¡Cuán difícil resulta, de hecho y más propiamente, deviene imposible hacer comprender a alguien que nada de lo que acontece en nuestros días es nuevo ni resultaba imprevisto! Tanto es así que lo mejor es desistir de tal tentativa y dejar correr los acontecimientos, observar la actitud de la gente y no granjearse más críticas ni censuras. Al fin y al cabo, los que siempre acaban convencidos de lo que les conviene, adocenados entorno a un sistema que por muy fracasado y decadente que sea ellos lo encuentran ideal, mucho más que satisfactorio y no solo pernicioso sino perfecto e imposible de superar o mejorar, y todo eso porque es lo que les han dicho, solo cambiaran de opinión cuando todo lo vean en ruinas.
Cansa enormemente discutir evidencias que se rechazan por el rodillo de la masa, del número, por ese sofisma consagrado de que la mayoría y su supuesta voz hacen verdadero lo que imponen… eso seguirá así durante algún tiempo, aunque vaticino que no mucho. Cansa enfrentarse a diario con la misma cantinela, con las mismas palabra vacías, con los mismos tópicos.
Estamos situados en un panorama desolador que nadie quiere ver, nadie salvo un pequeño número de individualidades, personas aisladas que se sienten perseguidas en el desequilibrado orden social del mundo moderno y que en estos momentos tienen el deber de guardar silencio y actuar protegiendo unos valores y unos ideales que más pronto que tarde han de resurgir en un nuevo mundo. Este Quinto Estado desgobernado que se ha impuesto en todas partes, este reino del ruido y el permanente movimiento, culmina un ciclo consumándose la consagración de la falsedad, de la mentira, del odio y de la ambición como pilares donde se sustenta.
Desde hace ya siglos que se fue fraguando este estado de cosas… ¡No es nuevo el deterioro!. Ahora todos los países, especialmente en el mundo occidentalizado, lo sufren a una escala difícilmente abatible pero nada es nuevo en los temas de fondo, aunque sí en las formas de transmisión que la tecnología ha ido aportando a la sociedad, sirviendo de elemento multiplicador, multiplicador de la nueva barbarie. Se puede fijar en el siglo XVIII con su mal llamada ilustración el punto de partida que este caos, pero se puede remontar más lejos y por un lado sería de fijar la base de la demolición del orden histórico allá en el Siglo XIII cuando la extinción de la Orden del Temple, incluso antes… siempre coincidiendo con el final d la llamada Edad Media… Bueno, ¿Para qué seguir?
Occidente, la civilización Occidental, esto es el más zafio y degradado americanismo sigue su rumbo y la razón, la verdadera razón, no ese desvío cartesiano que domina el pensamiento de los que dicen ser pensadores, filósofos, sociólogos y demás “especialistas” en convencer a la masa de que lo blanco es negro, se aturde al ver cómo, a pesar de los pesares, a pesar de lo evidente del caos dominante, se continúa siguiendo el paso de unas pseudo ideas suicidas y la dinámica expansionistas que implantó e impulsó los Estados Unidos de América a partir de la I Guerra Mundial. Debería aterrar a quien conserve un mínimo de luces que entidades dominadas por el americanismo imponen sus criterios, de qué modo las sucursales del imperialismo materialista siguen sus dictados, de qué manera entidades como la Unión Europea, (o lo que queda de ella), siguen siendo fieles a los mandatos de un falso Imperio y se atreve a imponer sanciones a países a los que, a pesar de los pesares y de los traumáticos episodios ideológicos, les deben los europeos su propia supervivencia.
Es el caso de Rusia: nuevas sanciones a Rusia por violación de derechos humanos, siguiendo la ley Magnitsky, norma norteamericana, que permite sancionar estas violaciones en cualquier lugar del mundo, sin limitaciones geográficas. ¿Qué curioso que las supuestas violaciones de derechos humanos nunca se puedan aplicar a los propios Estados unidos de América, que está autoexcluido de la Jurisdicción del Tribunal Penal Internacional y que no permite investigaciones a sus ciudadanos?. ¡Nunca hubo un juicio de Núremberg para perseguir las atrocidades cometidas por los grandes héroes falsos americanos en la II Guerra Mundial, ni en Corea, ni en Vietnam, ni en ningún sitio, y nadie ha querido pedir esa rendición de cuentas que exige la Historia!. Tampoco, y es preciso no olvidarlo, se pidieron para otros países, y justo es recordarlo.
