Hace un año que se producía la noticia del nombramiento como Fiscal General del Estado de la que hasta ese momento había sido la responsable como Fiscal Jefe de la Audiencia Provincial de Sevilla, María José Segarra Crespo, propuesta por la Ministra de Justicia, Dolores Delgado, procedente de la carrera fiscal, en el gobierno de Pedro Sánchez. Parecía que poco se sabía de aquella mujer que acumulaba años de experiencia bajo un halo de discreción, eficacia y profesionalidad que habían forjado de ella una imagen indiscutible e indiscutida de profesional con quien se podían abordar todos los asuntos desde lo razonable, lo posible, alcanzable.
Llego a Sevilla inmediatamente después de aquellos fuegos fatuos de la Expo 92 y durante casi doce años trabajó en aquel equipo que dirigía el mítico, popular y querido, también peculiar Alfredo Flores, una época en la que simultaneaba quien escribe su trabajo allá y acá, con más presencia en mi ciudad natal. En ese tiempo tuve ocasión de tratar más con ella, al igual que con muchos de sus compañeros, perdiendo el contacto directo con el distanciamiento al irme asentando progresivamente a la orilla del mar. Su gesto austero hacía pensar que fuese persona seca o de trato riguroso y poco dada al diálogo pero resultaba todo lo contrario, incluso sorprendente en su afabilidad y de un talante muy abierto. Todos sus compañeros, entre los que tenía, como es obvio, y sigo teniendo, entrañables amigos, sorprendían porque no había quien hiciera un mal comentario, ni a quien se le escapase alguna indiscreción.
Me decía uno de ellos, hoy desgraciadamente fallecido, que sorprendía de María José Segarra que siendo la persona más de izquierdas que él había conocido, algo que no ocultaba en absoluto, es el trabajo y en el entorno profesional no reflejaba en absoluto ningún matiz hasta el punto que resultaba fiscal en pura esencia, independencia y profesionalidad por encima de todo, lo que hacía que todos la apreciasen, puesto que aquello de respetar todo pensamiento, ideología y forma de ser era la bandera de esta mujer, que no era de dar su brazo a torcer, lo que le al Gran Jefe, al entrañable Alfredo Flores, le hizo clamar alguna vez ¡ María Jose Segarra, indómita y poco es!…. Ciertamente, firme de criterios y convicciones, partidaria de la independencia institucional de la Fiscalía, volcada en la protección de menores y de violencia familiar, no le ha temblado el pulso a la hora de ser rigurosa frente a las denuncias falsas en esta materia.
En definitiva, la Sra. Segarra se ganó por méritos propios la estima y la admiración dentro del ambiente profesional jurídico de Sevilla, sin alardes mediáticos, aunque, por supuesto, fue Fiscal de asuntos de gran alcance informativo, sin espectáculos cara a la galería, sencillamente desarrollando su labor diaria en una línea constante de profesionalidad, equilibrio, eficacia, sabiendo dar a cada cual su sitio… Así, cuando tras casi veinte años al frente de la Jefatura, le llegó la hora dejar el puesto a Alfredo Flores, retirándose como jubilado, lo que en principio pudiera haber sido complejo por su envergadura y por los nubarrones que aparecían en el horizonte, como era buscar un Fiscal Jefe para Sevilla que pudiera responder a las necesidades del futuro más inmediato, resultó ser mucho menos complicado de lo que se aventuraba, pues la solución no tenía que venir de fuera sino que se encontraba en la propia casa: ¿Quién mejor que esa fiscal estimada por todos, desde los más recalcitrantes conservadores a los más radicales progresistas, todas las asociaciones profesionales, los Jueces, los profesionales….? Así, María José Segarra Crespo asumió la Jefatura y la ocupó desde noviembre de 2.004 hasta junio de 2.018 en unos tiempos muy difíciles, haciéndolo francamente bien, aunque hubiese de afrontar alguna fricción absolutamente evitable por parte de quien la provocó, pero los intereses políticos debieron aconsejárselo a aquel promotor de tan absurdo e injusto incidente. Cuando la nombraron Fiscal General del Estado creo que el único, como siempre, que se atrevió a decir que no le parecía bien que aceptase y que mal paso era dejarse seducir por el cargo, fui yo, y lo dije en comida con un grupo de juristas sevillanos que se opusieron, como era de esperar, a mi opinión… Mi argumento era simple: En Sevilla quedaba, y queda, mucho por hacer y la Sra. Segarra habría de permanecer mucho tiempo, posiblemente, en su lugar, sacando a flote, con su equipo mucha carga de las bodegas… En la Fiscalía General su criterio de que al Fiscal General nadie le puede dar órdenes de nada no vale puesto que siempre puede haber un resquicio para que los soberbios del “aquí mando yo” se suban a la parra, y para mí eso de los cinco años de duración del cargo no era nada seguro y después tendría que volver a su puesto de Fiscal de la Audiencia de Sevilla.
