Los investigadores que están estudiando las poblaciones invernales de los aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris) en el complejo de la Cueva de Gorham (Sitio Patrimonio Mundial de la UNESCO) se han visto sorprendidos por una llegada sin precedentes de estas golondrinas a principios de noviembre. En uno de los dos recuentos semanales de la entrada de aves en las cuevas por la noche, el número de aves superó los 5.700. Esta cifra podría representar hasta un 1% de la población europea tras la temporada de reproducción, un dato notable, y hace que este sea el dormidero de esta especie de mayor envergadura que se conozca en el mundo.
Los anteriores recuentos de los últimos años habían alcanzado un máximo de 3.600 aves, en línea con los registros de la década de 1970 (efectuados por algunos de los investigadores del proyecto actual), que situaban el dormidero invernal en 2.000-3.000 aves. Se pensaba que los números invernales habían descendido de forma significativa desde entonces, pero no se habían realizado recuentos precisos hasta que el proyecto actual se reanudó hace tres años. Se sabe que las aves que pasan el invierno en las cuevas llegan desde lugares tan lejanos como los Pirineos franceses o los Alpes italianos.
El equipo de investigación del proyecto está compuesto por científicos y trabajadores del Museo Nacional de Gibraltar, los Jardines Botánicos de Gibraltar y la Sociedad Ornitológica y de Historia Natural de Gibraltar, trabajando de forma conjunta en el marco de un proyecto de la Universidad de Gibraltar. Podrían existir distintos motivos para este incremento observado: estas aves podrían haber pasado una temporada de reproducción excepcionalmente positiva en Europa, o que la reciente temporada de mal tiempo en la península ibérica haya fomentado que un número de aves más elevado del habitual haya migrado al sur. Otra explicación, en parte al menos, bien podría ser la protección que brinda el complejo de la Cueva de Gorham desde que pasó a ser Sitio Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2016. Estas aves pueden descansar y dormir sin perturbaciones, dado que en la actualidad el dormidero está cuidadosamente protegido.
El dormidero de aviones roqueros se identificó por primera vez a finales del siglo XVIII, cuando el Reverendo John White informó de su presencia a su hermano, el reputado naturalista Gilbert White de Selborne. Estas observaciones contribuyeron a la comprensión del fenómeno de la migración de aves por aquel entonces. El dormidero de aviones roqueros es muy antiguo: se han encontrado restos de estas aves en contextos neandertales que se remontan a hace más de 100.000 años.
El Ministro responsable de Medio Ambiente y del sitio Patrimonio Mundial de la UNESCO, John Cortés, comentó sobre los últimos hallazgos: “Resulta sumamente emocionante ver cómo la protección puede ayudar a especies potencialmente vulnerables. Tengo un interés muy personal en estas aves, dado que formé parte del equipo que efectuó su recuento e identificación en los setenta. Estas aves han recurrido a este lugar durante milenios y estoy orgulloso de que estemos contribuyendo de forma positiva a su bienestar actual. Este caso demuestra la importancia que reviste la protección que ofrece nuestro Sitio Patrimonio Mundial, que se traslada del plano cultural al natural. La protección del sitio no solo incluye los neandertales y sus restos, sino también todos los seres vivos que lo usan actualmente: es un ejemplo perfecto de conservación total”.