Paco del Río – Anián Berto
Periodista-escritor
El turismo con la casa acuestas se ha convertido en España en una auténtica revolución popular. Y con ello, muchos usuarios y la opinión pública en general, se pregunta si se trata de un sector regulado por las distintas administraciones, o si campa a su libre albedrío por nuestras carreteras, calles o plazas. Y cómo no puede ser de otra manera, aquí todo está bajo supervisión y control, y también el mundo del caravaning.
Sin embargo, existe mucho desconocimiento y, sobretodo, gran desconcierto, generado por la falta de información y manifestaciones a cargo de otros intereses afines al sector, cómo es el mundo del campismo y hotelero, que ven en la irrupción de la caravana una «competencia desleal» y contra sus propios intereses, cuando en realidad se trata de un gran acicate positivo para estos negocios privados si consiguen ofertas y atractivos suficientes para lograr la clientela que pretenden, pero nunca bajo la obligación de uso, ni con la presión a ayuntamientos y tampoco enredando a la opinión pública.
Esto desemboca en interrogantes que no siempre encuentran respuestas acertadas. Por ejemplo, en el apartado de tránsito y utilización, ¿Es reglamentario que la caravana circule cómo un vehículo más?, ¿Puede aparcar y estacionar en la ciudad?. El código de circulación en su artículo del Reglamento General de Circulación, en su capítulo VIII y artículo 90 a 94, según Instrucción 08/V-74 de la D.G.T., deja claro que la caravana está facultada para circular, aparcar y estacionar en todos los lugares de nuestra geografía, indistintamente del tipo de carreteras, calles y plazas. Asimismo, en el interior del vehículo-vivienda los usuarios pueden utilizar sus instalaciones y pernoctar. Por contra, en ningún caso está permitido acampar, dejándose exclusivamente para las instalaciones y lugares establecidos para el campismo.
Se entiende «acampar» la acción de verter liquidos a la vía pública, aguas grises o negras, extender toldos o avances, abrir ventanas que excedan del perímetro del vehículo, además de perturbar o molestar la normal convivencia entre la ciudadania, así cómo otras lógicas normas de civismo público y urbanas.
En un mundo
globalizado, con la inmediatez del circunvecino internet y la rapidez
del ferrocarril, en los últimos 10 años el sector de la caravana se pone
a la cabeza y hace cavílar a todo el sector turístico, que ve cómo
añade una nueva oferta que compite claramente, alcanzando en la
actualidad una importante opción a elegir entre los viajeros y turistas.
Los
datos alrededor del caravaning son espectaculares en los tiempos que
corren, donde por ejemplo la compra-venta de viviendas baja un 21.1 % y
la recesión económica es inminente. Por contra la industria de la
caravana ofrece datos impresionantes sin lugar a dudas. Más de 500
millones de euros germina el mundo de la caravana en España, sólo en
facturación de vehículos nuevos en 2017, ascendiendo en los últimos 5
años en un 445 % en ventas, superando la demanda española a Francia e
Italia, además de considerarse ya la gran alternativa para desmasificar
los típicos destinos turísticos y ser el impulsor de economías locales.
Por otra parte, esta manera de viajar, y vivir, deja claro que es la mejor solución para recuperar la «España vaciada». Esos pueblos que amenazan con perderse y que apenas cuentan con posibilidades de vida. Núcleos sin servicios públicos ni probalidades para atraer y mantener al visitante. En cambio, poseen términos municipales extensos, belleza y atractivos suficientes para acoger al turismo rodante. Esto recuerda, años atrás, cuando se hablaba del turismo rural cómo acicate económico para poblaciones lejos del clásico sol, playa o nieve. Hoy, los planes del turismo de interior se puede considerar consolidado, y mantiene la economía de infinidades de pueblos. O sirva también cómo nostalgia, cuando este articulista escribía a favor del viento en Tarifa muchas décadas atrás. Apenas existían algunos aerogeneradores y nada de turismo de windsurfing. El levante y el poniente sólo servían para molestar. En la actualidad es un gran atractivo turístico mundial.
Ahora,
cuando la agricultura, la ganadería o la pesca, cada día está más
amenazada y vilependiada, terminando con el sostén de familias enteras,
que no encuentran salidas, ni en el comercio ni la industria, emerge y
apuesta fuerte la caravana. Hace tendencia, busca su lugar en el sector y
hace cavílar a políticos, industria del automóvil, hoteles o camping’s,
y a la sociedad entera.
En este sentido, cabe decir referente al
capítulo hostelero tradicional que están obligados a reiventarse.
Conforme pasan los años, la gallina de los huevos de oro va perdiendo
atractivo generalizado. El clásico hotel siempre será de servicio
público necesario, aunque el buffet francés ya no sea tan apasionante.
