Desde hace algún tiempo se viene suscitando una cierta curiosidad por el pasado, cosas del ayer que suscitan interés en algunas personas a las que los medios de comunicación, alguna serie televisiva, o una narración novelística, o incluso alguna noticia de carácter cultural más o menos veraz de las pocas que se llegan a producir en nuestros días, le abren la puerta de un mundo que quedó atrás pero que les llama la atención a gente inquietada por todo ese mundo del misterio, la pseudo magia, esas aparentes pseudo ciencias espirituales, o espiritistas, adivinatorias, ocultistas y un sinfín de fenómenos a las que acuden muchas personas en busca de una realización, según me cuentan, más allá de lo material.
Algunos conozco que parecen tener una especie de doble vida pues, por una parte siguen su devenir en el mundo de la cotidianeidad mundana, su actividad diaria, sea en su profesión, en su trabajo, su día a día, con sus buenos y malos momentos, sus triunfos y miserias, dentro del materialismo del mundo moderno, con sus ambiciones, sus deseos de éxito y de fortuna, de ser más y poseer más, y por otro lado se entregan a lo que ellos llaman una vida espiritual consistente en la entrega a unas creencias de una suerte de orden superior, sea por la vía de esas espiritualidades científicas que a partir del siglo XIX se empezaron a desarrollar bajo múltiples formas, por ejemplo la Teosofía, sea a través del cultivo y propagación de formas sincréticas pseudo religiosas y de elevación al grado de dogmas laicos de lo que no son más que meros postulados producidos por un absurdo hiperracionalismo consecuente a la negación de cualquier posibilidad de otorgar al ser humano de poseer el menor vínculo con una naturaleza trascendente a su ser corporal material.
Buscar en el ayer misterios vinculados, obviamente, a hipotéticas realidades o destinos materialistas, logros científico empíricos ocultos afanosamente por personajes, siniestros o iluminados por la sabiduría, para aplicar en un momento adecuado y óptimo de la humanidad, tesoros perdidos, pócimas mágicas, elixires de la eterna juventud, fórmulas de la humanidad, poderes para conquistar el mundo, el cosmos… Tratar de encontrar el enlace con otras civilizaciones extra terrenales que suponen algunos que pudieron tener gentes del pasado y cuyas claves deben de estar escondidas en algún rincón de este planeta, jugar a todas esas teorías de conspiraciones que para colmo de males esa herramienta que el Dios Jano usa de modo maravilloso: Internet, que se adapta a sus dos caras, construyendo a través de su lado positivo, formativo e informativo en manos de quienes están capacitados para usarlo, legitimados y con derecho a hacerlo, y destruyendo todo lo que alcanzan en manos de quienes por maldad o, peor aún, por incapacidad e ignorancia, lo utilizan lesivamente, es habitual hoy.
Entre todos los mitos y vestigios del pasado no hay en el presente uno que desate más pasión que el de os Templarios, y si escribo ahora sobre él es porque acabo de comprobar cómo han sido raptados de mi biblioteca dos libritos sobre la materia que, por suerte, también poseo en edición en lengua portuguesa, por lo que el descalabro es menos penoso. Y resulta hasta divertido el método de secuestrar los volúmenes:¡En dos fases! En una primera visita, encontrándome bastante fastidiado de salud, recibí la visita del secuestrador, que me pidió revisar lo que tenía por las estanterías a la vez que se interesaba por mi perturbado corazón. Al otro día observe que los dos libritos estaban juntos y en un estante, cuando antes estaban en diferentes sitios, gracias a mi desorden natural que solo entiendo yo. Ayer tarde se pasó por aquí el personaje, naturalmente para interesarse por mi salud, preguntarme si había hecho algún pedido de libros y si pensaba continuar escribiendo cierto ensayo… ¡Se marchó y con él, como comprobé por la noche, se fueron los libros que tenía seleccionados!….
