Tiempos extraños para todos los que se viven, confusos por mil motivos y tendentes a ser cada día más incomprensibles en el contexto de un mundo en el que parece que nadie está en su sitio, nadie ocupa su lugar ni cumple con su misión. La existencia humana se desarrolla en un oleaje tormentoso de incertidumbres que están muy lejos de aclararse sino, al contrario, tienden a acentuar su intensidad en una era en la que debería de primar la claridad, la transparencia, gracias a las técnicas y métodos que la tecnología ha puesto al alcance de una sociedad que se dice global e ilimitada.
En las horas de la transmisión de datos e informaciones instantáneas, de la capacidad de comunicar sin barreras impuestas por la distancia y el tiempo lo que ocurre aquí o allá y en los que la mentira y el engaño deberían ser cosa imposible de mantener resulta que impera lo contrario y que esos medios, esas técnicas, esos elementos de transmisión e intercambio de información están al servicio de la creación de una nueva esclavitud, de una nueva forma de tortura, de un nuevo medio de opresión y de tortura en el ámbito de los intereses de unos dominadores sobre unos dominados.
A alguien como yo, fiel adepto de la tradición primordial, con lo que ello supone de nadador contra corriente, de antisistema muy especialmente contra los antisistema, ¡que conste para que no haya engaños!, me asombra esta tendencia degenerativa que ha calado en el tejido social, no debería espantarse de esta situación, ni siquiera ante el embrutecimiento de los individuos alienados, ni siquiera cuando escucho a un joven de cierto nivel social preguntar qué significa tutear, o a un menos joven porfiar y mantener que ser daltónico era una profesión universitaria. No debería ni tan siquiera escribir, tal vez ni hablar con la gente.
Soportar que se asombren los santones de pureza de la izquierda, devotos de esa fórmula oficial de pseudo bolcheviquismo pro castrista o madurista que desgobierna que gobierna España ante la tibieza de unos contrarios absurdos, porque le diga que aquí o allá la sociedad es un mero espectáculo y me acoja a las tesis de Guy Debord llega a ser demasiado para mí. Todos esos izquierdistas ignoran, salvo excepciones, que Debord era más radical que sus ídolos de hoy, que era aquel que decía en el célebre Mayo del 68 y antes que aquellos movimientos revolucionarios eran de burguesitos y que el Comunismo había sido un movimiento de intelectualitos y burócratas que convertía en mercancía el trabajo humano, él hablaba del “trabajo – mercancía”. Fue este personaje, el creador en 1.957 de la “Internacional Situacioncita” y hablaba, con toda la razón de la miseria de la vida cotidiana en los trabajadores en la época de posguerra en la que el sistema de vida americano invadía Europa y al igual que el soviético convertía al hombre en una herramienta: En la Unión Soviética para el gran empresario único, el Estado burocrático del partido, en Estados Unidos, con su moralina calvinista, para que la cadena de la producción y el consumo no parase, creando nuevas necesidades indispensables para producir nuevos productos para satisfacerlas.
El hecho de que sea yo quien hable a los de un lado u otro de Guy Debord es, al parecer, imperdonable, y el que me muestre absolutamente de acuerdo con sus planteamientos me hace merecedor de la horca o la hoguera, pero así es, porque Debord defendía, ante todo al hombre, lejos del baboso y farisaico humanismo que parte del renacimiento para hacer del humano un falso centro del Universo, escondiendo una pretensión, alcanzada plenamente en los siglos XIX y XX, de cosificarlo, de instrumentalizarlo bajo el caramelo de engañosas tesis y promesas quiméricas que nunca se llegarían a ver realizadas. ¡Y el espectáculo continúa, ahora con la ayuda de la tecnología!
Durante el siglo pasado, con menos artilugios y recursos pero ya con avances muy encomiables en las comunicaciones, las dos guerras mundiales y muy especialmente la segunda posguerra sirvió para una expansión radical del modelo de vida americanizado por Europa y el resto del mundo sin que los invadidos supiesen o quisiesen darse cuenta que aquel buenismo era el fin de culturas y civilizaciones. El destino y las circunstancias hicieron que quien estas líneas escribe viviera la experiencia americana un corto pero intenso periodo, de manera privilegiada, en unas estancias de mocedad que se complementarían con viajes posteriores intensos, constatando que no era aquello lo que se ve en las películas. No lo fue nunca.