Aceptando se tragaba un caramelo envenenado y se ponía al borde del abismo pues con toda la razón que la asiste para que sea poco lo que decía Alfredo Flores, lo de indómita, no va a pasar, no puede pasar por esos aros de indultos a los posibles condenados del Juicio del 1- O, no va a pasar por que se tuerza la legalidad a capricho de nadie, no puede nadie esperar que aunque sea, por lo que me dijeron en su día, insisto, más de izquierdas que el que invento la izquierda, ella vaya a inclinar su actuación profesional a un lado o al otro porque jamás lo ha hecho, ni va a adecuar la actuación de la Fiscalía General del Estado a los intereses de los Gobiernos, las Coaliciones o los Partidos, ¡eso puede quedar olvidado para siempre!
Ya se rumorea que como el gobierno que la nombró no existe, con un nuevo ejecutivo será sustituida, algo que ya preveía este humilde abogado tiempo ha, repita cargo o no la Ministra, porque a Pedro Sánchez, a Iglesias y a ninguno, ni Casado, ni a Rivera…. Les interesa una persona así en ese cargo, ni en muchos otros. ¿Cómo va a interesar alguien que deja su ideología en casa y muestra en su función el equilibrio, la objetividad y la profesionalidad de María José Segarra? ¡Eso solo interesa en un Estado decente!.
Y, además, como no pertenece a la plantilla de Fiscales del Supremo, y acaba de informa el Consejo General del Poder Judicial en contra de La reforma del artículo 62 del Reglamento del Estatuto Organico del Ministerio Fiscal, en la que se le podía abrir la posibilidad de ese ascenso, tras ser cesada, habrá de regresar a ocupar su mesita en la Fiscalía de la Audiencia de Sevilla a seguir haciendo lo de siempre: ¡Trabajar!
¡No se le van a caer los anillos! Y los de siempre la van a seguir admirando y apreciando, y ella seguirá, indómita, y poco es, con la cortesía con la que la recuerdo, diciendo que no tienes razón, y si te lo dice, es que no la tienes, y no dejándose convencer con argumentos banales ni confundir lo que está bien con lo que resulta conveniente.
Desde luego, si pensaron que la Sra. Segarra era persona dócil y profesional maleable, la información falló calamitosamente, y si Pedro Sánchez piensa que le ha fallado, como dice algún medio escrito, decididamente demuestra que su desconocimiento de la realidad es muy peligroso. Para forzar la legalidad hasta romperla, impedir que se cumpla el Ordenamiento Jurídico, poner la Fiscalía General del Estado, como los aviones, a su servicio y al de sus intereses políticos, para mirar a otro lado, en fin, para esas cosas no le vale. No eligió bien, por lo que se ve, y ahora protesta…. La Ministro de Justicia le recomendó mal… Para la Fiscalía que a usted y a los suyos, y a todos parece interesarles, que diga “guau” cuando les den una palmadita, le debieron advertir que la Sra. Segarra Crespo no era su chica, bajo ningún concepto.
Si me admite una sugerencia, pídale a mi antigua compañera y amiga, Carmen Calvo, que le busque alguien más apropiado, que entre las listas de compañeros de clase de nuestros tiempos de estudiantes los hay que irían como anillo al dedo, y los hay fiscales, jueces, abogados, de todo, y muchos deben estar deseando de que den la palmadita para dar el saltito y decirle “guau”.
Manuel Alba