A finales de marzo de 2020, sólo se veían cerca del cementerio( cualquier cementerio de España), un coche fúnebre llegando . Y en la puerta, un cura esperando con los cinco familiares permitidos.
En abril de 2020, eran los geriátricos donde nuestros mayores morían a chorro, miles y miles. Muchos de ellos murieron solos en sus casas sin que pudieran, siquiera, estar en un hospital. Un desconcierto absoluto y los tanatorios colapsados.
En el mes de julio, en una iglesia cualquiera, de una provincia cualquiera, comenzaban a celebrarse los homenajes a las víctimas del virus. Bastaba con entrar en una parroquia al azar para encontrar una misa de este tipo.
Un año y medio después, Pedro Sánchez (Con Unai Sordo y Pepe Álvarez) afirma que “Cien millones de fondos europeos irán a reformar sedes sindicales”. Es decir que el plan de rescate de las economías europeas ideado para ayudar a las economías europeas tras el destrozo de la pandemia se va a utilizar para engordar la red clientelar del Gobierno.
Y es que el ser humano no es de fiar y por ello siempre que hay una desgracia hay que llorar con un ojo y observar el panorama con el otro porque durante las epidemias hay quien muere, hay quien se la juega, hay quien pierde todo y hay quien se hace de oro.
Es evidente que la solución al problema del coronavirus está, todavía, lejos, como también era previsible que en invierno se incrementara la incidencia de una enfermedad que se convertirá en estacional. Las vacunas ayudan pero los datos demuestran que no son 100% efectivas ( y eso que somos los primeros de Europa en vacunaciones). Por tanto, todo hace pensar que la situación va a empeorar en las próximas semanas y ya empiezan a repartir las culpas entre la población para enmascarar la realidad y salvar el tipo. Tratan de generar culpables y que estos sean los ciudadanos.
Primero fue el pangolín, después fueron los jóvenes con el botellón, después los antivacunas. ¿El objetivo?, que nadie cuestione a quienes realmente toman las decisiones. Los mismos que nos han vuelto a demostrar la improvisación total con el asunto del pasaporte de Covid, echando la responsabilidad a los jueces. Hay que tener muy poca talla y mucha cara dura.
Mientras esto sucede, la gente sufre, la economía se viene abajo y sigue habiendo muertos en los hospitales. Muchos menos que al principio pero no hay que olvidar que a cada fallecimiento le acompaña una desgracia.
Quienes tratan de sacar provecho a esta crisis, hacen cada día todo lo posible para quienes debían ser las víctimas y protagonistas se conviertan en los culpables de todo. Eso se llama HUMILLACIÓN.
Algeciras, 28 de noviembre de 2021
Patricio González