¡La vida sigue igual!…. (o eso parece) y los problemas que afectan al mundo que me rodea siguen siendo los mismos, de elevada trascendencia y gran calado: Las desventuras de una dama despechada por su breve marido, tenista de renombre, la inminente boda de la hija de una difunta, y genial,tonadillera con el señor que convive desde tiempos remotos, la desdicha de un futbolista condenado por un desliz tributario en lo declarado por sus humildes ingresos, la confirmación del amor pasional de una dama que ya en otra ocasión se apasionó por un aristócrata, y ahora con un político viudo, la atracción ultramagnética entre el ungido y loado escritor y la que fuese primera esposa de quien cantaba, precisamente, aquello de que la vida seguía igual
Estas deben ser las cuitas y los quebrantos que traen de cabeza a la sociedad a juzgar por los espacios que dedican a tales asuntos los medios de comunicación, esos que forman lo que conocemos como opinión pública, algo absolutamente respetado y venerado por todos, por todos menor por mí, que considero que no representa sino el nivel o escala de manipulación y animalización de la población, el grado de borreguismo de la ciudadanía.
Estar desgobernados parece secundario, y nadie parece sentirse estar desprotegidos y a merced de que cualquier individuo no integrado en nuestra cultura por no poderla aceptar bajo ningún concepto nos mande al otro mundo por infieles, ayudándole a él, por fiel, a alcanzar el paraíso, y a nosotros a obtener indulgencias porque saltando por los aires, masacrados a balazos o aplastados por un camión nos salvamos también. En estos casos, además, y según algunos de esos analfabetos erigidos en representantes populares por decisión de los que les votan, deberíamos entonar el mea culpa y examinar en que hemos fallado a estas criaturas. ¡Si, así parece!
Según se escucha, estas personas están enfermas de la frustración que les produce unos sistemas y unas formas de vida que atentan contra sus valores, aunque la mayoría forme parte de segunda o tercera generación de inmigrantes, se hayan formado y convivido con nosotros y hayan usado y abusado con creces de los medios que la impía y descreída civilización de infieles a los que tratan de arrasar les ha facilitado. No se llega uno a explicar cómo las reservas morales y el rechazo no les llevó a rechazar los servicios y prestaciones sociales, las ventajas de la diabólica sociedad occidental que combaten, por mínima aplicación del principio de coherencia.
Esta frustración que padecen no la dirigen contra sus propios dirigentes ni combaten contra quienes les mantienen secularmente bajo sistemas que les impiden progresar, no dirigen sus iras contra quienes hicieron que sus padres o sus abuelos abandonasen sus casas para poder vivir fuera de sus países de orígenes mientras que en estos se instauraban sistemas oligárquicos que ponían en las manos de unas castas, de unas élites asilvestradas el poder y los medios de producción. La frustración no se las produce tampoco el ser tan cerriles que ni tan siquiera se cuestionas si son veraces y no les engañan. (Nunca me canso de recomendar la lectura de Le Génie de la Modération. Reflexions sur les vérites de L´Islam editado por Plon en el año 2000) No, la frustración parece que se la producimos nosotros, que debemos de someternos a su razón, su voluntad, su albedrío y que estamos ya, de hecho, extraordinariamente constreñidos, limitados, por nuestra propia idiocia colectiva transfigurada en proteccionismos y discriminaciones positivas suicidas.
Víctimas de esos complejos contraídos por creernos que la historia no es como siempre fue sino como ahora nos la pintan, por dejarnos llevar por un fingido buenismo articulado desde fuera, hemos sido colonizados sin que se haya pedido a cambio el esfuerzo integrador por los invasores. Un país como España ha llegado a primar, y a los hechos me remito, estas situaciones de entradas ilegales masivas dejando a un lado las seculares y estrechas vinculaciones que por cuestiones culturales e históricas nos unieron con las tierras del continente americano y la papanatez de una ficticia tradición y unas más que dudosas raíces árabes han servido para crear un clima que nos pasa factura. Tan falsa es la historia transfigurada de la España Medieval puesta al servicio de los intereses del presente que se ha olvidado la crueldad, el salvajismo, el despotismo y la inestabilidad de la idílica España Musulmana, las guerras intestinas, las masacres, para transformar en un precioso cuento de amor, en un canto a la convivencia y a la tolerancia el sometimiento y la esclavitud a la que se vio obligada la población de los territorios ocupados. ¡Fue todo tan bello y maravilloso que no me explico los motivos por los cuales aquellos ciudadanos que vivían en el paraíso se unían a los castellanos en vez de sumarse a quienes tan felices les tenían! ¡No me lo explico yo, ni me lo ha explicado nadie!
