El párroco de La Encarnación, de Marbella, José Sánchez Herrera, convoca a los medios de comunicación a una rueda de prensa con el obispo agustino, monseñor Luis Marín de la Osa, subsecretario del Sinodo de los Obispos en el Vaticano, que tendrá lugar este miércoles dia 20 de abril a las 12 de la mañana en los salones de la Sociedad Cultural y Recreativa “Casino de Marbella”, sita en el Paseo de la Alameda.
Monseñor Luis Marín está llevando a cabo una intensa campaña de concienciación con conferencias y apariciones en los medios de comunicación para urgir a los católicos a abandonar la postura conformista .
Su presencia en Marbella de la mano de un gran sacerdote como es el párroco de las Encarnación es muy importante, una vez culminados con gran éxito los actos de la Semana Santa de Marbella 2022, donde los hermanos y cofrades han dado una gran lección de hermandad y fé.
Mons. Luis Marín, die a los católicos:
“¡Tenemos que despertar! Ese es el reto. En otras latitudes los laicos están más comprometidos para servir a la Iglesia y asumir las propias responsabilidades. Quizá en Europa ha existido un sistema clerical, donde el sacerdote lo hacía todo. Los laicos asistían simplemente. He comentado con algunos obispos que ahora, que hay pocos sacerdotes, tenemos dificultad de encontrar laicos que lleven adelante una liturgia de la Palabra en los pueblos. El poder juntar a la gente para una celebración de la Palabra es muy difícil en algunos lugares. Prefieren quedarse sin misa. Me alegra comprobar que hay una progresiva responsabilidad del laicado. Pero hay que avanzar más en cuanto a preparación, a formación de los laicos, acompañamiento, responsabilización. Es un camino que tenemos que ir haciendo”, dice monseñor Luis Marín de San Martín, subsecretario del Sinodo de los Obispos en una reciente entrtevista publicada por la Revista Ecclesia y escrita por Fernando Cordero Morales.
Desde el pasado 6 de febrero la Secretaría del Sínodo de los Obispos cuenta con dos subsecretarios: Nathalie Becquart y Luis Marín de San Martín. Nos acercamos a la comunidad agustiniana junto a la Plaza de San Pedro, donde vive y seguirá viviendo Luis. Comunidad que es un gran apoyo para él. Madrileño, antiguo alumno del Colegio San Agustín, se define como un cristiano agustino que ama a la Iglesia apasionadamente y quiere servirla con todas sus fuerzas. Cercano, disponible, dialogante, repite varias veces durante la conversación: ilusión, creatividad, trabajo en equipo, escucha, sinodalidad.
Cuéntenos, por favor, algo de sus orígenes y de su familia.
– Soy madrileño. Mis padres por desgracia fallecieron ya. Somos siete hermanos. Hemos tenido una excelente educación y ejemplo en la familia por mis padres. Estudié en el Colegio San Agustín de Madrid. Allí conocí a los agustinos. Hice unos cursos de Historia en la Universidad y después fui al noviciado. Profesé en 1982. Realicé los estudios de filosofía y teología en Los Negrales. Me ordené en 1988 en la capilla de mi colegio de manos del obispo auxiliar de Madrid, Francisco José Pérez y Fernández Golfín. Después he estado en parroquias, estudiado espiritualidad y dogmática con estudios aquí en Roma. He sido formador y profesor.
Trabajar como subsecretario en un equipo mixto, con el cardenal Mario Grech y la hermana Natalie Becquart es en sí un signo. ¿Por dónde intuye qué irán los desafíos?
– Es todo un signo. Ha sido una apuesta del Santo Padre muy bonita y creativa. Somos, en primer lugar, dos subsecretarios. Siempre había uno. La idea que tenemos es trabajar en equipo con el cardenal Mario Grech. Todos los días nos reunimos por la mañana. Hablamos todo. Queremos iniciar un estilo de relación “sinodal” también entre nosotros. Los dos subsecretarios somos religiosos con dos espiritualidades distintas: la jesuítica de sor Nathalie y la mía agustiniana, que son complementarias. Nos podemos enriquecer mutuamente.
El gran desafío es promover la sinodalidad en la Iglesia. No solo preparar el Sínodo, que será precisamente sobre la sinodalidad.
El camino sinodal que se va pergeñando genera también algunas resistencias. ¿Cómo podemos colaborar para hacer que estos caminos se vayan asumiendo por la base de la Iglesia?
– Toda la Iglesia es sinodal. ¿Qué significa la sinodalidad? Etimológicamente es caminar juntos. Toda la Iglesia camina junta. Esto viene de la Iglesia de los Padres, de los Concilios, la Iglesia del Vaticano II. Se trata de que todos nos sentimos y somos responsables de la Iglesia. Desde las parroquias hasta el sínodo de los obispos, pasando por las conferencias episcopales, por los grupos religiosos de cualquier tipo que exista o por la curia romana. Toda la Iglesia en sí misma es sinodal. Es esa concepción tan hermosa que ya está presente en la Lumen Gentium. Hemos de poner a toda la Iglesia en movimiento, con gran creatividad, generando ilusión, entusiasmo. Hay que pasar de la pasividad, de la Iglesia clerical, de la Iglesia por grupos ideológicos o sensibilidades distintas. Es una Iglesia unida donde todos nos enriquecemos.
