Texto de José María Yagüe Moreno.
A las 11 y 10 minutos de la mañana del domingo 26 de mayo de 1985, hace 35 años, se produjo el peor accidente laboral y marítimo de España al estallar dos barcos petroleros en el pantalán de la Refinería Cepsa “Gibraltar” en San Roque, provincia de Cádiz. Una detonación en el tanque de nafta del ‘Petrogen One’ y la explosión “por simpatía” del buque Camponavia, atracado cerca, provocaron grandes llamas y una columna de humo que podía divisarse desde lejos. Un espectáculo dantesco que asustó a los vecinos de las poblaciones cercanas, y por la que muchos huyeron a zonas de interior, dejando hogares, e incluso celebraciones religiosas.
El accidente, que no afectó a las instalaciones de Refinería, provocó 33 muertos y 70 heridos y las consecuencias del mismo han servido para actualizar los planes de emergencia y las actuaciones en caso de este tipo de catástrofes, así como un endurecimiento en las normas de seguridad de los buques y la manipulación de los productos petrolíferos.
En dicho accidente los radioaficionados del Campo de Gibraltar tuvieron un importante papel al garantizar las comunicaciones que en aquel entonces eran tecnológicamente escasas. Fueron dos los grupos de operadores de radio los que actuaron tras el accidente. Por un lado la Unión de Radioaficionados Españoles a través de la red Remer, y por otro la los cebeístas, que en ese momento celebraban una actividad de ocio.
Según el informe elaborado unos días después por el coordinador de Remer en el Campo de Gibraltar, Pedro Gutiérrez EA7BVV, las redes telefónicas, aunque no se vieron afectadas, se encontraban colapsadas, pero tanto los miembros de Remer como otros radioaficionados se activaron de inmediato, haciéndose presentes en la frecuencia de trabajo de la Red (146625 Khz).
Toda la Red, al oir la explosión, activó las emisoras, con lo que la Red estuvo activa desde el mismo momento de producirse la primera explosión.
Las primeras decisiones fueron las de enviar vehículos con estaciones móviles tanto a puntos vitales, como al tajo de las Escobas (854 metros de altitud) con el objetivo de garantizar la comunicación vía radio con el Gobierno Civil de Cádiz, con las autoridades de Protección Civil en el lugar del siniestro, y con otras provincias, como Ceuta, Huelva, Málaga y Sevilla.
Además, desde este punto elevado de la comarca, se tenía un control visual de la situación del siniestro, que además de confirmar los datos se pedía calma precisando que la magnitud del siniestro no era tan grande que obligara a la población a marcharse de sus casas, cortando todo comentario que pudiera inducir al pánico.
En el despliegue de la Red se envió un móvil al lugar del siniestro, que desde el primer momento facilitó una información verídica y real de lo que se estaba desarrollando. Esta información era transmitida inmediatamente a las autoridades.
Se envió un coche a los Centros de Transmisiones de los Ayuntamientos de la zona afectada, para que las autoridades dispusieran de un enlace directo con el Gobierno Civil de Cádiz. También se enviaron unidades móviles a los dos parques de bomberos, y a los dos hospitales de la comarca (La Línea y Algeciras), donde se entregaban los nombres de los ingresados para comunicarlo a las autoridades y la propia Refinería.
Se estableció una escucha de los remolcadores, con lo que se tenía información real de la situación, pasando información a las autoridades; se estableció contacto con la Policía Municipal de San Roque, la cual a través de la Remer ordenó desde el Ayuntamiento de San Roque, de parte del Forense, la autorización del levantamiento de cadáveres.
A través de la Red se contactó con el coordinador de Estepona, al objeto de una comunicación fluida y la prestación de apoyo -como helicópteros- en caso necesario. También se estableció contacto con la Cruz Roja en frecuencia de Radioaficionados en Protección Civil, a la que se pidió el envío de lanchas a la zona para rescatar posibles náufragos, ya que la unidad móvil en la Refinería las requería.
Se concedieron indicativos Remer a distintos radioaficionados que se encontraban efectuando emisiones en esta Red, y se estableció otra Red alternativa por si la actual tenía algún problema, fallos o saturación.
Asimismo, se estableció contacto con radioaficionados de Gibraltar, quienes indicaron tener material contraincendios, lo que se notificó a las autoridades.
Con esta actuación coordinada, gracias al entrenamiento previo, se vió la utilidad de los radioaficionados en situaciones de emergencia, cuando las comunicaciones tradicionales fallan.
Pero un segundo grupo de operadores de radio, en este caso cebeístas, también participaron en las labores de ayuda ante el accidente. Un gran número de cebeístas del Campo de Gibraltar, en especial de La Línea, se encontraban preparando en el Restaurante El Chaparral, en Castellar, la realización de una capea, organizada por la Agrupación de Radioaficionados Linenses de CB.
Eran una decena de vehículos los que se encontraban en el lugar con los preparativos de la fiesta (que a la postre se celebró) y que alertados por la explosión y el aviso en el canal 35 (27.355 mhz) por parte de uno de los directivos del club y miembro de Cruz Roja, se desplazaron al lugar del accidente. También lo hicieron otros cebeístas que ese domingo por la mañana estaban de asueto en sus hogares, e incluso en comuniones.
Varios cebeístas fueron de los primeros en llegar al lugar del accidente, e incluso alguno de ellos se tiró al agua y rescató a trabajadores afectados por la explosión.
La información facilitada por radio en CB dio algo de tranquilidad a la población. No en vano en esas fechas, los usuarios de Banda Ciudadana era mucho más numerosos que los de radioafición, y esa mañana los canales de CB fueron un hervidero de gentes ávidas de información, que se transmitía en varios canales por los distintos móviles desplazados a las inmediaciones del accidente.
Por último, una anécdota relacionada con la radio. Días después del accidente visitó a los heridos el entonces Rey Don Juan Carlos I y el vicepresidente del gobierno, Alfonso Guerra, junto con el presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla.
El Rey aterrizó el Helicóptero de la Fuerza Aéra Española al servicio de la Casa Real en el Estadio Municipal de La Línea. Un helicóptero que desde Madrid vino pilotado por el propio Rey.
Un avezado periodista de la comarca, José Luis Yagüe Ormad de Bernabé que se desplazó desde Marbella para cubrir la noticia, donde trabajaba en la Redacción del Diario “SOL de España” y que a la sazón era radioaficionado con el indicativo de la URE EA7BMF (Unión de Radioaficionados Españoles) y llevaba su equipo Yaesu de Dos Metros su su coche, contactó con el propio Rey en la banda de Protección Civil.
Este periodista, que era y es, padre de destacados radioaficionados del Campo de Gibraltar como son sus hijos, José María, Juan Pedro y Alejandro Yagüe Moreno, pudo contactar desde la radio de su vehículo con el helicóptero Real, descubriendo el lugar del aterrizaje (el campo de fútbol), adonde se desplazó con un fotógrafo para registrar en exclusiva la llegada del monarca.
Después, el periodista José Luis Yagüe Ormad de Bernabé acompañó al Rey y a las autoridades en su visita a los heridos en el Hospital, como se atestigua en una fotografía de la visita realizada por el fotógrafo Doro, donde se ve a Yagüe junto al Rey Juan Carlos, el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra y el presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla.