Por José Luis Yagüe
Con su pregón a Marbella, Antonio Gómez Gutiérrez, el director de Cope, entra por méritos propios, a formar parte de las grandes personalidades que han cantado, una y otra vez, la historia. la esencia y el sentir de esta ciudad, que no pueblo, ni villa, como él muy bien cantó en una noche templada, deliciosa, como son las noches de Marbella, tres semanas antes de que termine la primavera del 2019.
Y es que, si Don Antonio Maiz Viñals fue cronista de Marbella en los casi 40 años de alcalde de Paco Cantos y Antonio Lizarza (que nunca se nos olvide tampoco al alcalde Lizarza y a su gran mujer) y si el otro posterior Cronista Oficial de Marbella, Don Antonio Alcalá Marín, publicaron libros varios, rebuscaron en los legajos y dieron a conocer la historia y el brillante pasado de Marbella, la ciudad, no el pueblecito de pescadores con que desdeñosamente se nombran los orígenes de un lugar que, como recordó con orgullo Gómez Gutiérrez, poseyó altos hornos y una febril actividad en el trajín del mineral que aquel trenecito de vagonetas llevaba hasta donde hoy está el Club Naútico en el puerto de Nuestra Señora del Carmen para llenar las bodegas de los vapores que se acercaban a la orilla o en el incesante ir y venir aéreo que desde la mina del Peñoncillo traían las vagonetas para cargar los barcos donde está ese vestigio de aquella era de la historia de Marbella, que es la gran Torreta del Cable que aún se mantiene erguida frente a la costa, sin que, temporales (ni malas ideas) hayan podido con ella.
José Antonio Gómez reivindicaba la importancia que tuvo esta ciudad en aquellos años industriales, sin olvidar el vergel de su agricultura, con aquellos inmensos naranjales del Angel, en la época de Doña Pepita (las mejores naranjas del mundo, se decía y con razón), sin desdeñar su actividad pescadora, que sí que la tenía también. Y yo, coincido con José Antonio en resaltar el gran señorío que tenía el pueblo de Marbella. Nada más que hay que contemplar las fotos de la inestimable colección de Pedro Antonio (que no se pierda familia, por favor), donde puede verse la elegancia de los marbelleros, en aquello años 20, paseando por La Alameda, galleta blanca en la cabeza que no panamá, traje y corbata, alrededor del mítico restaurante La Jaula.
Pronunciaba José Antonio Gómez el pregón de las Fiestas de San Bernabé, el apóstol Patrón de Marbella, teniendo la delicadeza de citar a los otros patrones de la Ciudad, como San Pedro Alcántara y la marinera Virgen del Carmen, refiriendo el presente espléndido de una Marbella que es cotizada marca internacional, pero recordando los orígenes ancestrales por donde pasaron todas las civilizaciones del Mare Nostrum, para hacer parada en la conquista de la ciudad por el Rey Fernando de Aragón y su esposa Isabel de Castilla, que dicen, bordó el estandarte de la ciudad, cuando el Nuevo Mundo estaba por descubrir.
Y el canto a Marbella en el verbo florido de Gómez Gutiérrez se hizo música de pronto irrumpiendo en el escenario el entrañable Dúo Arenal, para cantar, los tres al unísono el pegadizo pasodoble a Marbella, al que faltó, me decía Cacho, “que alguien hubiese sacado a la alcaldesa a bailarlo. Hubiese sido la gran foto”.
Y se metió el director de Cope Marbella en el relato de sus recuerdos de juventud, de dónde y como se han venido celebrando las Ferias de Marbella, en recintos entrañables, desde el Puente Málaga y esa avenida llena de casetas donde se pregonaba “vamos al turrón”, con el tata-chin de la pequeña noria, “queréis más?”, pasando por el llano del Molino Viento, el parque de la Represa o el actual emplazamiento que ha cedido el Parque Comercial La Cañada, en una ampliación que nunca llegó y ahí está con sus naves vacías, esperando el trajín de la Feria o el Festival de Música con los grandes conciertos programados ya para estas noches de Agosto, mientras el Ikea se iba a Málaga y otras superficies grandes o medianas, “por imperativo legal” y falta de ese espacio, dejaban de asentarse en Marbella.
Muchos recuerdos de su niñez y de cómo vivía Marbella las fiestas en honor del Santo Patrón, sin que faltara, como buen hijo, el recuerdo a la madre que se fué y que ahora, dijo, cumpliría 100 años.
Con ritmo en el relato, llegó a nuestra Marbella contemporánea, a la que descubrió el turismo después de Ramiro Campos Turmo y el esfuerzo por difundir los atractivos de este lugar del marqués de Ivanrrey, Don Ricardo Soriano, el inventor de la “moto pulga” y el aventurero que en lancha motora de la época navegó por el Ródano o hizo la “machada” de traerse, en aquellos años, a todas las bellezas de medio centenar de países, para alojarlas en su Hotel El Rodeo, que, yo por mi parte recuerdo en los años 40, por sus altos troncos a modo de mástiles, llenos de multicolores banderas.