Francisco está dando muchas vueltas al Sínodo de los Obispos. En este camino sinodal que ya parece que va tomando forma, ¿no habría que ir empezando a valorar la posibilidad de que el Sínodo de los Obispos fuera el Sínodo del Pueblo de Dios y no solo de los obispos?
– Es una reflexión que debemos hacer. Un tema es la sinodalidad, que se expresa de varias maneras. Una expresión, no la única, es el Sínodo de los Obispos, que es “de los obispos”, una institución donde puede haber religiosos y laicos, pero la mayoría son obispos para temas de responsabilidad episcopal. Podemos desarrollar otras concreciones de la sinodalidad. A mí me gustaría que la idea de sínodo no se asociase solo a obispos sino a Iglesia sinodal. Esta es la idea del Papa Francisco. Sínodo no es solo obispos, sino toda la Iglesia. Iremos descubriendo juntos las posibilidades.
¿Cómo la figura de San Agustín va a inspirar su episcopado?
– Cuando recibí la noticia del nombramiento me encomendé inmediatamente a San Agustín, mi Padre. Él fue un hombre totalmente disponible, que amó y sirvió a la Iglesia con pasión. La espiritualidad agustiniana es eclesial y sinodal. Se manifiesta, por ejemplo, en la centralidad de la vida comunitaria y se expresa en estructuras de diálogo como son los capítulos. La espiritualidad agustiniana va a ser muy útil para promover la sinodalidad. San Agustín nos ofrece un hermoso testimonio de implicación en la vida de la Iglesia y una sólida base teológica. Y los agustinos, ya desde nuestros orígenes como Orden en 1244, vivimos la eclesialidad como rasgo esencial nuestro.
Usted pasará a ser Mons. Marín de San Martín, obispo titular de Suliana. La Hna. Nathalie Becquart seguirá siendo la Hna. Nathalie Becquart. ¿No establece esto ya una diferencia sustancial? ¿No sería mejor que ambos siguieran siendo lo que son?
(Ríe nuevamente). Yo sigo siendo lo que soy, sin duda. Los títulos se me hacen un poco cuesta arriba. Esencialmente soy un agustino y lo seguiré siendo. El episcopado es un ministerio, es decir, un servicio. Yo soy un servidor y si tengo la plenitud del sacerdocio, tendré la plenitud del servicio. Es decir, debo servir a la Iglesia, al Pueblo de Dios, siempre y plenamente. Cuando se habla “ha sido elevado a la dignidad episcopal” me parece un error. No me elevo sobre nada. Sirvo en la vocación a la que he sido llamado. Otro tema es el equivocado “igualitarismo”. Partimos de la igualdad esencial de los bautizados, pero hay variedad de carismas, hay muchos modos de vivir el seguimiento de Cristo y no todos pasan por el ministerio ordenado. No somos fotocopias. Yo aporto mi realidad como obispo, como religioso agustino, y espero enriquecer a la Iglesia. Sor Nathalie aporta su realidad como experta y como religiosa javeriana. Juntos nos enriquecemos. Ni mejores ni peores. Distintos y, al mismo tiempo, hermanos.
– Para mí Juan XXIII es un punto de referencia. Hice la tesis sobre su eclesiología. Me ha acompañado en todos estos años. El sábado, antes de que saliese publicado el nombramiento, fui a San Pedro a ponerme de rodillas delante de los restos de Juan XXIII. A estar un rato con él, pedirle ayuda, luz, recordar su ejemplo. Juan XXIII, como Francisco también, inició un proceso renovador en la Iglesia. De Juan XXIII destaco tres aspectos. Primero, la obediencia, la disponibilidad al Espíritu. No somos nosotros los que renovamos o reformamos la Iglesia. Es el Espíritu. Hay que ser hombres de oración, con una enorme humildad. Segundo, una gran valentía para tomar decisiones. No es el miedo de quedarse en la retaguardia, pensar “yo soy viejo, yo no sé”. Y tercero, un gran amor, que lleva a la apertura de corazón y de mente. Ahí tenemos una conexión con el Papa Francisco en el proceso de renovación de la Iglesia. Ambos nos muestran que la Iglesia está siempre viva y es joven. Como decía Juan XXIII: “No es un museo de arqueología, sino un jardín floreciente de vida”. El papa Francisco nos está insistiendo en la alegría, en la implicación, en “hacer lío”. Estamos en una Iglesia movida por el Espíritu, que comunica a Cristo en medio del mundo.
¿Cuánto falta para que la eclesiología del Vaticano II, iniciada por Juan XXIII, aterrice y se viva con cotidianeidad?
