Creo que nadie en su sano juicio discute que estamos viviendo unos momentos complicados y difíciles, que exige de nuestros políticos una gran dosis de capacidad, imaginación y creatividad para buscar soluciones y abrir caminos a situaciones que parecen enquistadas y cerradas.
Hoy sin embargo, he de confesarles con la lealtad que les debo, queridos lectores, que he escuchado a algunos de los líderes de los partidos políticos, y a analistas y tertulianos, y hubiera podido cerrar los ojos y retrotraerme tres años o quizás más, y tener la sensación de querer estar escuchando los mimos relatos, incluso con las mismas palabras y argumentos.
Y me decía a mí mismo, abriendo los ojos y frente al espejo, será posible que otra vez vayamos a cometer los mismos errores. No se dan cuenta que no podemos ni debemos ir a otras Elecciones, que entre valores y dolores, principios e intereses, dignidades y resentimientos, ideas y propuestas, equipos y caudillismos estamos en un laberinto del que somos incapaces de salir.
Las cosas pueden tener solución, si somos capaces de poner más sentido común y racionalidad, donde hay demasiada emocionalidad y visceralidad, si dejamos escapar al genio de la lámpara o salir las esencias del tarro, nos sorprenderemos que hay cosas que no habíamos pensado.
Saber lo que hay que hacer a toro pasado, cuando las crisis ocurren o los hechos suceden, solo se les pude admitir a los economistas o los politólogos. Por muy sólidas que nos parezcan nuestras democracias, nadie está a salvo de los extremismos y los populismos.
En estos días la resolución del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que afecta a los independentistas que en la cárcel, como Oriol Junqueras u huidos de la Justicia como Puigdemont y Comín, que son eurodiputados, además del Congreso de Esquerra Republicana de Catalunya han alterado la agenda de negociación entre dicha formación y el PSOE, de cara a la investidura de Pedro Sánchez.
Ha habido opiniones para todos los gustos, quienes han aprovechado para arrimar el ascua a su sardina, o aquellos que se han dejado llevar por la corriente para expresar todos sus deseos, o se iluminan para hacer ver que son a los únicos que les asiste la razón.
No voy a entrar a analizar ni uno ni otro, ni tengo la tentación de generar más confusión o de vetar a nadie. Lo que sí parece, es que tal vez por un exceso de encorsetamiento y una falta de imaginación para convertir la incertidumbre en propuestas discutibles, y descubrir que lo que ayer nos parecía imposible, hoy está al alcance nuestras manos.
Hemos de procurar mantener el equilibrio entre subir la política a los cielos y fuera de la realidad, o bajarla al barro y enfangar todo lo que tocamos. La buena política como la literatura que nos atrapa, nos invitan a pensar.
Hay cosas misteriosas que nos llaman la atención, pero quizás lo que más nos atrae es comprender lo que sucede en nuestro entorno. Una pregunta que casi todos nos hacemos en estas fechas es si seremos capaces entre todos de que España tenga Gobierno antes de que den las doce campanadas anunciando el 2020 o será tras la llegada de los Reyes Magos.
Tal vez estemos en una ecuación peligrosa, que no sabemos resolver entre la lucha por el poder, las resistencias a quien puede ostentarlo y el ser capaces de conjugar permanentemente el NOSOTROS en lugar del YO, abriendo horizontes y posibilidades que hasta entonces no existían.
También nuestros líderes han de ser capaces de crear una cultura que fomente la imaginación y la creatividad, superando las rutinas y lo sabido y consabido para ser valientes y capaces de explorar ideas alternativas y fomenten la creatividad sin límites.
Nuestros políticos deberían saber, que no hay mejor fórmula para obtener éxito que planificar cuidadosamente sus actuaciones y hacerlo de acuerdo con un plan estratégico claro y cuidadosamente estudiado. No pueden estar ni a verlas venir ni a la improvisación y el impulso permanente.
Una de las peores obsesiones que existen en política es planearlo todo solo para ganar. Y después ¿Qué? Hemos de decirle sin miedos y con valentía que es lo que vamos a hacer con sus votos si nos dan la posibilidad de gobernar.
Quienes asumen la responsabilidad de representarnos y administrar nuestros recursos han de analizar con rigor sus fortalezas y debilidades, y procurar entrenarse para potenciar las primeras y compensar las segundas.
La empatía en la política no puede ser solo una cualidad, es una necesidad, y lejos de disputas y debates sobre temas endogámicos y aburridos, hemos de escuchar a las personas con dedicación y afecto y centrarnos y atender a sus necesidades principales.
Deben saber y no pueden ignorar los puntos que sean relevantes para nuestros electores y no dedicarse a hablar de manera que nadie les entienda sino simplificar y traducir sus mensajes a un lenguaje que todo el mundo comprenda.
En su imaginación, que no fantasía , quienes nos gobiernan o aspiran a ello ,no puede pretender agradar a todos , pero si ha de procurar echarle imaginación para , si es posible, transformar a sus opositores en sus mayores aliados, ya que son quienes les pueden dar mayor credibilidad.
Lo que más agradece la gente es que se les hable directamente y mirándoles a los ojos, siendo capaces de ilusionarlos, y utilizando ejemplos de la vida diría, vivencias de cada cual, pero sin perderse ni agotar a nadie en el bosque de los detalles.
Resulta entre preocupante e irritante, cuando vemos a algunos de nuestros representantes perdidos en cifras o intentando explicar procedimientos, métodos e instrumentos, en lugar de coger el toro por los cuernos y hablarles claro sobre resultados concretos de las medidas puestas en marcha. Créanme se lo agradecerán.
Otra de las cosas más peligrosas que le puede suceder a un político es perder el sentido de la realidad, y desconocer la situación en la que debe moverse y como son y que quieren los que les han votado, o no tener claro que debe mantenerse siempre disponible y escuchar a las personas que pueden ser determinantes para su éxito, además de saber recompensar con lealtad y lucha aquello que han confiado en él.
Y no se les olvide cuando echen a volar su imaginación, que pueden tener todas las plataformas del mundo, pero que si no tienen mensaje, es como el gran ausente. Por favor, que se no se les olvide que ni para llegar ni para mantenerse, el dinero no lo es todo. Los políticos imaginativos saben cómo sustituir la falta de recursos y no sea discreto con los medios o las irregularidades de sus oponentes.
De todas formas, los políticos han de ser positivos en el abordaje de la realidad y recordar las palabras de Umberto Eco “No hay nada mejor que imaginar otros mundos para olvidar lo doloroso que es el mundo en que vivimos “
Juan Antonio Palacios Escobar