Como su sobrino, el príncipe Alfonso de Hohenlohe, bautizado por el Rey Alfonso XIII y sus padres Egon y doña Piedad Iturbe a los que el marqués ofreció la compra de las viñas de Santa Margarita, hoy el rutilante y mundialmente famoso Marbella Club Hotel, el pregonero citó a muchos personajes de la época brillante de aquella Marbella, de Ana Pombo y Menchu Escobar, que yo también perfectamente recuerdo, viniéndome en esos momentos a la mente, el primer Bar de Menchu, la hija de buena y adinerada familia de Málaga que se escapó a Marbella a vivir la libertad y a servir copas a los personajes más deslumbrantes del mundo, comenzando por aquel bar, bajo la gran arboleda junto al viejo puente romano, mucho antes de que el príncipe de Marbella y su socio Tulio Pinna construyeran el hoy Hotel Puente Romano.
En aquella arboleda y junto al Bar de Menchu, nos sirvió Roque, el gaucho argentino que cogió fama en el Marbella Club por sus asados, una cena memorable con Brigitte Bardot, Günter Sach, el príncipe Aslfonso y su gran amigo, el entonces joven periodista José Luis Yagüe Ormad, es decir, yo mismo.
Y es que de aquella Marbella que iba narrando José Antonio Gómez con nombres y lugares de la que uno, modestamente, fue testigo y protagonista también, me llegaban, a medida que el pregonero iba cantando nombres y lugares que cimentaron la fama mundial de la ciudad, los más gratos recuerdos.
Y no sólo por eso me encandiló, me entusiasmó el pregón del director de la Cope, sino por lo bien que hizo el relato para hacer patente su amor eterno por la Marbella que le vio nacer, que le vio crecer, que le vio hacerse la gran personalidad que ya es este gran marbellero nacido en la calle Lobatas.
Con el canto a Marbella y a su Feria, retratando los orígenes de la ciudad y sus vestigios, la rutilante Marbella de los años 60, cobijo y albergue de estrellas de cine, de potentados, de jet set, en definitiva, José Antonio Gómez, estructuró un pregón que nos llevó a buscar momentos y escenas memorables en ese cajón de los recuerdos que tantas vivencias gratas de la vida de Marbella guarda.
Fue un pregón soberbio, como la propia alcaldesa de la ciudad María Angeles Muñoz Uriol lo calificó, como a tantos nos encantó. Un pregón vivido y sentido que llenó los corazones de amor y fervor por Marbella.
Y por si fuera poco, supo José Antonio Gómez Gutierrez, el director de Cope Marbella terminarlo con la revolera impresionante de una genial Mari Carmen Molina, la reina de la copla que un día se atrevió a cantar y estremecer con su voz la histórica plaza de la Real Maestranza de Ronda acompañada por la Banda de Música de la Legión y que esta noche de ensueño y magia de la palabra y la música, con el maestro Gordillo al piano, vino a cantarle a Marbella como lo hizo Antonio Molina, interpretando esta maravilla de voz de Maria Carmen Molina, aquel “Marbella, Perla del Mar” que nos hizo estremecer.
Gracias pregonero por ejercer plenamente de marbellero en tu pueblo, de demostrar que estás listo y preparado para entrar en el ranking de los grandes cronistas de Marbella. Tú, que llevas años, micrófono en ristre, contándonos cosas importantes, dando realce a Marbella con esas memorables y únicas galas que por Navidad y Semana Santa organizas subiendo al escenario desde la duquesa de Alba, Antonio Banderas, Arturo Fernandez, el cura Lezama, creador del Alabardero y los más importantes artistas del momento y que, como yo pedí para tí públicamente a la alcaldesa hace unas semanas en la entrega de los ya XIII Premios Cofrades, rodeado de Pitingo, de Adolfo Suárez Illana, los mineros de Asturias y los guardias civiles que sacaron del pozo al fallecido pequeño Julen entre otros muchos personajes importantes y nuestra gloria de la medicina digestiva, el medalla de oro, Andrés Sánchez Cantos, tú si que lo vales, tú, Gomez Gutiérrez, si que eres de los que necesita, no solo una Medalla de Oro de la Ciudad y el Título de Hijo Predilecto, sino que el director de Cope, el marbellero José Antonio de la calle Lobatas, tenga ya un reconocimiento público de la ciudad, con una calle, una plaza y un monolito. Porque nos has demostrado que tú si que vales.
Texto de José Luis Yagüe.
Fotos: Cacho.
Video de M-95 Televisión, colaboración de Pepe Pernía Calderón y Marta Ortega.