– San Juan XXIII inicia el proceso del Concilio, que luego desarrolla el gran papa que es san Pablo VI. Los papas que han venido después han sido padres conciliares: Juan Pablo I, san Juan Pablo II y Benedicto XVI (perito). Francisco es el primer papa que no ha participado físicamente en el Vaticano II, aunque sí en el proceso de cambio. La eclesiología del Vaticano II debe continuar desarrollándose. Es un camino. Lumen Gentium no habla de sinodalidad, sino de colegialidad. Todo el tema de la colegialidad es un inicio, una manifestación de la sinodalidad, no la única. Hemos de desarrollar más el transfondo de la Iglesia, Pueblo de Dios, familia de Dios. Con todo lo que implica y asumiendo riesgos.
“Voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo porque no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos a tiempo”. ¿Se podría aplicar este poema de León Felipe al deseo de Francisco de caminar todos juntos, aunque nos retrasemos un poco?
– Hay que acompañar. Hay distintos caminos y distintas velocidades, sin duda alguna. El punto focal de nuestra vida es Cristo. ¿Cuántos caminos hay para seguir a Cristo? Tantos cuantas personas existen. Cristo es el eje, seguimos a Cristo cada uno como es, en su propio camino, pero no en soledad. Lo bonito del proceso sinodal es que nos ayudamos unos a otros. Somos responsables unos de otros. Para poder acompañar, tal vez debo hacer opciones en mi vida no tan veloces o no tan dinámicas. Pero estoy avanzando con otros. Todos estamos en el mismo barco, somos la misma Iglesia. Esta sinodalidad, esta fraternidad del Papa Francisco, Fratelli tutti, hermanos todos, nos hace ampliar el corazón. Decía Juan XXIII: “Todo el mundo es mi familia”. Lo importante es que Cristo sea el centro de nuestra vida realmente. Que lo testimoniemos juntos como comunidad. No podemos ser cristianos individualistas o solitarios. El camino lo hacemos juntos.
¿Considera que en la Iglesia habría que discernir hoy qué es lo esencial y qué es lo relativo?
– Es el ejemplo del Vaticano II, de Pablo VI, de Juan XXIII, de los padres conciliares. Para llevar a cabo un proceso de renovación, preguntémonos por lo esencial. Puede que lo esencial se haya difuminando y perdido los perfiles. Nos hemos ido acomodando. Perguntémonos cómo podemos vivir la esencia de nuestra fe. Luego viene lo accesorio, lo que nos ayuda. Y esto se puede cambiar. Hay cosas que han servido en una época y en otras ya no sirven. Lo accesorio debe servirnos para vivir lo esencial. Así son los procesos de reformas. La renovación, como expresa el Vaticano II, nos lleva a profundizar en el depósito inmutable de la fe, que no son conceptos. Es la presencia viva de Cristo. Decía el papa Benedicto XVI que ser cristiano no es seguir una idea, sino encontrarse con una persona. La Verdad es una persona. ¿De qué modo puedo encontrarme con Cristo? ¿Cómo puedo testimoniarlo? Hagamos un discernimiento en común, respetando las diferencias de lugar, de cultura, de personas. Este es el proceso de renovación: profundizar en lo esencial y utilizar lo accesorio.
Como religioso, ¿no cree que la vida religiosa está actualmente en una zona de confort y que el Papa Francisco invita a ensayar nuevas maneras de estar en la Iglesia?
– El Papa Francisco nos ha pedido a los religiosos en tantos momentos recuperar la vanguardia de la Iglesia. Los religiosos no podemos estar en la retaguardia, con miedos, buscando seguridades. Buscamos excesivas seguridades. Es uno de los problemas que tenemos. Es muy humano. Buscamos estar seguros. Nos da miedo el cambio, la novedad, que nos muevan. A mí ahora me han movido tremendamente. Ha sido una convulsión enorme. Pues bendito sea Dios. Me pongo en sus manos. En la vida religiosa debemos ponernos en las manos de Dios, sabiendo que el Espíritu nos mueve, que hay que dejar las seguridades, incluso las raíces entendidas como instalación en lo conocido. El Papa Francisco nos ha pedido a todos arriesgar, que no tengamos miedo al riesgo, incluso a equivocarnos, a estar vivos; es el riesgo de la vida. Hay que recuperar esto.
Hablamos de las crisis vocacionales tantas veces… Hay vocaciones, claro que las hay. ¿Por qué no vienen? Preguntémonos: ¿Transmitimos nosotros el entusiasmo de Cristo? El reto de la vida religiosa es el testimonio coherente. Esto es lo que nos pide Francisco.
¿Cuáles son sus sueños?
– Sueño con encontrarme y desarrollar plenamente el amor de Dios en mi vida. Quiero entender mi vida como una historia de amor. Y comunicarla así.
Sueño una Iglesia más valiente, más alegre y fraterna, que testimonia a Cristo en medio del mundo, una Iglesia que arriesga, que ha perdido las seguridades porque su única seguridad es Cristo Jesús.
Sueño un mundo más solidario, menos egoísta. Un mundo más pacífico, que hace realidad la paz fruto del amor. Un mundo donde se superan las injusticias, y donde la Iglesia es realmente la voz de los que no tienen voz.
Enhorabuena por esta excelente publicación.Es cierto que el Sinodo es una llamada a despertar nuestra fe y nuestra pertenencia a la Iglesia.Pedimos que asi sea para muchos catolicos.