¡Mal asunto! El desencadenamiento de los acontecimientos en España pinta mal, aunque se quiera mirar para otro lado. La gente se da cuenta ya de quien manda en el país, quien dirige, quien gobierna y cuáles son sus pretensiones… Lo de la llamada “Comisión de Reconstrucción” con la intervención insultante y repugnante de quien de hecho gobierna España, ese personaje incalificable llamado Pablo Iglesias, que en la jornada anterior se lució también en el Congreso, con sus manos en jara y su descalificador ataque a la oposición, suponen un avance más del frentepopulismo bolivariano.
En este clima de tensión y dudas no es de extrañar que se marchen las multinacionales como NISSAN, no es de extrañar que mañana sea otra compañía la que salga del país, y les sigan muchas más, porque el ambiente es irrespirable.
Nuevamente las calderas se calientan por la cacicada bárbara e irregular del Ministro del Interior con la Guardia Civil. De sobra sabe Grande Marlaska que no puede actuarse de tal modo y de más sabe que cuando la Policía Nacional, la Guardia Civil o las Policías Autónomas actúan como Policía Judicial y a las órdenes y por encargo de un Juez, no tiene, no puede y no debe, por ende, estar sometida a más instrucciones que la de ese Juez ni debe de dar cuentas a nadie salvo a esa autoridad judicial. El Ministro ha sido Magistrado de la Audiencia Nacional, Presidente de la Sala Penal de la misma y ha tenido muchas ocasiones de encargar a guardias civiles y policías labores de investigación, con el expreso mandato de quedar estos bajo sus órdenes y manteniendo en secreto de las actuaciones. Podría extenderme en desarrollar los fundamentos jurídicos, la regulación legal de la Policía Judicial, pero baste con señalar que el sometimiento de ésta a la autoridad judicial es indiscutible.
El que fue admirado como Juez actúa hoy de un modo que sorprende a todos los estamentos, a todos los llamados “operadores de la Justicia” por esta actitud propia de dictaduras bananeras y ha creado un doble frente: Por un lado da pistoletazo de salida a un enfrentamiento con el Poder Judicial, traicionando a los suyos y, además, coadyuvando a la descalificación de quienes cumplen con su deber con honestidad. En este sentido, y personalmente, no puedo sentirme sino indignado porque se ponga en duda el trabajo de la titular del Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid, Dª Carmen Rodríguez Medel, a la que conocí como Jueza de Instrucción y Jueza de Violencia Doméstica en Marbella; persona intachable, firme y que no va a ceder a presiones, lo que no la priva de un talante cordial y un trato afable, en una palabra: ¡Irreprochable!.
A tenor de los intentos de demonización de la Jueza, me pregunto si ésta goza de las medidas de seguridad que eviten su acoso y su integridad dadas las circunstancias, porque el Sr. Grande Marlaska ya en la Audiencia Nacional gozaba de coche oficial, escolta y medidas que el resto de los Jueces de Instrucción de España no tienen y el tiranuelo de Galapagar tiene en su casa diez o quince unidades operativas de la Guardia Civil, algo nunca visto en la reciente Historia de España.
Por otro lado, el Ministro, en su ordeno y mando, está desacreditando de un modo insolente y salvaje a la Guardia Civil, pisoteando el Estado de Derecho. Es un insulto y una felonía que nos pone en evidencia de un hecho que no quería ver la ciudadanía: ¡Estamos en Venezuela!. ¡ La dictadura bolivariana ya está aquí!. Sí, es así de firme y de duro y quien gobierna de hecho, el tiranuelo marqués de Galapagar, junto con sus compinches, ya están usando los mismos mantras de Maduro, fundamentalmente el alegato al golpismo, como si el golpe de estado no lo hubieran dado ya ellos y los sanchistas.
Ahora, con las libertades bajo mínimos y los alegatos al bien común se dirige, por decirlo de algún modo, el Estado a base de decretos que consolidan la dictadura, se amordazan la libertad de acción y opinión y como vemos se organizan purgas institucionales. ¡Y esto pinta mal, muy mal!. Además, no se olvide que la gente se manifiesta, reacciona y muestra su oposición al gobierno cada vez de modo más enérgico y a estas protestas las huestes de los bolivarianos empiezan a responder con la agresión, siguiendo las líneas que apunta la tesis doctoral de su líder.
¡Demasiada agresividad!,¡demasiada chulería barriobajera!, ¡demasiado peligro nos acecha!. Ahora hay que preguntarse si se podrá parar la situación, si se podrá hacer efectiva la demanda de responsabilidades por los acontecimientos que vivimos o si se llegará tarde y ya las purgas a lo soviético venezolano habrán alcanzado a todos los estamentos públicos.
Todavía hay quien me dice que no pasará nada, que no hay por qué alarmarse… Bueno, será así. A mí me dirige no solo la intuición sino la experiencia de haber conocido a lo largo de mi vida hechos y acontecimientos, y gente, muchísima gente, y nunca he vivido un estado de cosas como el presente, además tengo, por desgracia, mucha memoria, lo que me permite recordar las cosas demasiado bien, incluyendo los golpes del FRAP, aquel grupo terrorista del Partido Comunista Marxista Leninista de Julio Alvarez del Vayo, único ejemplar de comunista maoísta que sentaba sus reales entre Ginebra y Albania, aquella dictadura comunista ajena al bloque soviético y afiliada al partido de Mao. ¡No hay por qué alarmarse!, pero ese FRAP mataba policías cuando yo era un jovenzuelo y hoy parece que hay que recordarlo como un grupo benefactor de la sociedad. He conocido, y también lo recordó con foto incluida un medio nacional de comunicación hace breves días, como ese ciudadano tenido como pacifista, campeón del buenismo, aquel que destrozó el partido Comunista para crearse su Izquierda Unida, el recién desaparecido Julio Anguita, mentor de los actuales frente populistas, era hombre de revolver en el bolsillo, calibre 38, que incluso le robaron en el año 2002 cuando paseaba por Córdoba, he visto como la radicalización no es cosa de ayer ni anteayer…
Y he visto como ha sido imposible la regeneración de España a pesar de que toda una generación, menos excepciones que se convirtieron poco a poco en regla general, trató de olvidar y zurcir los remiendos. Ahora les pregunto a los que afirman que aquí no pasa nada que cuales son sus fundamentos para tener tal seguridad, porque no solo vivimos el problema de la bolivarización española sino el estado de una situación internacional que no invita al baile precisamente…
Siempre mantuve que el sistema no sirve, y ahora lo reitero en el convencimiento del vertiginoso ritmo del deterioro de la convivencia, aunque hay preguntas a las que no respondo ni quiero, como las de quienes, por ser monárquico, me preguntan dónde está mi Rey… A estos, sencillamente, les respondo que esta no es mi Monarquía, y sigo mi camino tratando de intuir qué pensará de todo esto precisamente ese Rey que no parece que crea necesario hacerse patente como símbolo de la unidad y permanencia de España, ni parece creer oportuno ejercer su función de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones, tal vez porque sea de los que piensa que aquí no pasa nada.
¡Aquí y en el inmediato futuro puede pasar cualquier cosa!
Manuel Alba
29 de mayo de 2020