La otra noche violaron a una chica de dieciséis años porque era Halloween y , ahora, un malnacido mata a otra mujer de treinta y siete años, justo aquí al lado, en San Roque, porque no es Halloween.
El caso es que llevamos 37 mujeres asesinadas en lo que llevamos de año y de la cifra de agresiones no hay registros, claro, porque las agredidas no van por ahí anunciándolo, y a las que denuncian porque hacen lo que deben, se les acusa de exageradas, feminazas o de otros disparates. Pero el disparate mayúsculo es que estemos en pleno siglo XXI y que la mitad del país cuente víctimas solo porque son mujeres y la otra mitad siga afirmando, aunque sea para adentro, que no es para tanto.
El mayor disparate es que uno viva en un país en el que estas barbaridades están ocurriendo y que si alguna vez la barbarie le roza a uno de cerca no querría imaginarse tomándose la justicia por su mano.
Tampoco las mujeres quieren tomarse la justicia por su mano. Nadie quiere, pero la falta de contundencia ante estas salvajadas lleva a la imaginación. Y esto es muy peligroso para una sociedad que ya debería estar en otra fase: la de un código civil y penal que aparte de verdad a esos bestias para los que no puede haber justificación alguna. Dirán que son excepciones pero las excepciones son las que pueblan los informativos y los cementerios.
Pero existe un caldo de cultivo demasiado generalizado como para que las excepciones se generalicen como se están generalizando. La violencia machista es ya el cuento de nunca acabar y sigue sin pasar nada.
Y esto es y será escandaloso y tremendo cuando pase el tiempo y nos veamos retratados en un espejo de la memoria que nos recordará la vergüenza de cómo éramos, como cuando ahora recordamos tantos siglos o años que la esclavitud era normal, que era normal que las mujeres no firmaran nada ni tuvieran derecho a la propiedad privada, que era normal la pena de muerte , pegar a la esposa, fumar en clase, reírse de los homosexuales, llamar subnormales a quienes tenían una diversidad funcional o no ponernos el cinturón en el coche.
Todo eso era normal, como el listado de muertas a manos de sus parejas que venimos haciendo desde el año 2003, año tras año, que también se ha convertido en normal, hasta que ojalá deje de serlo.
Algeciras, 9 de noviembre de 2021
Patricio González
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