El título de este artículo suena a grito guerrero, a ardor de aficionado deportivo que no ve otra cosa que sus colores, a quienes quieren enfrentar a unos con otros. Por este camino, quizás nos encontremos muchas situaciones en nuestro País con solo asomarnos a la ventana de la actualidad.
Cuando se inicia el curso político, se ha abierto el debate horario a nivel europeo, sobre qué es lo que más nos conviene y nos beneficia, , el señor Torra elige un Teatro para presentar su propuesta soberanista, Xavier Domenech dimite como líder de los Comunes, y doña Ada Colau que es la representante del corcho perfecto manifiesta que no estará en la próxima Diada del 11 de Septiembre, por la manipulación independentista, mientras la ministra Magdalena Valerio confiesa honestamente que le han colado un gol por toda la escuadra, lo que le ha costado el puesto a la Directora de Empleo.
Tenemos nuestras dudas sobre nuestra cultura democrática. Sin ir más lejos, da la impresión, que en el PP, que ha gobernado los últimos siete años en España, aunque haya ocasiones en la que no parezca, padecen una amnesia irreversible, una desmemoria que raya en la desvergüenza política, exige ahora y ya, todo lo que fue incapaz de hacer durante todo el tiempo que quedó atrás.
También aparece estar atacado por el mosquito del no me acuerdo de lo que dije ayer, el líder de CIUDADANOS, al que escuchamos, con indignación y perplejidad defender todo lo contrario que decían hace tan solo algunas semanas, y es que ¡los tiempos cambian que es una barbaridad!
Lo cierto es que la derecha de este País nuestro ha tocado el trompetín, y les ha ordenado a sus muchachos y muchachas ¡A por ellos! No podemos dejarle ni un solo minuto al gobierno de Pedro Sánchez, es rojo y socialista. Para tal fin que es deslegitimarles y desgastarlos, vale todo.
Da igual mentir, crear confusión, sacar fantasmas imaginarios, tener razones o inventarlas, lo importante es acabar con el Gobierno Socialista. Y para ello se utiliza, empleando todo tipo de instrumentos la estrategia del miedo.
Pero como español y patriota me preocupa nuestro País, en el que algunos sujetos se dedican a alimentar la intolerancia, a intensificar la desigualdad dándole coba a los poderosos, a confundir el uso con el abuso, adversarios, enemigos y competidores.
Creo que en ese permanente ¡A por ellos! , nos cuesta rectificar , mucho menos pedir perdón y reconocer que nos hemos equivocado , que no es lo mismo entregarse al Gobierno de turno que defender los intereses del Estado, que sembrar más sensatez y el diálogo, que persistir en la defensa del disparate a toda costa.
A veces da la impresión de que estamos en una permanente operación de persecución y linchamiento del diferente o el discrepante, de cortarle las alas al que piensa de forma distinta o tiene iniciativa, de sembrar la limpieza étnica.
La famosa e inútil guerra de los lazos amarillos, en la que unos lo ponen y otros los quitan, nos hace sentirnos entre idiotas y gilipollas por una y otra parte. No podemos quedarnos en la tomadura de pelo que supone el pulso de símbolos y contrasímbolos dentro del espacio público, que como todo, en su utilización está regulado por normas.
Mientras la caverna mediática pregona a los cuatro vientos que Sánchez e Iglesias se han conjurado para gobernar hasta 2020, superando entreguismos y rebeliones, engaños, perdones y rectificaciones, frustraciones y falsos orgullos, vemos avanzar a un gobierno que hace tres meses nos hubiera parecido imposible.
Tenemos por delante un otoño muy complicado, que va exigir por parte de todas las fuerzas políticas, sentido de Estado y sentimiento de País. En lo institucional la clave y la llave de la situación la van a tener PODEMOS y PNV, para configurar unos Presupuestos pensando en el Bienestar de la ciudadanía, lejos de las perspectivas que ofrecen las encuestas.
Otro reto que tenemos todos los demócratas españoles, de los distintas opciones, es que seamos capaces de parar en Europa, la ola de los populismos, y evitar que de nuevo los tambores de la recesión y la crisis que quieren hacer sonar las fuerzas más económicamente reaccionarias.
No nos debemos olvidar que no se altera y se transforma lo que no se quiere y se cambia lo que nos da la gana, y no debemos caer en la trampa de perdernos lo que ocurre en la realidad, con el móvil en nuestras manos.
En ese ¡A por ellos!, no debemos darle más vueltas a lo que pudo haber sido y no fue, y ser capaces de vivir y estrujar el presente, sin perdernos en mil y un vericuetos haciendo cábalas para planificar todos los pormenores del futuro, mientras todo sube, como la gasolina o la electricidad.
Con frecuencia nos ponemos el listón demasiado alto y debemos ser más humildes en la consecución de nuestros objetivos. Nos sentimos raros y extraños, cuando tal vez lo que necesitemos es más tiempo para nosotros mismos.
Constantemente demandamos la llegada de nueva gente a nuestras vidas, para ligarlas a nuestras historias, para encontrar respuestas a preguntas que nos venimos haciendo desde hace tiempo, y entre crisis, desencuentros y disputas somos capaces de comernos el mundo a bocados.
Deberíamos tomar la iniciativa, dentro de nuestra cultura, de ir sustituyendo el ¡A por ellos! por el ¡Con ellos!, en el que todo es una primicia, como si fueran las claves de un reino mágico, único e inimaginable, y nos vamos dando cuenta que necesitamos escribir para existir, entre el placer de pensar y el de hacer.
Cuando acaba de comenzar un nuevo curso político, los españoles esperamos con angustia y ansiedad las propuestas e iniciativas del Gobierno, pero no nos merecemos las mismas, repetitivas y caducas ideas de la oposición que solo tienen una consigna; ¡A por ellos! Y nosotros ¿Qué?
Juan Antonio Palacios Escobar