En un cortometraje rodado hace unos días en la capital de la provincia el actor residente en Marbella, Antonio Coca Sandina es el personaje elegido para protagonizar “Un Día por Málaga”.
Antonio Coca está desarrollando una interesante actividad en el teatro, en el rodaje de spots publicitarios para diferentes marcas y en la televisión. Su barbilla blanca comienza a hacerse familiar para los espectadores. Y mientras, se va abriendo paso en el mundillo, donde empieza a ser valorado y su condición de actor, ponderada.
“Un Día por Málaga” es una historia enlazada con los inicios del cine desde que lo inventaran los hermanos Lumiere y donde se recuerda el testimonio de Paco Griñán que manifestaba que en los años 50 existían en Málaga unas 90 salas de cine, que tras el invento del televisor y los multicines terminaron por desaparecer.
Aunque el cine no pervive sin alicientes. Y Emilio Pascual sobre el 1913 le pidió a su amigo y cineasta José Gaspar, que viniera a retratar a las gentes de Málaga para que acudieran al Pascualini para verse. Así nació ‘Un día por Málaga’, obra partícipe de los documentales cotidianos de los Lumière que haría visitar por primera vez una cámara todos los espacios del centro malagueño.
Y así ha querido repetir la historia, con el mismo título, actualizándola al día de hoy, el director y guionista, Alvaro Campoy (26 años) estudiante de la Escuela de Cine ‘SchoolTraining’ en El Palo, Málaga.
Indagando sobre el devenir del cine y de Griñan en Malaga, Álvaro conoció el Cine Pascualini y poco a poco —desgranando miga a miga, como se suelen hacer estas cosas— conoció la figura de Emilio Pascual Marcos y a su Cine. Una figura con la que este director, y también guionista (Campoy), ha decidido traer de la mano de Antonio Coca como protagonista a la actualidad. En un viaje inspirado por metrajes como el Ministerio del Tiempo o Doctor Who, la fórmula es bien sencilla según su sinopsis:
“Emilio Pascual, personaje histórico del cine andaluz a inicios de
1900, aparece en la Málaga actual con la misión de llevar el primer documental
que se rodó en Andalucía a su primera proyección. Confuso y perdido en una
ciudad extraña para él, Emilio conoce a Vega, guía turística que le ayudará a
encontrar el lugar que busca para entregar su película. Un paseo por la ciudad
que cambiará su forma de ver el cine y ahora, a una nueva Málaga llena de
AIRBNBs y turistas”
Ligado a la memoria y al séptimo arte, Álvaro Campoy
solo espera que el cortometraje genere en los espectadores la misma sensación
que tuvo al escribirlo: “Espero que todos conecten a través de esta historia
y que entiendan que la experiencia cinematográfica no solo es sentarse en una
butaca a mirar una pantalla. Las salas de cine son algo más que espacios para
la cultura”, ha dicho.
Fotos de Victoria Ivars y archivo