Las elecciones de este domingo en Italia conciernen a la Europa de la Unión, inquieta por la victoria de la coalición entre el posfascismo de Georgia Meloni, las viejas artes de Silvio Berlusconi y la xenofobia sin complejos de Matteo Salvini.
El desgaste de la política institucional practicada por los Gobiernos europeístas de los últimos años, con la fórmula de Mario Draghi reventada desde dentro por el Movimiento 5 Estrellas, ha dado su oportunidad al populismo de derechas. Esto ha levantado todos los temores. Temor a que la tercera economía europea se desentienda de los compromisos adquiridos por la UE, en defensa de Ucrania y por prescindir de los combustibles fósiles de origen ruso, frente a la guerra de Putin que esta semana se ha hecho más amenazante. Temor a que tanto la xenofobia en lo doméstico como el cuestionamiento de una política común ante los flujos migratorios en el Mediterráneo hagan posible la involución en valores de Europa. Temor a que la victoria de Meloni, Berlusconi y Salvini restablezca fobias hacia la diversidad de los europeos en toda la Unión.
La esperanza de que una derecha extrema en el puente de mando de Italia se contenga y modere sus impulsos iniciales se encuentra, lamentablemente, en el riesgo de recesión y en la magnitud de su deuda de 2,7 billones de euros con 1,7 de Producto Interior Bruto.
Es la tercera economía europea, pero está muy necesitada. Lo que a su vez convierte la confianza de que una nueva mayoría tan escorada hacia el populismo se muestre más pragmática, en un temor añadido de que pretenda saltarse cualquier convención europea en materia económica.
El escrutinio ha sido totalmente inapelable. Nadie en Italia o en el resto de Europa que se sienta contrariado por el recuento de los votos tendrá motivos para quejarse de un resultado que los italianos y los europeos hemos merecido . Una vez celebradas la elecciones la Europa de la Unión deberá enmendar rápidamente su impasibilidad. No hay otra.
Patricio González
El coste de la vida se ha encarecido enormemente tras el estallido de la guerra. En el último año, la electricidad y el combustible han elevado enormemente los costes de las empresas, que se han visto obligadas a trasladar ese incremento a los alimentos. Un alza de precios que ha elevado la cesta media mensual de las familias en casi 150 euros en los últimos cinco años, pasando de los 161,74 euros de 2017 a los 310,18 de 2022.
Con el estallido de la guerra en Ucrania, el precio de los alimentos comenzó a crecer de manera muy significativa. La dependencia de España de cereales, como el trigo o el maíz, tanto para el consumo como para el alimento del ganado, ha encarecido productos básicos como el pan, la carne, los huevos o la leche. De esta forma, la subida de precio de consumos básicos ha disparado el gasto en alimentación en 1.790 euros al año.
La pasta y el aceite han sido de los productos que más se han encarecido en el último lustro. Macarrones, espaguetis o tallarines han triplicado su precio. Por su parte, el aceite de girasol ha pasado de costar 0,90 euros en 2017 a 2,50 euros, mientras que el aceite de oliva virgen extra ha casi duplicado su precio, que se ha elevado hasta los 7 euros el litro frente a los 4 de hace cinco años.
Los productos lácteos han sido de los más afectados por el alza de precios. Por ejemplo, la leche, se ha encarecido un 25%, pasando de 0,80 a 1 euro el litro en los últimos cinco años. Pero sin duda, uno de los productos de la cesta de la compra que más se ha encarecido en el último lustro es elqueso, cuyo precio se ha más que duplicado pasado de 6,95 euros a 15 euros el kilo.
En el caso de la carne, los precios han llegado a subir hasta un 50% en algunos productos. El pescado , por su parte, es un lujo que ya no está al alcance de todos. La media de subida está entre los seis y ocho euros.
Comer fruta de postre o hacerse una ensalada ya no es apto para todos los bolsillos. En el caso de las frutas,naranjas y mandarinas han multiplicado por cuatro su precio en los últimos 5 años, mientras que un kilo deplátanos de Canarias ha pasado de 1,49 a 3,85 euros el kilo -casi el triple- y las manzanas han multiplicado su precio por dos. En el caso de las hortalizas, la unidad delechuga ha pasado de 0,60 a 1,30 euros, mientras que tomates y cebollas se han encarecido de media en 1 euro el kilo.
En general, la cesta de la compra se ha duplicado.
Patricio González
La guerra de Ucrania ha vuelto a ser portada de nuevo de los medios de comunicación. El anuncio de Putin de que va movilizar a 300.000 reservistas de hasta 35 años -por ahora quedan al margen los estudiantes- y la insistencia de la amenaza nuclear («utilizaremos todos los medios, no es un farol», palabras textuales del presidente de Rusia), dibuja un escenario nada halagüeño.
