Anián Berto
Periodista-escritor
Los economistas hablan de cuatro crisis, los políticos de dos y los que
pasan hambre de una sola. Los primeros se refieren a la salud,
economía, política y social. El cuerpo político lo reduce a un binomio,
la salud y la Ciencia Diplomática Organizativa Pública, que se diga cómo
se diga es lo mismo; la política.
Los demás tocan las palmas, desde el púlpito o llámese balconada o ventanal al uso.
Con el estómago lleno hasta es reconfortante aplaudir, y si es desde una grada «de su agrado», lo mismo es útil para paliar el confinamiento. Además, sin duda, se realiza un reconocimiento justo a nuestros sanitarios y resto de servicios públicos, por lo cuál la conciencia queda satisfecha, y hasta sirve para que el interior nos permita unos minutos de satisfacción. Una misión que se ha convertido en espiritual, y hasta folklorico, muy dado por el español. Un gesto exportado ya a otros países, que siguen el ejemplo. Los chinos no. Lo mismo después nos vale cómo reclamo publicitario, spot televisivo o cuña de radio para levantar el sector turístico, enormemente dañado, y decir: » España, un pueblo que aplaude ante la enfermedad». Y con esto la Costa del Sol y la Plaza de España de Madrid recuperarán su talento empresarial y de servicios, en estos instantes machacados y perdido.
¿ Qué dirán
ahora los quisquillosos vecinos que echaban a los turistas ?, o los
políticos, y » políticas» que pretendían cobrar a los turistas por
pasear por sus calles e invertir en sus comercios. Es que algunos, y
«algunas», tienen bajas cotas de miras. Cuánto daría yo, que diría la
más grande.
Ahora el paro se dispara, el sector turístico,
agropecuario, servicios, comercial y miles de empresas echan el cierre.
La gran mayoría de estas empresas vivían al día y dependían de la caja
diaria.
Por otra parte, son ya muchos los que gritan de impotencia, agarran la realidad por los cuernos, y observan que el «coones-virus» nos ha metido un gol fuera de juego, que ni la moviola ni el videoarbitraje («Var»), tiene posibilidades de discernir. Hay algo que es incapaz de distinguir entre el bien y el mal: » ¡¡ El hambre !!».
Cuándo este roll se extinte no hay otra razón que justifique
lo que ocurre. No existe político ni economista que logre parar la
capacidad inventiva del ser humano en situación de acorrolamiento
absoluto.
Un desastre global es propicio para desenmascarar a muchas
ideologías y poderes públicos locales, autonómicos y gubernamentales,
intereses económicos, la falta de solidaridad, e intenciones dañinas de
personajes avaros, que viven pobremente y mueren millonarios.
El
ser humano es capaz de lo mejor y lo peor, de lo bueno y lo malo. Tiene
capacidad de reflexión y poderes de instintos de supervivencia
incalculables. El humano es creativo y análitico. Utiliza sus cinco
sentidos, o todo lo contrario. Cuando ve imposibilitadas y anuladas sus
excelencias cómo persona recurre a lo más improvisado. Y aquí está la
clave, sencilla ley de vida.
No intentes explicar, analizar o
justificar frente al hambre ninguna teoría, que no sea satisfacer la
imperiosa necesidad de un trozo de pan. Este imperativo natural ni se
convence ni se vence, así proyecten la estratégia avispados y agudos
«politólogos » , recién salidos de la universidad con títulos bajo el
brazo y sin haber dado un palo al agua.
Este desastre de salud está llevando a España a los peores augurios, sin ser neocatastrofista. Al contrario, hay que adelantarse a los acontecimientos y actuar de manera gradualista. Adelantarse al pelotazo antes que impacte en tu propia cabeza. Verlas venir que se decía en mi barrio. Así el impacto será amortiguado e incluso puedes rematar a puerta.
Nuestra
nación se debate entre variantes puntos de vistas. Unos son los
catalogados «no están, no contestan», pero aplauden. Y otros los que
parecen no entender esa postura de cantos de sirena. Los más relajados
esperan a final de mes su nómina, de funcionario, empresa o jubilación.
Los otros dicen que no hay más tiempo de ayunos ni discursos
televisivos. La gente del primer grupo no se cansan de decir que «no es
el momento», a final de mes esperan recursos económicos, pero todos los
encerrados no disponemos de esos privilegios.
Los que no tienen nada
que cobrar, ni se le espera, claman al cielo y pueden ser distinguidos
por, los que ya no tienen fuerzas para aplaudir, y sólo les quedan voces
para pedir ayudas.
La situación se agudiza, los nervios afloran
y las soluciones efectivas y reales no llegan urgentes y de manera
equitativas. Sin embargo, el gobierno no reacciona ante los más
vulnerables, recuperar los empleos perdidos, buscar opciones para
recuperar inmediatamente el mercado exterior y el turismo, que tantas
veces nos sacó del atolladero económico.
