Fuente: https://cronicadefrontera.com/2021/01/01/la-frontera-mental/
La sorpresa de los trabajadores al salir de Gibraltar ayer es, con toda seguridad, la muestra más clara de la innovadora solución que han encontrado los negociadores de España, el Reino Unido y Gibraltar en el histórico Principio de Acuerdo de Nochevieja. Los sufridos usuarios de la frontera se quedaban descolocados cuando los periodistas les preguntaban qué opinaban de que se pudiera suprimir, físicamente, la verja.
La razón de su sorpresa, como la de la mayoría de la comunidad transfronteriza, es que la frontera no es sólo una barrera física, sino también mental, y casi nunca en la historia del contencioso de Gibraltar el espacio transfronterizo se ha concebido en positivo para las comunidades de ambos lados. La mayor parte del tiempo la verja, frontera, paso fronterizo o límite entre La Línea y Gibraltar se ha determinado como un elemento de separación, desconfianza y recelo, cuando no de ruptura, muchas veces por una ‘alta política’ nefasta contra el territorio que habitamos. Política con mayúsculas que, paradójicamente, dejaba a los sufridos habitantes de esta zona en el último lugar de las prioridades y aumentaba siempre la desconfianza.
Cuando parecía que volvería a ocurrir lo mismo por enésima vez, con el Brexit en la misma puerta, y ya nos estábamos lamentando por la eterna desidia de nuestros respectivos gobernantes, La Moncloa anunció la comparecencia de la ministra de Asuntos Exteriores de España, Arancha González Laya. La ministra rompió el molde conocido hasta ahora y anunció las bases de una nueva relación con Gibraltar. Posteriormente, el ministro principal del Peñón, Fabian Picardo, ratificó el Principio de Acuerdo y también lo hicieron el secretario de Estado del Foreign Office, Dominique Raab, y el primer ministro, Boris Johnson.
El enorme potencial de la zona
Esta nueva relación, por primera vez, destaca los aspectos positivos de la interdependencia entre Gibraltar y el Campo. Y pone el punto de interés, después de la fluidez fronteriza que amenazaba el Brexit, en el enorme potencial de esta zona en su conjunto, respetando las líneas rojas de la reivindicación territorial de cada parte. Algo muy importante y necesario para tener éxito en esta negociación.
Creo, sinceramente, que este punto de encuentro ha sido posible por las difíciles circunstancias que vivimos -Brexit y pandemia-, pero también por la disposición y madurez de todas las partes. Sin duda, este acuerdo le ha dado al Reino Unido una importante oportunidad para encontrar en Gibraltar un punto de acceso al mercado europeo con todas las garantías cuando se ya se ha consumado el Brexit. Eso será positivo para todos.
Por parte española, ha sido vital la experiencia internacional de la ministra de Exteriores González Laya, tanto en asuntos de comercio y economía como en relaciones internacionales, para extraer las posibilidades comunes entre la maraña de complejidades jurídicas, de sensibilidad e históricas que implica la cuestión de Gibraltar y que los británicos conocen y gestionan a la perfección históricamente. Porque Gibraltar ha sido, es y será un enclave estratégico para ellos.
Está claro que González Laya ha estado de forma muy personal en esta negociación, ha escuchado a la comunidad transfronteriza como dijo que haría y ha estado realmente a la altura de lo que necesitamos. Ahora hay que continuar la negociación con ese mismo espíritu por todas las partes para lograr ratificar el acuerdo y que se convierta finalmente en un Tratado. Que generará un cambio total de paradigma.
La ‘zona de prosperidad compartida’
Hay que destacar en este punto que el Gobierno de Gibraltar ha realizado un fantástico trabajo de explicación sobre cómo puede beneficiar la ‘zona de prosperidad compartida’ a toda la comunidad transfronteriza, no sólo al Peñón. Y esto es un gesto de enorme generosidad por su parte hacia todo el Campo, que depende del Peñón en más de un cuarto de su Producto Interior Bruto (PIB). La idea es que la zona construya sinergias económicas y no sólo de dependencia económica respecto al Peñón.
También creo que en esta ocasión se ha escuchado a La Línea. A pesar de que, en muchas ocasiones, como ha manifestado su alcalde, La Línea se ha sentido incomprendida en la defensa de su singularidad, aquí sí han dado fruto los enormes esfuerzos para demostrar que éste es un pueblo de trabajadores, de gente que madruga para ganarse el pan. De gente que, además de esforzarse por vivir honradamente, ha tenido que abanderar una lucha por dignificar la imagen denostada de su ciudad.
Y por eso yo me quito el sombrero ante los linenses, porque no se han rendido nunca y, por fin, se les reconoce. Y que conste que esto no es una pose de linensismo acérrimo, es el reconocimiento a mucha, muchísima gente, que desde distintos foros, asociaciones, partidos, instituciones o a pie de calle trabaja desde hace años por erradicar conceptos malintencionados o equivocados sobre esta ciudad. Y que seguirán haciéndolo siempre, con distintas opiniones, pero con un mismo fin.
Romper la frontera mental
Lamentablemente, hemos sufrido muchas veces las consecuencias negativas de esa frontera mental de quienes no entienden lo que significa Gibraltar y su relación con La Línea. Además, en ocasiones, nos hemos sentido muy solos algunos que abogamos desde hace muchos años por la concepción positiva del espacio fronterizo. No sólo como clave contra el grave problema de desarrollo económico de La Línea y el Campo de Gibraltar, sino porque también el intercambio transfronterizo supone un enriquecimiento mutuo de lengua, cultura, de relaciones económicas… Y, aún más importante, humanas, de familias, de amistades al otro lado de la frontera que forman parte imprescindible de nuestras vidas.
Por eso, quienes compartimos esa forma de pensar celebramos, de corazón, este Principio de Acuerdo. Soy consciente de que queda un arduo y complejo camino por delante, pero deseo que las bases que los negociadores han construido a partir de aquí nos den la oportunidad de confiar en nosotros mismos. En que somos capaces de conseguir un futuro distinto y próspero, que deje definitivamente atrás las páginas más oscuras de nuestro pasado. Feliz año nuevo.