Putin es impredecible en sus acciones, como ha venido demostrando desde hace años, pero ahora que se siente acorralado no solo en el ámbito exterior sino también dentro de su país -le llueven las críticas de cargos públicos rusos sobre las decisiones que está tomando y la población se está movilizando abiertamente pese al castigo que reciben- se puede esperar cualquier cosa incluso que active el botón rojo del mayor arsenal nuclear del mundo.
Ya se sabe que en situaciones desesperadas las decisiones que se toman son desesperadas y Putin hoy se siente acorralado. Está perdiendo la guerra en Ucrania y en sus país las presiones son cada vez mayores y no se van a detener.
La movilización parcial del país anunciada en estos días supone llevar a la guerra a miles de familias rusas que, hasta ahora, habían visto el conflicto bastante de lejos.
Añadir militares no es la solución para ganar en este conflicto y lo más probable es que solo sirva para añadir víctimas inútiles a la larga lista actual en uno y otro bando.
El temor a esto ha provocado una fuga de rusos del país hasta el punto que se agotaron las plazas de avión para salir a los países en los que no se pide visado. Otros, han huido por coche hasta Finlandia e, incluso, lo han hecho andando.
Rusia se está desangrando y Putin cada vez está más solo. El futuro es incierto y muy peligroso para todos.
Patricio González
Todos llevamos un Viejo dentro
Estas palabras no son mías, son del cantautor al que más admiro, Joan Manuel Serrat. Y es cierto, todos lo llevamos pero seguimos sin hacer nada con respecto a ellos. Hemos pasado por la peor tragedia desde la Guerra Civil y en esa pandemia del Covid han sido CIENTO TREINTA Y CINCO MIL MAYORES FALLECIDOS EN RESIDENCIAS PARA LA TERCERA EDAD.
Hicimos todos un compromiso de mejorar como personas a raíz de esta pandemia, pero seguimos igual. De todas las denuncias presentadas por tantos miles de muertos en las residencias de mayores, ninguna ha llegado a nada. Se murieron en la más absoluta soledad sin tan siquiera poder despedirse de sus familiares. Y a estas alturas seguimos igual.
Esta pasada semana, Mariano Turégano, de 82 años, ha pedido la palabra en el Pleno del Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes para denunciar con contundencia y la voz rota la situación que viven él y sus «140 compañeros y compañeras» en la residencia pública de gestión privada Moscatelares en San Sebastián de los Reyes.
Turégano se dirigió desde el atril a los diferentes grupos para «compartir un día a día», que, les advirtió, «será el suyo no en tanto tiempo»(todos llevamos un viejo dentro). Con claridad fue describiendo cómo el jardín del centro se ha convertido en un «secarral» robando la posibilidad a los residentes de disfrutar de ese espacio al aire libre que tanto necesitan; que «no hay personal en lavandería y muchas veces no tenemos ropa en nuestros armarios», “la comida muchas veces es tan deleznable que estamos horas sin comer” y su » privacidad queda reducida al absurdo».Explicó cómo han sobrevivido a un verano de «40 grados» en sus habitaciones, una situación que ha terminado con la hospitalización de algunas personas por «deshidratación». La Comunidad de Madrid, denuncia, «mira para otro lado cuando se trata de velar por la salud y bienestar de sus ciudadanos» por lo que exige a los representantes del Ayuntamiento que «vigilen y hagan cumplir el compromiso reciente de la Administración autonómica a climatizar el centro, algo por lo que han «peleado mucho».
Esta situación sigue ocurriendo en muchas residencias de mayores habiendo residencias en Cataluña y Valencia en las que el número de fallecidos durante la pandemia ha sido superior a las ochenta personas.
Medidas??. Ninguna, seguimos igual. La única medida posible es una mayor inversión en nuestros mayores. No es una limosna, es lo que les corresponde, es lo que les debemos después de toda una vida de trabajo.
Patricio González
Esta no es
Quienes hayan estado al tanto de las noticias habrán podido ver como cuando el Rey Carlos III de Inglaterra interrumpió su primer acceso ya como sucesor de su madre al Palacio de Buckingham para, haciendo detener el automóvil, descender junto a la Reina Camilla para saludar a los ciudadanos que se agolpaban en la verja de acceso y como estuvieron haciéndolo estrechándoles las manos a la gente y dedicándoles algunas palabras. Después pasaron a contemplar los ramos de flores que la gente había dejado allí como homenaje espontáneo a la difunta Reina y acabaron entrando caminando ambos, juntos, sin ceremonia ni solemnidad alguna.
Un par de horas después, el Rey se dirigió a la ciudadanía en un discurso emotivo pero nada ramplón ni sensiblero en el que al homenaje a Isabel II, como Reina y como madre, el recuerdo a su padre y un repaso rápido por los temas sociales, por las expectativas de futuro, con alusión al mañana que representa su hijo, ya designado Príncipe de Gales, por su propia familia, su esposa, la que fuera en otro tiempo poco estimada, hoy la Reina Camilla, la tanto tiempo ensombrecida por el fantasma almibarado hasta el cansancio, mitificado hasta lo más ridículo y casi divinizado de la que fuera madre de sus hijos, la famosa Lady Diana Spencer, aquella pobre muchacha a la que creo que ha sido nuestro gran periodista hispano Jaime Peñafiel ha calificado poco menos que de anormal y a quien yo apoyo incondicionalmente, porque su vida y milagros bien demostraron hasta qué punto daba de sí, incluyendo el final trágico junto al amante de turno.
