El concejal de Relaciones Institucionales Internacionales, Julio Andrade, presentó el miércoles en el Parlamento Europeo, en el marco de las jornadas abiertas que organiza la cámara comunitaria, el Plan para la Convivencia y la Prevención del Radicalismo Violento puesto en marcha en Málaga, que es visto por la Unión Europea como un ejemplo del trabajo que deben hacer las ciudades para entender, evitar y resolver el extremismo violento.
Las jornadas de este año llevan por título La ciudad en el corazón de la prevención de la radicalización y, además de Málaga, han mostrado sus casos las ciudades de Schaerbeek (Bélgica) y Niza (Francia). En el acto estuvo también Beatriz Becerra, vicepresidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo.
Durante su intervención, Andrade ha recordado que en la ciudad de Málaga conviven más de 150 nacionalidades y que desde hace veinte años el Ayuntamiento viene trabajando en la promoción de la convivencia y la interculturalidad. No en vano, Málaga fue escogida por el Ministerio del Interior como ciudad piloto para la implementación del plan estratégico nacional para combatir la radicalización. Esta estrategia, basada en el modelo establecido por la Unión Europea, tiene cuatro pilares, según ha explicado el edil: prevención, protección, persecución y respuesta.
Previamente, Andrade ha subrayado que desde el año 2007 el Plan Marco de Convivencia dota a la ciudad de una herramienta de cooperación estratégica útil para la dinamización de políticas e iniciativas de participación y convivencia, que permite continuar articulando acciones y actuaciones, fortaleciendo la ciudad desde los principios de la igualdad y no discriminación, ciudadanía y participación, interculturalidad, solidaridad, transversalidad, innovación y transparencia y buen gobierno.
Este trabajo ha permitido que Málaga sea una ciudad pionera en España dentro de la red Strong Cities, ya que la ciudad empezó a actuar sobre estas estrategias antes de que la falta de prevención fuera un problema. La clave de la integración pasa entonces del multiculturalismo a la interculturalidad: de la coexistencia de las culturas a la interculturalidad. De hecho, el Plan para la Convivencia y la Prevención del Radicalismo Violento se basa en dos grandes líneas estratégicas: promover la interculturalidad y prevenir la radicalización.
Para ello, el plan se estructura en nueve áreas: prevención e intervención (familias, víctimas ); acciones de cooperación internacional; sensibilización y formación; igualdad y promoción de la mujer inmigrante en la sociedad; mediación social y cultural; encuentros con los diversos líderes religiosos; educación y valores; estrategias de comunicación; y análisis.