Las noticias del día son tan malas en todos los sentidos que hoy no voy a escribir nada relacionado ni con la pandemia ni con Afganistán. Les voy a hablar de EL GATO ANDALUZ, intentando dar un poquito de luz a lo que nos ocurre a diario.
Yo tenía un querido amigo, Salvador González Jiménez, linense por los cuatro costados pero vivía en Algeciras, siendo su esposa algecireña. Era un sabio del pueblo, pescadero, andalucista hasta la médula, escribía con una finísima ironía bajo el sobrenombre de EL GATO ANDALUZ. Él inventó los premios que daba cada año el Centro Andaluz de Algeciras: Premio a hablar un andaluz tan malo que parecía castellano, refiriéndose a aquellos que intentaban castellanizar nuestras palabras por trabajar en medios de comunicación hablados o vete tú a saber porqué.
Su fina ironía la llevaba a cabo siempre. Decía que Algeciras le gustaba más cuando iba temprano a comprar el pescado y no veía algecireños por las calles. Le liábamos la grande y así transcurría nuestra amistad contestándole “cállate ya piojoso”.
Llegamos a publicar hasta cien números de una revista titulada PODER ANDALUZ donde él tenía sus páginas de EL GATO ANDALUZ en las que le daba a todo el mundo pero con la elegancia que le daba esa sabiduría de pueblo que Salvador tenía. Fue muy querido por todos los compañeros que disfrutamos de una persona buena.
Siempre tenía La Línea en su vocabulario. Recuerdo que un día fuimos a un Congreso del Partido Andalucista a Torremolinos. Allí nos reuníamos todos los delegados de Andalucía. Y claro, él iba con los delegados de Algeciras.
Un Congreso tiene muchas horas de pasillo donde se charla, se preparan estrategias de cara a montar una lista o un programa de Partido. En definitiva, el Congreso , realmente, se hacía en los pasillos o en la cafetería del Hotel donde se llevaba a cabo.
En uno de esos ratos de pasillo o cafetería, estábamos discutiendo sobre la cuota que el Campo de Gibraltar tenía que tener en la ejecutiva nacional del Partido Andalucista, cuando un compañero de Málaga se nos acercó y le dijo a Salvador: “ ¿Cómo está piojoso?. Salvador le miró con auténtica cara de mala leche y le preguntó: “¿Qué has dicho?”. “Pues piojoso, tío, eres de La Línea”, le replicó el malagueño.
Con el ceño fruncido, Salvador le miró y le dijo: “No te equivoques, a mi “piojoso” me lo puede decir uno de Algeciras, pero no consiento que venga un malagueño o un sevillano o un gaditano y me lo diga, me llamo Salvador o El gato andaluz y punto, amigo”. El compañero de Málaga se marchó con la cabeza gacha. Eso es arte puro de mi querido amigo EL GATO ANDALUZ. No ni ná. Un beso al cielo.
Algeciras, 20 de agosto de 2021
Patricio González