Y tuvo Carlos III su gesto de recuerdo a ese hijo díscolo casado con la titiritera con delirios de grandeza y que tampoco parece que esté bien amueblado de sesera, en mi humilde opinión. Sin embargo, y pesar de los sofocones y problemas que le causan, ese príncipe Enrique y esa Megan de las narices no han sido olvidados por el Monarca que, como padre, lo ha tenido presente.
Con esos dos gestos, el de bajar a saludar a la gente que esperaba a la puerta del Palacio y ese discurso en el que tampoco ha olvidado su voluntad de que las labores de tipo social y altruistas que hasta ahora llevaba sigan teniendo continuidad, con esas dos manifestaciones de cercanía ya ha cubierto sobradamente este al que llamaban el eterno heredero las expectativas de una sociedad que verá a partir de ahora cambiar de una forma suavemente perfectible un cambio de modos en la Corona.
En España ya empezaron los chistecitos, los llamados “memes”, que debe de venir a mi entender de una forzada interpretación etimológica del término memo, sobre el nuevo Rey de Inglaterra y su esposa. ¡Y como no podría protestar yo de tan alto grado de cretinismo!. Volviendo a nombrar al muy querido Sr. Peñafiel, tan vituperado por el cortesanismo felipista de nuestros tiempos, también me solidarizo con él sobre sus opiniones con respecto a la Monarquía Española, sus males y sus causas. Y si Peñafiel surge ya como casi tópico como permanente enemigo de la Reina Consorte de España, bien podría analizarse si el veteranísimo periodista no está en razón, si no dice verdades como puños, en vez de tomarse las cosas que expone y manifiesta con la misma frivolidad que se toma en este país la propia Institución de la Corona.
Nunca se ha visto un gesto de proximidad excesiva de los Reyes españoles a la gente de la calle, bueno, salvo los pequeños baños de multitudes de las excursiones asturianas… Nunca se da una imagen institucional de cercanía sino todo lo contrario. Una aurora de misterio rodea todo lo concerniente a la Jefatura del Estado y solo aquellos actos que se quieren promover, normalmente para mayor gloria de la Reina Ortiz Rocasolano, son los que conocen, al igual que se prodigan todos los momentos estelares en los que hay lucimiento de vestuario y pasarela. Incluso estos días se ha tenido a bien por los medios elevar al carácter de respuesta genial y de gran altura la contestación que la gran Letizia dio a una paisana en la Feria del Libro, por lo visto decirle a la tal señora que le dio una opinión sobre si debía o no conservar sus canas, la Sra. de Borbón le espetó algo así como que lo que había que hacer es leer. ¿Una genial y gran respuesta o una imbecilidad impropia de quien tiene un alto papel institucional?.
Eso de saludar espontáneamente, parando el coche y bajándose, eso de que en una alocución se llegue incluso a nombrar a las jóvenes princesas, que deberían ya estar cumpliendo funciones institucionales, puesto que así lo hacen, desde muy niños, los príncipes y princesas de otras cortes europeas, entre otros motivos para que la sociedad se identifique con ellos y no los vean como seres raros, lejanos, inalcanzables, no va con la corte de las cirugías estéticas, los modelitos de fulano o mengano y una distancia que más que otra cosa aparentan gestos de soberbia ante la gente de la calle, algo que no es tampoco demasiado nuevo, pues en la etapa anterior tampoco se cuidó lo de acortar distancias.
Ahora, en Gran Bretaña, tras nada menos de siete lustros de reinado, un nuevo tiempo se abre y nada más que por los primeros gestos ya se puede augurar buena fortuna, un Rey cuyos nietos son conocidos por todos porque desde pequeños han salido a la calle, incluso hace pocos meses se les ha podido ver como niños, haciendo cosas propias de niños, en el palco de las ceremonias del Jubileo. Tal vez los británicos son especiales, pero también lo son los holandeses, los belgas, los noruegos, los daneses, solo los españoles, como es ya tópico, somos diferentes.
Por eso los ciudadanos españoles no se sienten vinculados en exceso con la Corona, por eso, más allá de los frívolos retratos no se siente demasiada atracción por la institución y por esa distancia, ese desapego, esa falta de simpatía y empatía, ese nulo esfuerzo por caer bien, cada vez hay menos monárquicos en España, donde nunca hubo muchos, y los que aun creemos en el Reino de España cada vez admiramos más a los Reyes de fuera y sentimos también cada vez más que esta no es nuestra Monarquía.
Manuel Alba