos mucho más peligrosos que las
vacunas y con una fruición que les falta mojar pan. Y en cada casa hay una
minifarmacia con todos ellos.
Pues bien , tras decenas de millones de inyecciones de la vacuna de
AstraZeneca, se han documentado rarísimos casos de trombos con
fallecimientos ( precisamente uno de ellos en Marbella ), en una proporción
según dicen de un caso por cada millón de personas que la recibieron.
Cualquier anticonceptivo oral presenta ratios mucho más elevadas de
trombosis potencialmente mortales.
Si la realidad de los datos esla que es y sin pretender quitarle la importancia
que tiene uno solo de los casos mortales que han producido la vacuna
británica y la estadounidense sabido estos últimos días , conviene al menos
cuestionarse las razones de esta psicosis y si tiene que ver con alguna
estrategia comercial.
¿Por qué la vacuna de AstraZeneca es mucho más barata que sus
competidoras? Porque , al no necesitar ultracongelación sus costes y
gastos de distribución y conservación son infinitamente menores. Pero
también y sobre todo, porque los responsables de ese laboratorio tomaron
la decisión de no lucrarse con la venta de la vacuna . Por tanto, la diferencia
no es científica, es puramente comercial.
Lo que no se entiende bien es que , dada la importancia que la psicosis
generada puede tener sobre la salud y la economía de nuestro país, no se
haya desplegado por parte de las instituciones una estrategia de
comunicación que contrarrestara con información veraz las reacciones
emocionales de parte de la población. No se puede decir que tales
reacciones no fueran predecibles : en el mundo actual, el asomo de una
duda difundida en un medio digital , agitado convenientemente o unos
cuantos tuits bien programados son suficientes para fabricar una noticia
global.
Las consecuencias de destruir la reputación de esa vacuna son muy graves
para el mundo rico, pero trágicas para los países pobres. Por su precio y sus
condiciones de conservación y distribución, la vacuna de AstraZeneca es la
única que puede llevarse y aplicarse masivamente en los países menos
desarrollados de África, Asia y Latinoamérica
Es insólito que a estas alturas algo tan elemental no se haya planteado en
el Parlamento español, al menos en algún rato libre que deje el apasionante
debate sobre si somos fascistas o comunistas que parece que es el virus que
nos pretenden inocular.
No hagan caso. Nuestra respuesta a ese jovenzuelo malcriado ,consentido,
encabritado y faltón o a esas señoras estreñidas no puede ser otra que
vacunar, vacunar y vacunar. Y ganar, ganar y ganar al virus. Y modernizar al
país y crear empleo con los fondos europeos.
Que ustedes y yo lo veamos.
Enrique Monterroso Madueño