¡Pobre hombre! ¿Irá a buscar el Grial o el tesoro?. ¿Será de esa secta que según Keith Laidler ( – Y ¡ojo! Esto no lo sabe casi nadie-) lo que buscan de los Templarios, el gran secreto, es el ídolo, el Baphomet, y que éste no es sino la cabeza de Cristo embalsamada? Si tal y como suena, la cabeza de Cristo embalsamada la habrían encontrado los primeros templarios en la zona que se les cedió del Templo de Jerusalén para instalarse y nunca se separarían de ella, como mantiene el autor en su libro The Head of God, y desde que esta teoría se publicó surgió una secta de buscadores de tal reliquia.
Lo cierto es que todo el interés sobre los Templarios no pasa de lo material, de la búsqueda de un beneficio ni siquiera cultural, incluso de lo anecdótico y recreativo, por llamarlo de algún modo, sin que ninguna de esas agrupaciones, pseudo órdenes y demás organizaciones tengan herencia espiritual alguna de aquellos caballeros monjes medievales. Si hubiese templarios, serían elementos individuales, que a nivel muy personal, conocedores no solo de las reglas y normas que les dotó Bernardo de Claraval y el Concilio de Troyes les otorgo a la Orden, hayan recibido una revelación, por decirlo de algún modo de la misión y los objetivos a cumplir si los hubiera, de la misma en el presente. Un buen número de esas llamadas herederas de los Templarios son organizaciones que justifican hasta otorgamientos de titulaciones de nobleza templaria, por lo que he visto, o confesionalidad manifiesta dentro del catolicismo presente, que no sería precisamente muy compatible con los pobres soldados de Jesucristo y las reglas de Bernardo de Claraval, practicando rituales exotéricos y gasta exhibicionistas, a mi humilde entender…
¿Despropósito?, pues tanto como todos esos pseudo espiritualismos, esas puertas a otras esferas, a otros planos, esos recursos a unos supuestos recursos al mundo de lo invisible, del más allá… Me llama la atención que incluso a tales recursos acuden quienes no demuestran en su cotidianeidad el menor atisbo de respeto hacia quienes manifiestan algún tipo de fe o creencia, la que sea, tachando de superstición esas creencias sencillas, simples tal vez, pero sentidas por las personas de forma firme y consecuente.
Despropósito porque no implican esos pseudo espiritualismos nada que implique esoterismo, nada en el orden metafísico, no salen de lo exotérico, olvidando que exotérico, material y de este “plano” como gustan llamar son muchos fenómenos que resultan invisibles, como el aire, la voz… o inmanifestados, o se nos ocultan a los sentidos, aunque otros animales los puedan percibir…. Despropósito, en cuanto a los Templarios, es “jugar” pues no es otra cosa, a esas escenificaciones que de vez en cuando, en una magnífica fortaleza a la que acudo por estar justo al lado de la casa familiar en un pueblo manchego maravilloso, a hacer una batallita: disfrazados de monjes soldados, unos caballeros añudos, pasados de la sesentena, procedentes de Francia,, acuden con cierta frecuencia y evocan la toma del castillo. Una vez me invitaron a participar y lo agradecí, declinando su cortés gesto y omitiendo dar opinión de tan grotesca mascarada.
¿Templarios? ¿En España?. Precisamente uno de los libritos secuestrado es, más bien, un pequeño mapa que señala todos los enclaves templarios de España. ¡Afortunadamente conservo a edición portuguesa! Ellos, los vecinos, que tienen tantos o más que nosotros, como son más generosos también en su guía incluyen los españoles, en el que me han quitado no estaban los lusitanos. ¡Es una lástima que sea difícil de obtener! Con él se pueden sorprender quienes busquen huellas y reductos porque no hay más que una franja sin ningún vestigio, precisamente Andalucía en sus provincias de Cádiz, Málaga, Granada, y Almería. En la Península Ibérica tomando una línea reta desde Sangres en Portugal, hasta Murcia, tendremos enclaves, encomiendas, fortalezas, tradiciones, leyendas desde el Atlantico a las Baleares y observaremos unas influencias que no se notan si no se atienden las señales, los símbolos que aún quedan…. ¡Pero conste que de esto no se yo mucho!
Manuel Alba