Aunque el ritmo de vacunación ha mejorado bastante, todavía queda por vacunar a la mayoría de la población. No es una opinión, mía ni mucho menos, sino que es un dato real a fecha de hoy mismo.
Y aunque el estado de alarma haya acabado de manera lamentable y por dejación total de un gobierno que ha dejado al país en manos de los jueces, el virus no solo sigue con nosotros, sino que no tiene intención alguna de marcharse.
En este sentido, no solo deberíamos recordar esto todos los días, sino también deberíamos recordar el hecho de que nuestra libertad va a seguir dependiendo de que lo recordemos y no de ningún eslogan de libertad que viene totalmente empapado de cinismo.
Porque deberíamos pensar,¿Qué libertad empieza hoy?, le preguntaría yo a todos esos seres ingenuos mientras se ilusionan en que hoy empieza todo otra vez, que volvemos a la vieja normalidad, que volvemos a la vida que llevábamos, como si terminar con la pandemia dependiera de un instante de inspiración, de una fecha al azar, de una medianoche como en la que se cambia la hora, que antes le dábamos la vuelta a la manecilla por toda la esfera porque a los relojes nunca se les puede dar para atrás, como nos decían nuestras madres, y luego resulta que todos los aparatos modernos se cambian solos y no nos dan ya ni los buenos días.
Pues igual: hay gente que piensa que, desde este pasado sábado a las doce, el virus se disipó por completo por decretazo del gobierno. Y ya se acabaron los horarios, las cuarentenas, esa falta de libertad que algunos políticos han usado de manera torticera para hacernos creer que los confinamientos eran estrategias de los políticos de enfrente para convertirse en dictadores.
Desde este sábado noche veo planes de fiesta, de playa, de campo y de montaña, de quedadas con cientos y hasta miles de personas ( En Barcelona fueron 6.500 personas en 31 fiestas, pero también lo fueron en Madrid, Sevilla, Salamanca, Valladolid, Valencia y muchas ciudades más) porque la ley ya lo permite, dicen ellos, que son tan respetuosos con la norma como irresponsables con la vida, esa vida que no entiende de normas y que obliga a entubarte en una UCI como todavía están y han estado los miles de muertos ( más de cien mil) que siguen muertos, a la deriva del olvido, en la libertad del tiempo sin tiempo para siempre porque ellos ya no pueden comprar tiempo.
Algeciras, 9 de mayo de 2021
Patricio González