La realidad de que España resulte ser paso obligado casi de los asesinos que suben al resto de Europa, el hecho de que se recluten criminales, a los que se les pretende comparar, por cierto, por otras legiones de tontos del culo con aquellos templarios, mitad monjes mitad soldados en territorios españoles, en Ceuta, en Melilla, en los territorios insulares, en Cataluña, etc son datos muy significativos de la falta de previsión y del acomplejamiento de la sociedad y de los Poderes Públicos, que se han ido dejando ganar terreno. Ahora, en la adormecida sociedad española, se sufre por los amoríos de los casposos héroes de la mediocre basura, por los cuernos de los unos y de los otros, se está pendiente de lo que cualquier zorra de medio pelo o cualquier chulo de farola tenga que comunicar sobre sus infectas y repugnantes existencias y nadie presta atención a la acidez del aire que se respira. Muchos temen pero callan, pero son más los que viven al margen de cualquier preocupación aunque hayan observado que incluso la radicalización ha llegado a su portal y han mirado para otro lado cuando en la vecindad, curiosamente, algunas personas han ido transformándose paulatinamente, han cambiado sus vestidos occidentales por los ropajes tradicionales de sus lugares de origen.
Niza, la deliciosa ciudad turística francesa, ha recibido la herida de la sinrazón de la mano de alguien que recibía su salario y sus prestaciones del Estado Francés, antes Orlando, París, Bruselas, Londres ¡y no olvidemos Madrid!, ¡no olvidemos jamás Madrid!… En Estados Unidos, ese gigante que muestra cada día más evidencias de tener los pies de caña y barro, las cosas se entienden de modo singularmente diferente, en Europa será lo de siempre ¡¡¡Palabras!!!, más palabras, más esperpénticos minutos de silencio, mas muecas. Me pregunto donde será la próxima acción de las criaturitas frustradas a las que tanto mal le hemos hecho ¿Dónde será?… pero esta pregunta la he de hacer en voz baja, al igual que mi protesta, vaya a ser que alce la voz y llegue al grito, vaya a ser que mi rabia incontenida se interprete como una llamada a la predisposición de otros contra grupos, entidades, o individuos que pertenezcan a esos grupos o creencias que se sientan discriminadas u ofendidas por que diga, o piense, que no me parece mínimamente decente estar sometido a este chantaje permanente y a la burla de quienes me imponen por la vía de hecho sus usos y costumbres.
Nuestro cretino sistema nos ha puesto un bozal de la mejor forma que sabe: legislando aunque sea al margen de los intereses de la población, imponiéndonos un hermoso artículo 510 en el Código Penal que restringe la reacción de protesta, la indignación, la expresión de la inquietud y la manifestación de hastío a los límites de una súplica, de un ruego. ¡Le llaman a esas conductas prohibidas y castigadas con graves penas de cárcel delitos de odio, – (Manda huevos, que dijo aquel)-, así que supliquemos que no nos maten, ni nos esclavicen, ni nos maltraten, roguémoslo con humildad . Pidamos a nuestros dirigentes votados tan democráticamente como a todos, – (menos a mí, quede claro)-, les gusta que tengan a bien hacer algo que resulte creíble, que no sea teatro, puro teatro, que no nos lo imponga ni Bruselas, ni Berlín ni el Sr. Obama, porque Bruselas, es decir Berlín, precisa trabajadores que haga ser más pujante a la Gran Alemania, porque el Sr. Obama sigue sin dar una en el clavo, y a la vista está como el último pastel se lo acaba de estampar en la cara el dictador Turco, que con su auto golpe justifica una radicalización hacia el integrismo.
¡Pero la vida sigue igual! Y no olvidemos que los problemas que de verdad nos mortifican son los amoríos de actrices que nunca han interpretado nada, modelos que deben serlo de virtudes desconocidas, famosos encumbrados en razón a su molicie, o de sus repugnantes hazañas, concursos de anormalidades diversas, cuitas de fornicios incontrolados, hijos de quien sabe Dios qué madre los parió .¡esas cosa que son trascendentes!. Y uno aquí, sin poderse borrar de las listas, recordando la razón que tenía Cánovas del Castillo con aquello de que pusieran en la Constitución de la Restauración que español fuese quien no pudiera ser otra cosa.. ¿Qué más decir?… Tal vez evocar el Nocturno de Rafael Alberti:
Lo que tanto se sufre sin sueño por la sangre
se escucha que palpita solamente la rabia
que en los tuétanos tiembla despabilado el odio
y en las médulas arde continua la venganza
Las palabras entonces no sirven, son palabras…
Manifiestos, escritos, comentario, discursos
humaredas perdidas, neblinas espantadas
que dolor de papeles que ha de llevar el viento
que tristeza de tinta que ha de borrar el agua
Las palabras entonces no sirven, son palabras…
Ahora sufro lo pobre, lo mezquino lo triste
lo desgraciado y muerto que tiene una garganta
cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar lo que no puede por imposible y calla
Las palabras entonces no sirven, son palabras…
Manifiestos, escritos, comentario, discursos
humaredas perdidas, neblinas espantadas
que dolor de papeles que ha de llevar el viento
que tristeza de tinta que ha de borrar el agua
Las palabras entonces no sirven, son palabras…
Siento esta noche heridas de muerte las palabras
¡Que sea lo que tenga que ser!
Manuel Alba