Cuando se me escucha decir que Stalin llegó a declarar que la unión del espíritu revolucionario y del americanismo definía el estilo del leninismo, los de izquierda se espantan…, porque no leen lo que no les interesa… En realidad, tras la Segunda Guerra Mundial desapareció Europa, se generó entre Estados Unidos y la URSS una tenaza que la borró del mapa. Después se creó esa sucursal americana que vivimos en la que todos protestan pero se conforman y que ahora está a punto de saltar por los aires… La URSS desapareció, Estados Unidos siguen con su arrolladora misión civilizadora calvinista consistente en arrasar culturas y modos de vida, imponiendo una economía industrial que ya acabó hasta con Asia.
¿Y el ser humano?. Pues en su puesto de combate, que no es sino el ser un número en la masa, conscientemente inconsciente vive en lo que le han sugestionado que es lo mejor: la sociedad del bienestar que consiste en tener acopio de más, más cosas, más dinero, mejores casas, más prosperidad, ser más que el vecino, algo que va, por otro lado, en rotunda contradicción con los principios que le han hecho creer: ¿Cómo se me está incitando a tener mejor automóvil o un refrigerador que sea la envidia de mis vecinos si he de ser, por decreto igual a ellos?. ¡ Ah es que la igualdad económica no está incluida en el dogma!. También puede pensar como quiera, ¿cómo no? pero que procure decirlo bajito, mejor que no lo diga… y sabe, porque se lo han dicho y es dogma de fe, que fuera del sistema todo es malo, perverso y debe de huir de la tentación de pensar en ello. El hombre es libre, se puede mover pero por su propio bien no lo hace, ha ido dejando trozos de libertad en el camino, hasta perderla casi totalmente, en manos de los poderes públicos del sistema.
¡Este es un tema curioso!…En vez de exigir medidas de protección que garanticen la libertad se exigen medidas restrictivas y se aplauden la proliferación de cámaras de vigilancia en todas las esquinas, situaciones de cuasi toque de queda para la gente normal, se permite a determinada calaña de personajes y sus seguidores campar a sus anchas por las ciudades y alterar el orden público, incluso la aplicación desigual y arbitraria de los ordenamientos jurídicos. ¡Pensar que la autoridad que se aparta de la Ley deja de ser autoridad es hoy, y para el hombre de hoy, una auténtica imbecilidad! El humano de la sociedad del bienestar es un ser poseído por el miedo a perder lo que tiene, como si en esta vida se tuviese algo en realidad, como si se fuese eterno, y manifiesta un extraño sentimiento que le lleva a venderse como esclavo de quienes le prometen viento, imposibles y miedos.
Días estos incomprensibles que debería hacer que las personas, de no estar acobardadas en sus madrigueras, dijesen algo: La insufrible situación dictatorial de una política cínica cuyos protagonistas son sujetos impresentables, sean del color que sean, con dirigentes, de un sitio o del otro, que hasta dentro de sus propios partidos hacen lo que pretenden y alcanzan a hacer fuera: imponer su voluntad como los sátrapas que son. ¿Es posible que sea tolerable este tipo de acción, no solo aquí sino a nivel global, a nivel de los sistemas homólogos?
Y el remate, la actuación vergonzosa y digna de una actuación de Tribunal Internacional de Justicia que se está teniendo con respecto a la enfermedad de moda. En vez de tranquilizar a las poblaciones y hacerlas sentar en un clima de calma y en una seria información se las alarma a la vez que se permite el uso pérfido de Internet para que se difundan verdaderas atrocidades. La responsabilidad de esta situación es de las autoridades a niveles internacionales y nacionales, de todos los países, y al igual que se persiguen y se cortan las difusiones de delitos informáticos, las actuaciones escandalosas por Internet, ya es incluso tarde para actuar contra quienes acrecientan la ya alarmante situación con llamadas a actuaciones como el acopio de víveres, algo que podría llegar a producir estados de carencia y problemas sociales innecesarios y peligrosos.
El mundo se ha vuelto masa, la sociedad global del bienestar social ha pinchado y no es que no se viera venir, pues ya hace más de un siglo que se venía advirtiendo, pero la ambición de una pseudo élite partitocrática, el fanatismo de una intelectualidad de teatro de marionetas y una masa anclada en el dame pan y dime tonto han sabido poner sordina a los avisos.
¡A ver hasta donde se llega!
Manuel Alba
1 de marzo de 2020