Pasé el viernes haciendo lo de siempre en lo que impone la anormalidad asumida como necesaria, manteniendo las relaciones con los demás al modo que imponen las normas, para mí de dudosa justificación, y tuve ocasión de hablar con diversas personas. Esperaba en mi fuero interno algún comentario de alguien en torno a un suceso que había ocurrido de madrugada y que debería haber tenido trascendencia, pero nadie, ninguno de mis interlocutores, hizo la menor referencia…
Lo sucedido fue, nada más y nada menos, un nuevo asesinato: Una persona había recibido un tiro en la cabeza en una de las casas de una urbanización lujosa de la zona. ¡No hice a nadie comentario alguno!, ¿para qué?. Tampoco se hizo ningún tipo de eco mi entorno del anterior, ni del que antecedió a este, ni del secuestro de una persona a punta de pistola menos de una semana antes del último crimen. ¿Pero cuantos asesinatos llevamos en la zona en menos de un año?.¿Cuantos actos de violencia?.
Un lugar asolado por la ruina económica que ha traído como segundo virus, como consecuencia o daño colateral, el COVID 19, donde la fuente del principal ingreso se ha secado y no sabemos por cuanto tiempo permanecerá sin desprender ni una gota, donde los cierres de comercios crecen y el paro aumenta, sufre, además, un clima de violencia al que nadie se quiere referir, como si mirando para otro lado pudiera pasar desapercibido.
La Marbella añorada, esa que fue tan atractiva para los visitantes nacionales y extranjeros con alto poder adquisitivo, decae sin que nadie lo quiera ver y bajo la sombra de optimismos espectrales de recuperación que tratan de convencer del retorno del ayer glorioso… ¡Siempre evocando el pasado, el fantasma de un pasado que no es más que humo, recuerdo!
Cada vez que se produce un crimen, una muerte violenta, o cualquier otro tipo de acto de esta índole, salen los coríferos del agravio comparativo diciendo que los medios de comunicación nacionales y extranjeros se hacen eco de lo que ocurre aquí, mientras que ocultan lo que sucede en otras partes, que siempre está detrás de cada noticia la envidia y la pretensión de hundir este paraíso. ¿Qué paraíso?, ¿Marbella es hoy un paraíso?
Y al presente, en esta ciudad en ruina, entre otras cosas por la gestión de la epidemia del COVID por parte de todas las administraciones, absolutamente todas, en un mundo en el que se ha instalado el miedo de forma indiscutiblemente para mí interesada, a las restricciones que se han implantado y que asfixian la economía, a la falta de visitantes, y mucho más de aquellos que otrora le dieron fama mundial, se une la lacra de la violencia, del crimen y del ajuste de cuenta al modo de las películas del Oeste Americano. Es una situación letal que trasciende y que debería preocupar a la ciudadanía.
Cualquier hecho criminal de este tipo debería afectar a todos y hacer pensar, porque, además, donde las balas vuelan esta siempre en peligro la integridad de personas inocentes que pueden verse afectadas, perder la vida, sencillamente por estar casualmente donde suceden los acontecimientos. ¡Este lugar es, indiscutiblemente, peligroso, y nadie quiere darse cuenta!
Cualquier tipo de situación política o social tiene reacción por parte de la colectividad, ¿por qué esta plaga criminal no se ve denunciada con la reacción ciudadana, con la movilización por una ciudad y por una Costa del Sol liberada de esta sombra funesta?, ¿acaso es que se ha llegado a aceptar y asumir como normal que haya tiroteos, disparos y muertes violentas con esta frecuencia?. ¡Y no me den la excusa de las envidias, ni ninguna otra absurda motivación!. Esto no pasa en otros lugares, no se da en la Costa Azul, ni en las Baleares, ni en la costa portuguesa… ¿No nos damos cuenta de la lamentable excepcionalidad de lo que está pasando?
Además de tener que luchar contra las dificultades de los tiempos que corren, se plantea la realidad terrible que es la fama de la ciudad y la Costa como lugar donde campean las mafias y las pistolas se disparan con soltura, donde tienen acogida los indeseables de esos mundos de Dios. ¿Hasta cuándo ha de soportarse esto?.
Se precisa promover acciones contra la violencia de manera urgente antes de que se pierda el control de la situación de manera irreversible. Esta es una ciudad en parte vacía, sus lujosas casas, urbanizaciones casi enteras, se encuentran sin moradores, hay demasiados lugares para esconderse, demasiados rincones desconocidos y demasiada gente de la que no se sabe que andan haciendo por estas calles.
Habría que preocuparse, debería haber preocupación desde hace tiempo, porque aparte está esa delincuencia , la de siempre, y un alto índice de acciones que atentan contra los derechos de la ciudadanía, como la ocupación ilegal de viviendas que crece en las medida en que las casas no son utilizadas por sus moradores por no poder venir a causa de las circunstancias y que en determinadas zonas se ha convertido en una plaga, constituyendo, incluso, un negocio el traspaso o transferencia de los inmuebles ocupados a otros nuevos ocupadores mediante el pago de un ilícito precio.
Es hora de actuar y decir ¡basta ya!. Hay que movilizarse, hay que constituir un grupo, un movimiento de reacción contra este clima fétido, porque no se puede soportar que cada tres por cuatro, en plena calle, en una vivienda, en una carretera, en cualquier sitio, haya que contabilizar un muerto a causa de la violencia criminal. ¡Si no reaccionamos estamos perdidos!
Manuel Alba