Los
tiempos cambian, y el gran turismo prefiere desayunar en Badajoz, poco
después tomar unas tapas en Sevilla, almorzar en Cádiz, merendar bajo un
árbol junto al mar mediterráneo y cenar a la luz de la luna en la
Axarquia malagueña, Y es una realidad puesta en marcha, a pesar de las
trabas e imposiciones de algunas administraciones y corporaciones
locales (que no nacionales ni autonómicas), alentados por negocios
privados de acampadas que se resisten a aceptar la ya, no tan nueva,
tendencia que llegó para quedarse. La irrupción masiva de caravanas,
camper’s y autocaravanas en las calles y plazas de nuestras ciudades se
hace familiar, aunque se crucen intereses con otros sectores implantados
y, aparentemente, acomodados a través de los años y creyéndose, en
algunos casos, poseer la exclusividad de este movimiento turístico.
En
España el monopolio dejó de existir. Los negocios privados con zonas de
aparcamientos y servicios (camping’s) no están facultados ni cuentan
con fundamentos legales para obligar a las caravanas a utilizar sus
instalaciones en exclusividad, teniendo que ser sólo una alternativa más
a elección voluntaria del cliente, dependiendo de la oferta y la
demanda, calidad y precio del producto, ajustándose a la necesidad del
consumidor, e igual exactamente a cualquier otro servicio privado.
Respecto a este enfrentamiento y confrontación de opiniones la legislación es clara.
Se
trata de un vehículo más, que posee todas las acreditaciones técnicas,
homologaciones oportunas y credenciales para circular y aparcar con
absoluta normalidad por vías urbanas e interurbanas. Asimismo, el código
de circulación admite y aplica la normativa vigente exactamente cómo a
cualquier otro coche o vehículo pesado, según modalidades y versiones.
Cumple con sus impuestos y obligaciones tributarias dependiendo de las
características de la caravana.
En este sentido, el caravaning acoge
al remolque-vivienda cómo la auténtica pionera del sector, que ya se
diera a conocer en los primeros años de los 60 del siglo pasado. Este
remolque de enganche se muestra cómo menor de 750 kgrs., que no es
obligado nada más que la documentación de registro del habitáculo, a
través de la ficha técnica, el resto de preceptos lo cubre el vehículo
tractor. Además, se fabrican diversas caravanas con pesos y dimensiones
superiores, que si es necesario considerarse independientes del coche de
arrastre.
Siguiendo con la evolución de la caravana, más tarde se le añadiría el motor incorporado para crearse la auto-caravana, y del mismo modo se incorporó la furgoneta camperizada. Son las 3 grandes vertientes del mundo del caravaning, aunque ya se incorpora el todoterreno a esta industria del «caracol». Las grandes marcas, cómo Mercedes, junto a otras, exponen en los salones internacionales modelos vanguardistas que superan los 300.000 €, dotadas con las últimas comodidades, placeres y lujo que superan con creces a viviendas de alto estatus social construidas con ladrillos. La gama es amplia, por lo que consigue este sector turístico altas cotas de interés y amplitud para desarrollar iniciativas que redunde en beneficio a la sociedad en general, fuera de ocultismos y ordenanzas represoras municipales de espavientos.
La sociedad también se está viendo sorprendida.
Comprueba cómo el turismo con la casa acuestas irrumpe a velocidad del
siglo XXI. Ya el viaje no es sólo el trayecto para unas vacaciones, sino
el motivo más relajante y atractivo, convirtiéndose el destino en un
sueño infinito. La ruta es el motivo, el camino es lo importante y la
meta quizá es lo que menos importa. Se trata probablemente de la
filosofía más justa del caravanista.
Qué, por otra parte, consigue un turismo sostenible, ecológico y escrupulosamente respetuoso con el medio ambiente.
Por
fin, es de destacar el protagonismo de la función pública en este
sector. Los políticos son quiénes tienen en su poder creativo las
incalculables posibilidades que ofrece el mundo de la caravana para
crear puestos de trabajo, promocionar este turismo innovador y ofrecer
parcelas de aparcamientos y acampadas, adecuando los servicios de agua,
luz y arquetas de desagüe de aguas grises y negras, servicios mecánicos y
abastecimiento personales.
Únicamente entendiendo el sector
caravanista así, España se equiparará con los países nórdicos cómo
Finlandia o Noruega, o también a Alemania, Portugal Francia e Italia.
Hay que dar la bienvenida a un turismo que invierte y consume en los comercios donde se acerca.
España
apuesta por un turismo ya consagrado en Europa, e imparable en su
ascenso en nuestro país. Ahora sólo es necesario su encaje en la
sociedad.