Está claro, no es
momento, claro que no. Nadie debe hablar de política, hay que plantearse
denunciar a los ineptos políticos. A estos irresponsables personajes
que nos gobiernan y supuestamente nos protegen, resultando todo lo
contrario. Es cómo dormir con tu enemigo, no hay manera de pegar ojos.
Cada mañana nos levantamos con cientos de muertos nuevos, los
contagiados crecerá, los profesionales de vanguardia trabajan sin
material ni protecciones adecuadas, el Gobierno siniestro
social-comunista-independentista y proetarra se adueñan de los medios de
comunicación. Ahora van por internet. La única fuente que nos acerca a
los españoles. Wapptsap anuncia una intensa reducción de envíos de
mensajes. Dicen para eliminar desinformaciones y aglomeraciones de
envíos. Es la propia aplicación quién anuncia el recorte, pero por
propia iniciativa o ¿ Existen «recomendaciones» desde otras esferas ?.
Es decir, nos tratan cómo una sociedad infantil, poco seria y
analfabeta, incapaz de separar «la paja del grano». El dominio de los
medios de comunicación por el poder es peligrosisimo, nos amputan la
información. Es lo primero que se hace en todas las guerras: incomunicar
al pueblo.
¿ De qué manera esperamos que nos auxilie con el
propósito de superar la causa?. El virus encontrará respuesta
científica, pero ha venido para quedarse. Sánchez llegó, pero tampoco
está dispuesto a perder su acomodo de poder. Si hay que mentir se
miente, sin perjuicios ni escrúpulos. Aquí se trata de una estrategia
depurada aplicada a los españoles, a quiénes conoce perfectamente.
Ciudadanos con una extraordinaria capacidad de olvido, fácil de manejar y
manipular en la dirección que marca su cruzada.
Lo verdaderamente preocupante es que la maldad política de Sánchez y sus acólitos, no se deja ver por el ojo humano, habría que utilizar el electroescopio. Lo dejan todo atado y bien atado, y en este sentido si van por delante, avistan el futuro y actúan ante lo imprevisto con nocturnidad y alevosia. Convencen con facilidad, compran voluntades y cierran el círculo a la libertad y la humanidad más acusiante.
Pero, ya muchos nos hacemos demasiadas interrogantes. Podría explicarse ¿ A que viene inyectar 15 millones de euros a Mediaset y A-tresmedia ?. Empresas mediáticas millonarias privadas, que debieran hacer lo contrario, ayudar a la causa y dedicarse exclusivamente a mejorar la situación de la pandemia. Sólo es comprar altavoces que nos envíen consignas de relax, paciencia y textos que denigran aún más la tremenda crisis que vivimos, con mensajes que gusta oír, cómo; «España es un gran país «, o «Juntos lo conseguiremos». Claro que sí, juntos pero todos en las mismas condiciones sociales, laborales y económicas. Por lo menos cubiertas en su más mínima expresión.
Se olvidan de las pequeñas y
medianas empresas, autónomos, parados, personas sin recursos de ningún
tipo, que no esperan nada más que hundirse en la miseria, la necesidad y
el hambre.
Esta extrema necesidad puede ser más perjudicial que el
Covid-19. A quién no le resuena en sus oídos aquella frase de los
españoles que combatieron en la guerra civil del 36 en España, que
decían : » La posguerra tuvo peores consecuencias que la propia guerra».
Todo
apunta que quién no tiene «colchón económico » está hundido. Hay que
ser realista, la crisis en limites abre una gran brecha entre la
economía pública y la privada. La industria no produce, la gasolina baja
de manera histórica, pero no hay ingresos, el consumo ha bajado un 95
%, el impuesto respecto al combustible ronda el 63 %, similar al tabaco,
donde el Estado igualmente ingresa una cantidad astronómica. Es el
motivo más sincero por el que a los estancos se les considera «servicio
esencial». Continúa abierto el suministro de tabaco, sin importar la
salud de los ciudadanos fumadores, ni el riesgo añadido al virus chino
de Wuhan.
Se llegó tarde y mal. Ahora se empieza a pagar
consecuencias generalizadas, pero cómo en toda circunstancias en la
vida, no todos pagamos los errores de nuestros políticos de manera
igualitaria. Ni todos estamos confinados, tampoco sufrimos el mismo
riesgo, ni padecemos de igual manera. Todo esto nos hace ser desiguales,
pensar de modos distintos y disipar las fuerzas de todos para ofrecer
la solidaridad infinitamente necesaria para salvar vidas, evitar
enfermar y cubrir las necesidades vitales de las personas más
vulnerables. De todo ello, se deduce cómo imprescindible el poder
adquisitivo, la falta de recursos económicos para cubrir la alimentación
de los hogares más necesitados. El hambre no tiene tiempo de
estadísticas, de oír a tertulianos televisivos, programas políticos ni
analizar actitudes de personajes con ideas caníbales y deplorables malas
ideas.
El mejor aplauso para la calma sostenida y tensa a las
personas que ya sufren el dolor de la pérdida de un ser querido y,
aquellas otras, que tienen la puerta cerrada para satisfacer las
imperiosas necesidades innegables, el alimento y la salud. España pasa
hambre.