“A lo loco”. Esta coplilla, que popularizaron Luisa Linares y Los Galindos hace sesenta años, no ha perdido actualidad en la postpandemia. Hoy podrían repetir perfectamente: “¡A lo loco, hay qué ver cómo vive fulano! ¡A lo loco, como tira el dinero mengano! ¡A lo loco se vive mejor!”. Nada que añadir.
“Cuando tú no estás”. “Nada soy sin Laura. Solo estoy sin su amor”.
Mi conocida (hasta donde es posible); mi preferida (elegida y predilecta); mi amiga (si cabe, entre un hombre y una mujer); mi dama (my fair lady); la favorita (de mi imaginado harén); mi compañera (todavía, a mi vera); mi pareja (simpar, en el baile de la vida); mi novia (no de siempre, pero sí para siempre); mi amada (cada día, más); su amante (a la que ofrezco mi amor); mi media naranja (¡qué digo media, tres cuartos!); mi socia (en la sociedad conyugal); mi señora (por eso soy un señor); mi consorte (en este caso, con suerte); mi mujer (de entre todas las mujeres): esa es Laura.
“Échale guindas al pavo”, que yo le echaré a la pava azúcar, canela y clavo”. ¡Qué es un escrito sin su sal y su pimienta!
“El reloj”. “Reloj detén tu camino, porque mi vida se acaba. Reloj no marques las horas”. ¡Quién pudiera detener el tiempo! ¡Qué fugaz su transcurso! Sobre todo, ahora que me queda tan poco.
“Esperanza”. Ninguna ante unos costes desorbitados de la energía y los combustibles, un incremento generalizado de precios, una inflación desmedida, una insoportable subida de impuestos y cotizaciones y unos bancos peseteros, ventajeros y usureros. ¡Menos mal que las hojas nuevas brotarán cuando alguna vez sea primavera!
“Historia de un amor”. La de Iván Redondo y Pedro Sánchez. El que fuera favorito, el Rasputín de la corte de Pedro I el Infiel, el que “se hubiera arrojado al abismo en defensa del presidente” anda ahora contando, en platós adeptos al régimen, que su salida de la Moncloa fue voluntad suya. Todos sabemos que su ídolo fue el que lo echó. Cosas de amantes.
“Mi carro”. Si todavía viviera Manolo Escobar, cantaría: “Mi carro me lo cambiaron anoche mientras dormía. Dónde estará mi carro, con lo bien que me servía”.
La ministra Calviño (pitonisa, ella) pronosticó que los motores Diésel no tenían ningún futuro. ¿Cómo se les ha puesto el cuerpo a los que, siguiendo a esta profetisa, se compraron un coche eléctrico? Pagaron un dineral al comprarlo y pagan otro dineral por usarlo, al precio que está la electricidad.
“Resistiré”. Es una constante en el subconsciente del que preside nuestra nación, un leitmotiv que se repite a sí mismo para mantenerse en el cargo. Es su máxima y casi exclusiva aspiración. Y para ello, no escatima en cualesquiera medios a utilizar. Es la ambición desmedida por el poder. El gran dramaturgo William Shakespeare habría escrito una magnífica obra sobre este personaje.
“Somos” testigos y víctimas de las fechorías de un Gobierno, en un supuesto sistema democrático, tal que los que nos dirigen son aquellos que no creen en la unidad e integridad de la patria, a la que desean ver vencida y cuarteada, pero de la que en el interín viven y viven bien.
Somos lo que nos merecemos por no hacer frente a tanta ignominia.
“Volver” “… con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien. Sentir que es un soplo la vida… que ochenta años no es nada…” ¡Con qué brevedad pasaron! ¡Qué efímera la existencia! La muerte casi siempre llega demasiado pronto.
Juan Manuel Ballesta Gómez
(Aspirante a cantante)