La Unión Europea se sabe repudiada, maltratada, y vista como enemigo comercial por su otrora protector e impulsor, con su economía hiperproteccionista y sus modos de proceder que no se acompañan con esos derechos humanos exigibles para otros, y para ejemplo valga el caso de la inmigración ilegal,, para la que tan sensibles son los fariseos socialistas europeos. Lo de Rusia tiene explicaciones, que van desde el temor que impuso a los militares americanos que su aliado, la entonces Unión Soviética, pusiera en marcha su maquinaria de guerra y llegase a Berlín, porque guste o no, fueron los rusos los que acabaron con Alemania aunque los transoceánicos, con sus modernos uniformes y chulescos ademanes los que se atribuyeron el protagonismo del espectáculo. ¿Acaso recuerda alguien alguna guerra ganada por Estados Unidos?. ¡Si hasta en su propia Guerra Civil consiguieron que perdieran, de hecho, los dos bandos!. Pero los europeos de la Unión siguen el juego y aplican unas sanciones que a los rusos no les afectan, pues les pasa como con los catastrofistas presagios que se hicieron por la salida de Gran Bretaña del selecto club de suicidas europeos: ¡No puede haber más error que despreciar a un Imperio!. Gran Bretaña, por un lado, y Rusia, por otro, son ejemplos de Imperio, de espíritu imperial, que no imperialista, y en el caso ruso, nunca, ni bajo el dominio del bolcheviquismo, dejo de tener forma, modos y espíritu imperial.
Pero Europa, esa Europa decadente, sigue fiel en dictado del americanismo, como se sigue al otro invento imperialista, la ONU, que se sostiene y mantiene ya incluso por las aportaciones de los grupos financieros más poderosos radicados en Estados Unidos. La ONU es exactamente igual que lo que en su día fuera la Sociedad de naciones, de la que se decía que su estructura estaba formada por un funcionariado inútil de veraneo en Ginebra.
Pero nada de lo que pueda pasar, no ya de lo que está pasando en los diversos países que siguen el juego de lo global, el sistema anti imperial, y pro imperialista, es ni será inesperado. ¡Y el carnaval seguirá hasta que todo estalle en mil pedazos!. Nadie toma en serio los acontecimientos de países como España o Francia, la quiebra del orden, las penosas perspectivas de supervivencia. Nadie quiere darse cuenta que no se puede construir nada sólido sin dotarlo de principios y valores de verdad permanentes y mucho menos si a esa pretendida construcción no se le reduce, no se le descarga de los ruines nacionalismos para dotarla de una idea, de un elemento común que necesariamente tiene que ser espiritual. ¡Si, espiritual, que no tiene nada que ver con lo religioso, que es algo que mantuvo durante siglos fuertes lazos, como fuera el caso del Imperio Europeo que precisamente se perdió gracias al materialismo, las ambiciones nacionalistas y, por supuesto, al demoledor y acomodaticio hacer de la Iglesia Católica, siempre al acecho de lo que puede acaparar!
Ahora, hoy, hasta ese autoerigido “Vigía de Occidente” hace aguas, está descontrolado. Los últimos meses han puesto en evidencia lo que algunos decíamos para mayor jolgorio de quienes nos escuchaban. Estados Unidos de América se formó como se formó, y se pobló con las gentes que lo hizo, nació como un país acomplejado que no podía aspirar más que a dominar a quien se le pusiera por delante a través de una economía ultraliberal que llevaba, como se vería algún siglo después, a las mismas consecuencias de ese bolcheviquismo, de ese invento fanático y criminal de origen alemán que se implantó curiosamente en Rusia.
Para no ir más lejos, centrándome en el más reciente pasado, estos meses pre electorales y las elecciones presidenciales han mostrado lo que Estados Unidos puede dar de sí: Aquello es el gigante con pies de barro donde la hipocresía democrática ha tocado techo y ya no le cabe sino caer. Nunca fue un lugar de libertad porque allí nunca se creyó en la libertad, ni en la igualdad, siendo un lugar de ideales confusos donde predomina una religiosidad protestante, metodista cuyo himno dice “Siempre fue nuestro lema:¡En Dios confiamos!”. Aquel lugar paradisíaco no es los que de idílico se ofrece de California, Nueva York o Florida sino un lugar de rivalidades y rencores donde nunca se asumió, ni se asumirá, la igualdad racial, donde, además, y con solo adentrarse en el país, se respira la hostilidad a lo que viene de fuera, donde la negritud es mucho más racista que la población blanca, y muy especialmente entre ellos mismos: ¿Por qué nunca se habla del trato que reciben los ciudadanos negros pobres de sus “hermanos” ricos?.
En estas elecciones recién pasadas, por supuesto que “votó” el mundo, quiero decir todos los “progresistas” de otros países, y condenaron al Sr. Trump para ensalzar las virtudes del Sr. Biden. Y todos aplaudieron el triunfo del llamado partido demócrata. ¡Qué alegría para el mundo!. Para mí lo mismo me daba, que me daba igual. Solamente me limité a preguntar a algunos exaltados si conocían Cádiz, Sevilla o Toledo y me tomaron por imbécil hasta que les expliqué que esas tres ciudades están en el Estado de Ohio, y como nota curiosa, de ese Cádiz, Ohio, era Clark Gable… que había otro Cádiz en Kentucky, y Madrid en el condado de St. Lawrence, Nueva York, vamos, que yo si conozco aquel país más que de oídas, esos bares donde en ciudades de población algo considerable se hace el silencio si alguien de fuera, extranjero, entra por la puerta, esas carreteras donde la policía para al automovilista que no va, por ejemplo, de Nueva York a Washington, D.C. por la autopista porque ha sido detectado en la gasolinera donde paró a repostar y el empleado ha dado la alarma: ¡SOS, intruso en la comarcal!.
Ganen unos u otros, aquello siempre fue así y hace cuarenta años que lo conozco…. Pero ahora se ha manifestado la brutalidad del ideal de liberalismo a ultranza: Mas allá de sus contradicciones, de sus mendigos durmiendo en los portales de los edificios de Manhattan, de la gente que muere por no tener asistencia médica, de los negros ricos tratando a patadas a su chofer negro porque el automóvil no estaba exactamente en la puerta del Plaza, ahora se ha desfogado algo que en España conocemos: Así como por lo menos hay dos Españas, igual hay una división irreconciliable entre los norteamericanos…¡Y estas cosas siempre acaban a tiros!
¡Estoy cansado, muy cansado! Ya solo espero a que la vida, si me da ocasión, me deje ver cómo va a acabar todo esto. Los Estados Unidos de America se van a deshacer porque ya no se disimula la división, y lo van a hacer sin haber conseguido su gran ambición: ¡Ser Europa, la vieja Europa! Mantienen desde su origen, por un lado el complejo de ser nuevos ricos vistos con ciento desprecio por gentes de países con historia y con categoría cultural y social, y por otro la frustración, la sensación de ser un pueblo residual sin razón ni lazos que lo unan. Y veo ya las consecuencias de esa caída…
Pero Biden lo iba a solucionar todo, y ya se ha visto al mes de tomar posesión en ese ceremonial que pretende ser grandioso… ¡Unas medidas promocionales y después, mantener el estatus quo! Y como siempre que se instaura una administración de esa oligarquía que llaman Partido Demócrata, empiezan los tiros…, ¡Como siempre, hoy han empezado por las batallitas externas y se han dedicado a bombardear Siria!. Queridos progresistas, cobardes pacifistas, de tierras absurdas sin oriente y sin destino, ¡No he visto ninguna condena!
¡Estoy cansado y espero que la vida me dé la oportunidad que me merezco de ver como la estupidez de un mundo moderno y sin sentido, sin tino ni medida, torna en ruinas!.