Se debate uno ya entre escribir o no hacerlo, dado que me faltan ganas de dar explicaciones a algunos que se permiten poner en duda lo que digo. Al fin y al cabo la gente tiene y obtiene lo que se merece y uno ha de correr la suerte de su tiempo, de su época. Me ha tocado vivir, por desgracia, un tiempo que ni me gusta ni quiero, en una sociedad que detesto y en un sistema que me resulta cada día más abominable, pero no me queda otra que aguantarme
Hoy tengo que escribir porque uno de quienes me suele leer me llamó por la mañana, bien temprano para decirme que era cierto, que lo último que manifesté en torno al Código Penal de 1,995 era verdad. Me lo dijo de tal modo que no solo no me sentí halagado sino, contrariamente, insultado, ya que, evidentemente, hasta que leyó en un determinado diario que el artículo 214 del antiguo código penal, que recogía lo que desde el siglo XIX se conocía como sedición impropia, había desaparecido del famoso y vergonzoso Código Penal de la Democracia, debió el lector creer que le tomaba yo el pelo
Ley Histórica se dijo, el código penal se aprobó en noviembre de 1,995 con 200 votos a favor, 3 en contra por error al votar y 130 abstenciones, todas del Partidos Popular, que no votó, por lo tanto de manera expresamente negativa. Ese maravilloso texto legal que hasta 2.015 llevaba 32 reformas a sus espaldas, algunas muy sustanciales, fruto de la voluntad y el deseo legislativo de controlar vida y hacienda del ciudadano, por su bien, naturalmente, y en beneficio de la santa democracia, excluyo justamente la posibilidad de poder reprimir con penas que iban desde los seis a los doce años de cárcel conductas como las de todos esas señoras y señores que nos traen de cabeza a los ciudadanos españoles. Por supuesto, las minorías nacionalistas privilegiadas con representación sobredimensionada en el Parlamento gracias a los pactos de esa bendita y ensalzada transición que tanto les gusta a los que se creen entendidos y doctos en politiqueo y que les trae sin cuidado a la ciudadanía media y a la masa votaron favorablemente pues con el adquirían bula de impunidad para sus planes de futuro, hoy ya doloroso presente.
Este hecho, esta desaparición de la sedición impropia, no es cuestión en la que haya sido yo el único en caer y lo hemos comentado a veces en algún que otro círculo, donde surgieron preguntas tales como la razón de por que no se produjo su reinserción en el texto penal con ocasión de las mayorías absolutas de gobierno de los partidos hegemónicos, de socialistas o populares, al igual que otras muchas acciones que en cualquier país del entorno un gobierno en esos casos hubiera acometido, y me consta que alguna pregunta llegó a hacerse en determinados momentos sin obtener explicación satisfactoria.
¡La partitocracia!, esa necesidad de mantener el poder, de salvar votaciones, de aprobar las leyes con las debidas mayorías, de sacar adelante los presupuestos esos que nadie entiende ¡La Ley Histórica!, pues ahí está con sus 32 parches. Tal vez más, porque yo ya perdí la cuenta, ya que todo desajuste se corrige restringiendo, prohibiendo, sancionando, encarcelando y multando ciudadanos, jamás pensando que se gobierna mal, que se educa mal, que se administra mal, que se legisla mal, que sobran cargos públicos, etc., etc., y ya se anuncian nuevas reformas penales. Recuerdo cada día más a aquel catedrático de Derecho Penal de Sevilla, D. José Mª Navarrete, que proponía un Código Penal y Procesal de dos artículos; 1º.- Todo español debe ser condenado por el hecho de serlo. 2º.- Se encomienda la instrucción, enjuiciamiento y ejecución a la Guardia Civil . Nunca dijo, que yo recuerde, en que consistía la pena, aunque creo yo que con ser español ya es bastante.
He leído el diario en cuestión y ciertamente me he encontrado con la noticia que mi conocido y lector me indicaba aunque no es del todo exacta porque la realidad es que de lo que se trata es de una comunicación que un ex Magistrado del Tribunal Supremo, D. Adolfo Prego de Oliver hacía en marzo de 2008 en la Fundación FAES en la que advertía de la necesidad de reponer en el Código Penal este delito de sedición impropia para vacunara a la sociedad del delirio independentista catalán y se quejaba de la inacción del Partido Popular en este sentido durante los años de sus gobiernos. En el mismo sentido se pronunciaba últimamente el Fiscal General del Estado, aunque es de temer que el tancredismo político paralizaría cualquier iniciativa en tal sentido.
Sea como sea vuelvo a decir lo mismo lo que diga yo va a seguirles siendo indiferente y todo en la calle parece ir muy bien. Mientras, en la esquina noreste de España, con algún que otro brote de apoyo por un sitio u otro y con la colaboración insólita es ese iluminado loco con coleta itinerante y que sigue al parecer haciendo gracia a un buen número de descerebrados se sigue desafiando a la razón. ¿Estarán buscando la aplicación del estado de sitio previsto en la Constitución?, ¿Se atreverían el Gobierno y Las Cortes a decretarlo?, ¿Podría haber enfrentamientos violentos?. La gente está muy ajena a lo que pasa, como si no fuese con ella, incluso hay quienes se molestan si uno muestra su preocupación `por los acontecimientos, así que cada cual piense lo que le convenga. Para mí, la gravedad de los acontecimientos supera cualquier situación conocida hasta el momento presente ya que no se vive un sentimiento de cohesión real sino que las sensación de provincianismo se ha anclado en los españoles y me parece grave, muy grave, ahora igual que antes, que el Estado no haya recuperado ese medio coercitivo del artículo 214 del viejo Código Penal. Lo pudo hacer el Partido Popular en sus mayorías absolutas de 1,996, 2,000 y 2,011, o intentarlo ahora; lo pudieron hacer los socialistas y ninguno lo intentaron porque no les interesó electoralmente, así que sea lo que Dios quiera