Leo un titular de prensa: “Junquera aprueba los indultos”. Me quedo estupefacto porque si bien ya señalé anteriormente mi posición frente a la discriminación que suponen unos indultos por intereses políticos, sin tener en cuenta el interés social, la alarma social que tal medida genera ante la mayoría de los españoles y la devaluación que se hace de cara al futuro de la medida de gracia, transformándola en coladero para resolver cuestiones de intereses partidistas al margen de la naturaleza de los hechos, de la total falta de arrepentimiento de haberlos cometido y la voluntad manifiesta de repetirlos, avanzando el expreso deseo de repetirlos.
¡Ahora sale en prensa, a bombo y platillo, la noticia de que Junquera aprueba los indultos, y a mí, por lo menos a mí, como ciudadano y como jurista. Se me funden totalmente los plomillos!
Partiendo de la base indiscutible de que la Ley para el Ejercicio de la Gracia de Indulto, de 1.870, modificada en 1.988 señala en su artículo primero que todo reo, salvo excepciones muy contadas, puede ser indultado, de modo total o parcial, también lo es que, al contrario de lo que algunos ignorantes, o peor, mal intencionados, han llegado a manifestar, es irrevocable, como pone de manifiesto el artículo 18 de la Ley. Su trámite está reglado de principio a fin y, entre otros, requiere un informe del Tribunal sentenciador, que ha de recoger entre otros aspectos, le repercusión negativa, el perjuicio que la medida de gracia puede causar a terceros y la opinión motivada que dicho Tribunal tenga a favor o en contra de cada indulto concreto.
Aquí entre un elemento en juego que no solo se relaciona directamente con la alarma social que los delitos cometidos por quienes se pretende indultar produjeron y siguen produciendo en España sino que la Ley recoge en su artículo 25, donde se fija el requisito antes analizado con la referencia expresa del perjuicio a terceros: Los hechos cometidos por los candidatos a indultados perjudicaron y siguen perjudicando a terceros. ¿A cuántos?, pues a todo el colectivo de personas que sufrieron la agresión de un acto tendente a separar una parte del Territorio Nacional del Reino de España, a todos los que sintieron la ofensiva transgresión de la Constitución Española, a todos los que sintieron un peligro real, no ya en aquellas tierras de España donde se produjeron sino en todos los rincones donde se vieron las consecuencias de los actos de los que serán indultados, si nadie lo remedia, las gentes de las regiones, ciudades y aldeas que temieron una confrontación en absoluto deseable. Sí, se perjudica a terceros, a unos terceros que si se toman en el plano colectivo eran, y siguen siendo, la inmensa mayoría de los españoles a los que se les vulneraban derechos constitucionales con una pseudo consulta sobre la integridad nacional exclusivamente circunscrita a una región en concreto, vulnerando el que se supone legítimo derecho de todos los ciudadanos de España a decidir sobre el asunto, y en el plano individual, se perjudicaba, y se perjudica a cada uno de los ciudadanos del Estado por las agresiones que a sus intereses legítimos recibían, ello sin contar a los supuestos que afectaron, y afectan, a los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, o a al propio Estado, su Constitución, la figura del Jefe del Estado y el Ordenamiento Jurídico que a todos vincula. ¿Se quieren más perjudicados?
Dice, además, de forma clara y precisa, el artículo 11 de la Ley que el indulto total se otorgará a los penados tan sólo en el caso de existir a su favor razones de justicia, equidad o utilidad pública, a juicio del Tribunal sentenciador, y no es de creer que la Sala Segunda del Tribunal Supremo pueda apreciar esas razones de justicia, equidad y utilidad pública ante el panorama que respecto a esta cuestión tiene por delante la sociedad, esa manifiesta y expresa falta de arrepentimiento y la voluntad de reincidencia. Téngase en cuenta, además, que los promotores desde el Estado de esta descabellada e insólita medida de gracia, el Gobierno de la Nación, actúan por intereses que son ajenos a la población. ¿Qué resultado daría una consulta popular seria sobre la opinión favorable o desfavorable del pueblo, de todo el pueblo español?
Además, este indulto tan extravagante, interesado por mera conveniencia de apoyos y cambalaches partidarios, tiene una peculiaridad de la que nadie habla y que en sí constituirá un triunfo más para los que resultasen favorecidos: Siendo una medida de gracia, por lo tanto extraordinaria, que pueden recibir los reos de cualquier tipo de delito, pero estando impuesta por intereses exclusivos del poder político, por mucho que se diga lo contrario, este indulto meramente político y sin concurrencia de justa causa, a personas condenadas por delitos comunes del Código Penal va a llevar por la vía de hecho a que la aspiración de estos reos y de las huestes que los secunda de ser considerados presos políticos condenados por delitos políticos se consolide. De Derecho no lo son, no pueden serlo, pero de hecho se les abre la puerta a que su consideración como víctimas de una inexistente represión política del Estado ejercida en un juicio político, por unos inexistentes delitos políticos, que los ha convertido en presos políticos se afiance y se exhiba.
Toda la indignación posible es poca ante esta barbarie gubernativa pero ya lleva más allá de todo límite ese titular que señalé al inicio: “Junqueras aprueba los indultos”. Quien es D. Oropéndola Junqueras para aprobar o desaprobar una medida que a él entre otros favorece y en la que con la Ley en la mano no tiene ni arte ni parte en su desarrollo, en el procedimiento reglado que se ha de seguir para llevarla a puerto. A cualquiera que posea el mínimo trazo de sentido común, no ya ni tan siquiera unos conocimientos burdos, rudimentarios, de Derecho, le tendría que ofender el titular, y por supuesto, esa aprobación que supone algo así como un policía que se detiene a sí mismo, o un juez que se autosentencia, esto es, una ofensa, un ultraje a la inteligencia humana.
Y quiero aclarar que a pesar de mi esta mi nueva indignación el comedimiento me lleva a evitar ofensas e insultos. Si no he escrito el nombre de pila en catalán del Sr. Junqueras es porque dicha lengua, que me merece todos los respetos por encima de la barbaridad, consentida por los españoles y sus gobernantes, de que su utilización no solo exclusiva en las tierras de la Comunidad Autónoma Catalana y otras aledañas sino que sea excluyente del idioma común de todos los españoles, no la manejo, no la leo, ni la escribo, ni la hablo en privado como alguien dijere.
Sí, he puesto Oropéndola porque oropéndola es el origen de Oriol. Forzando las cosas hasta retorcerlas, se empeñan en decir que oriol procede del término latino aureolus, y por lo tanto el nombre Oriol se traduciría por Aureo…¡otra mentira más, de todas las que nos cuentan, porque no es así! En español, el Sr. Junquera no se puede llamar áureo, porque la traducción latina correcta de ese aureolus, dorado, de oro, reluciente se acompaña de un nombre propio que en español es Aurelio, y en catalán Aureli. Hay un santo católico cuyo nombre es San José Oriol, catalán de Barcelona, perteneciente al oratorio de san Felipe Neri y muerto en 1.702, del que pretenden tener un nombre compuesto, cuando está más que demostrado que su nombre era José y su apellido Oriol.
No escandalizo, ni ofendo, ni pretendo ofender a nadie si digo que el Sr. Junquera tiene nombre de pájaro. ¡Así es, de pajarito dorado!, y si he de llamarlo como suelo hacer, en español, no le puedo llamar Aurelio, puesto que no es Aureli sino Oriol, y oriol es un pájaro de cuerpo amarillo dorado, con las alas y la cola negra, de buen tamaño que también puede ser de cuerpo anaranjado y con el color negro de alas y cola extendido a su cabeza. Se llama en español oropéndola, técnicamente oropéndola europea. El macho es cantarín y bullicioso, enemigo del frio por lo comparten el año entre zonas tropicales africanas, en invierno, y los bosques mediterráneos, especialmente en el Levante, las tierras catalanas y la costa mediterránea francesa.
D. Oropéndola Junquera y su mariachi tóxico, guste o no, ofenda o no, y aunque sea mediante una patada a la inteligencia más primaria, a la razón más mínima y a la interpretación coherente e integrada del Ordenamiento Jurídico de España pronto estará campeando por la región catalana y por donde lo quieran escuchar y lo soporten, con la misma cantinela, esa copla rancia y carlista, ñoña e hiriente que siempre corean los suyos, ante una España que deja hacer y deshacer, que tendrá que soportar la reincidencia anunciada.
A mí solo se me ocurre, y así lo voy a hacer, proponer a mis colegas juristas la invasión del Ministerio de Justicia con propuestas de indulto a todo reo que cumpla condena firme por cualquier delito como modo de pedir justicia e igualdad de trato para todos.
Y ahora mismo empiezo mi campaña.
Manuel Alba